lunes, noviembre 28, 2005

Te mueres de ganas


Te mueres de ganas
nunca me lo has dicho pero yo lo sé.
y me adviertes silencioso en tus visitas sigilosas
y te sorprendo husmeando mis conjuros esparcidos,
te mueres de ganas cuando me reconozco en tus letras
donde puedo verme clara, en mis formas, en mis tonos
donde dibujas mis contornos y me inventas en palabras.

Te mueres de ganas cuando te sorprendo silente
y se quedan pegados a mi letra tus ojos,
alterando las horas, reclamando abandono
y aunque me conoces desde siempre
solo hoy te estás dando cuenta
que te mueres de ganas
y se llenan gustosas tus paredes de mi espectro.

Te mueres de ganas porque lo siento muy dentro
porque te hierves en rabia,
porque te excitas y ruges
y me amas
y me odias
y vuelves a amarme,
porque puedo oír tus gritos entre tus bordes trémulos,
en medio de tus insondables partituras.

Te mueres de ganas cuando socavas altivo, adusto,
el páramo en que se ha transformado mi existencia
y sueñas ser letra de juegos, quimera, espejo roto,
liturgia nueva y pasiones devotas en el calor de la furia.

Te mueres de ganas de regalarme poesía en murmullos,
de desatarme en tus versos, de describirme en tu prosa
de sorprenderme jadeante, de suspirar en mi aroma.
y habitar en mis sentidos entre tus alas cortadas
de forzarte a nombrarme en tu cosecha piadosa.

Y te escondes en tu lienzo congelado,
en tus artificios oscuros de poeta delirante,
en tus artilugios diurnos de mañanas remotas,
en tus arbustos sin hojas, en tus vuelos rasantes.

Te mueres de ganas desde la plenitud desértica

que recorro ya sin buscarte,
en los ojos en que nunca me hallaste
en el salmo de tus versos secretos que se elevan en el sueño
y que hoy escucho en silencio
sin que lleguen mis besos,

indemnes, a tu isla
para concedernos por fin una tregua.

Te mueres de ganas y no me lo dices,
pero no hace falta,
porque yo lo sé...
Te mueres de ganas

sábado, noviembre 26, 2005

Poesía

-"¿Qué es poesía?
dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul,
qué es poesía? ...y tú me lo preguntas?
Poesía...eres tú"
(Bécquer)

No hay caso, me tira la poesía
Y la husmeo, la huelo, la busco, la encuentro, me quedo.
La poesía me envuelve, me saca el alma
Y no lo puedo evitar,
Escribo desde siempre, desde que tengo memoria, en cuadernos, en diarios de vida, en hojas sueltas y más tarde, cuando ya tuve computador, me dejé llevar por las bondades del teclado, la redención de los errores ortográficos, la posibilidad de corregir, de enmendar, de rehacer... y me lancé.

He evitado la poesía como se evita a un amor imposible, he intentado no leerla,
no escribirla, no desearla tanto, pero vuelve a mí
y me encuentra en cada estante que recorro, en cada recoveco en que me escondo,
en cada aire que inhalo.
Y no me asfixia, ni me ahoga ni me envenena,
Al contrario, me somete, me predispone, me llena de vida, me oxigena,
se me mete en las venas, y me infecta de sus espasmos, de sus cantos y sus odas.

No se escribir poesía, y es un gran dolor,
No puedo escribir como los grandes, no me sale.
-Lo suyo es la crónica, le sienta-, me dijeron por allí, y tal vez es cierto, tal vez es verdad que uno deba quedarse sentado en lo que más le acomoda,
pero te sigo buscando
y mientras más te busco más te encuentro,
y si me oculto, te encuentro,
y si desaparezco, me buscas y me encuentras,
y así hasta el infinito, en mutua dependencia, en fatal dependencia,
en dulce dependencia.

Me llegaste.
Como opio interminable de cantares desmedidos,
convertidos en palabra pura,
encontrándome minúscula en ritmos de cigarras, de bandoneones, de musas dormidas,
Me llegaste igual, igual aunque me escapé y me oculté
Y me forzaste a tu lienzo,
a amarrarme a tus quietudes de epitafio, a tus hojas abiertas
en medio de los estantes de cientos de libros.

No sé escribir poesía, a veces me resulta uno que otro verso,
una que otra palabra desgarrada al viento, nacida de lo hondo,
arrancada al aliento, y me siento indefensa ante esta invasión,
ante esta droga dorada que hace rendir mi temple.
Tal vez me acomoda la crónica, lo sé, o los relatos mágicos cargados de tiempo,
Tal vez deba ser fiel a eso,
O tal vez sería mejor dejarme abatir y someter
Dejar vencer a la tentación,
sucumbiendo
al fin
de lleno
en sus brazos...

viernes, noviembre 25, 2005

Y hoy...es el de él


Sé que no debiera ni recordarlo, pero que diablos,
el viejo está de cumpleaños un día después que yo
y el asunto me persigue desde siempre.
25 de Noviembre, cumpleaños del dictador.
Ya no sé cuantos serán, 85, 86, da lo mismo.

O tal vez no, tal vez no da lo mismo, porque mientras más tiempo pasa, más se acerca a su muerte y más se aferra a su impunidad.
No faltarán las buenas almas que no guardan rencores y se compadecerán de su cáscara senil, de su porte encorvado de abuelo bonachón.
Sin embargo, y a pesar de creer férreamente en que este país ha avanzado en sus dolores, no puedo estar tranquila, y ningún chileno puede estar tranquilo viendo morir en la más completa tranquilidad al más grande dictador, asesino y ladrón que ha tenido este país.
No te deso felíz cumpleaños, viejo, no podría, solo me acordé, como me acuerdo cada año, y como lo seguiré recordando, lamentablemente por lo que me queda de vida, y como te seguirán recordando, seguramente, y por muchos años más miles de chilenos que sufrieron bajo tu maldito bototo, y que siguen esperando que no te mueras todavía, que te conserves un buen tiempo y que nos dures muchos años más, muchos años, para tener tiempo de sobra para hacerte pagar uno a uno tus crimenes, peso a peso tus robos, día a día los dolores de una generación completa de chilenos, Don Augusto José Ramón Pinochet Ugarte.

jueves, noviembre 24, 2005

Bajo el signo del Centauro


Nací un 24 de Noviembre de 1970.
Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 35.
Caleta.
No sé si alegrarme o sucumbir a la pena del inexorable paso del tiempo.

Siempre me gustó estar de cumpleaños, como era Noviembre siempre me los celebraban.
Era algo así como el inicio de las fiestas de fin de año, con el calorcito de la primavera en toda su plenitud, con horario de verano, con aromas ricos por todas partes, a rosas, a tierra mojada, cuando llegas del colegio y te cambias de ropa (en invierno uno no lo hacía) y riegas el pastito y el sol todavía no se pone.

Mis cumpleaños fueron siempre un acontecimiento, como hija mayor lo celebrábamos en grande, invitaban a todos mis amigos del pasaje y algunos del colegio, la casa se llenaba de globos y serpentinas, yo me ponía el vestido más bonito y todos me colmaban de regalos y besos, era la estrella.

Y jugábamos hasta muy entrada la noche, cuando mi lindo vestido terminaba lleno de tierra y los rizos que me hacía mi abuelita todos desarmados con los pinches colgando, la cara sucia y el alma desbordante de felicidad.
Me sigue alegrando cumplir años, le veo el lado positivo, sigue siendo Noviembre, sigue el mismo calorcito y como sigo siendo la mayor sigue llegando toda la familia a visitarme y colmarme de cariño.
Sin embargo cada vez es más el tiempo que dejo atrás con sus logros y errores, con sus cosas dulces y sus tropiezos de cada día.

Claro que ya no soy la misma, si hasta tengo una par de patitas de gallo que por más cremas restauradoras que uno use, se aferran silenciosas para continuar, seguramente, su expansión.

En el balance de estos años pesa considerablemente lo bueno, mi infancia dibujada de fantasías, monos japoneses, casa en el árbol, cuarteles de guerra y muñecas perfumadas.
Mi juventud aguerrida, de amores intensos, de aprendizaje en terreno, de un punta y codo constante, de un par de hijos en la mitad de la primera juventud.

Y ahora, ahora ya estoy grande, ya estoy bastante curtida, ahora no me confundo, no me entrampo en cosas nimias, no me vinculo con gente demasiado apesadumbrada y soluciono los conflictos con la paz que se han tejido mis días.
Creo que soy una mujer bastante felíz.

Tal vez no tengo todo el dinero ni seré todo lo profesionalmente exitosa que puede ser otra mujer de mi edad con mejores o las mismas oportunidades.
Pero no me quejo.
Y no me quejo porque mi mayor fuente de felicidad ha sido poder ir cumpliendo uno a uno mis sueños, uno tras otro, de a poco y sin descanso.
Este año, por ejemplo, construí mi casa según el patrón de mis anhelos.
El próximo tal vez tenga otro bebé (nada oficial, no se me entusiasmen) , y así, paso a paso.

Tengo la suerte de tener un hombre maravilloso al lado, brillante, dorado e inteligente.
Y un par de hijos ya casi hombres dando los frutos para los que fueron preparados.
Eso es, nada más ni nada menos.

Me tocará celebrar, supongo, mis 35, con harto copete y con la familia en pleno, en La Casa del Castor, obviamente (la original), la sede por excelencia.

Debe quedarme harto trecho todavía y sin embargo ya siento que lo he hecho todo, es cierto que estoy medio cansada, me siento en un minuto de la vida en que debo planear que haré el resto de lo que me queda con ella.
Mal no lo pienso pasar, claro.
Supongo que es hora de tomar de nuevo mi flecha y apuntar,
lo que debo clarificar es el blanco.
Es lo que me toca, según creo,
por haber nacido
bajo el signo del Centauro.

lunes, noviembre 21, 2005

"El Che Listado"


Era como un mito urbano,
la historia de este gordito medio gangster que tocaba el bandoneón en una tanguería del centro, en el Santiago de los años 30.

El Che listado se llamaba en realidad Juan Silva y estaba medio emparentado con don Víctor Domingo Silva, el connotado escritor y con Mario Silva Leiva, el tristemente célebre “Cabro Carrera”, de los dos era algo así como primo en algún grado relativamente lejano.
En una de las pocas fotos que se conservan de él se le puede ver muy a gusto levantando copas con Don Pedro Sienna, su amigo del alma y pionero del cine chileno (escribió, dirigió y protagonizó "El húsar de la muerte")

Le llamaban Che listado por su apariencia de galán argentino, por su peinado a la gomina, por su elegancia a toda prueba, por su talento con el bandoneón y por su peculiar vestimenta, solía llevar un terno a rayas muy común en los caballeros de la bohemia santiaguina de aquellos años.

Era un truhán y un conquistador, encantaba a las damas más refinadas con su galantería hasta que lograba hacerlas caer rendidas a sus pies para luego abandonarlas a su suerte por otra más bella.
Cuentan que siempre se salía con la suya, que una vez acosó tanto a una joven hermosa y delicada, y que al verse despreciado por ella, tras estériles esfuerzos de galantería, regalos y flores, un día cualquiera la raptó para hacerla suya.
Claro está que no tardó también en abandonarla para correr nuevamente tras faldas más frescas y jóvenes que pudieran seguir alimentando su ego y su fama de galán bonaerense.

Era un truhán también porque participó en numerosas estafas y varias páginas de matutinos de la época se llenaron de su foto en primera plana ofreciendo suculentas recompensas con la clara idea de encontrar a este rufián encantador y astuto.
El che listado hizo una pequeña fortuna a punta de estafas y mala vida.
A tal punto lleno sus arcas, que logró montar finos restoranes con magníficas lámparas de cristal y escaleras de mármol, un centenar de empleados, cocineros y garzones.
Y allí, entre sus empleados la encontró a ella, tan bella, tenía unos ojos de un verdor intenso, la piel muy blanca y tersa, era tan hermosa como inalcanzable...y veinte años menor.

Así y todo se dio a la conquista, pero ella que conocía su fama de tunante no se dejó sorprender.
Tan insoportable se hizo su sostenido desprecio, que este gordo bribón ocupando sus mejores tretas y galanterías más viles no descansó hasta hacerla suya. Luego de algún tiempo la joven y hermosa mujer le dio dos hijos.

El Che listado llegó a ser dueño de grandes negocios donde el jolgorio y la parranda eran pan de cada día, mujeres a granel, alcohol y mucha fiesta, noches de tango y bandoneón, de Piazzola, de Gardel, de los grandes, llenaban sus días y sus noches.
Cuentan que de esta vida licenciosa ni el gran Che listado pudo salir bien parado, y el destino no tardo en pasarle la cuenta.
Se dice que cierto día su bella princesa se cansó de él y lo abandonó bajo la complicidad de la madrugada, mientras dormía la mona después de una de tantas noches de juerga, dejando atrás las constantes amenazas de muerte con que solía dominarla y a las que ella jamás se acostumbró.

Como era de esperarse, luego de un tiempo sus negocios zozobraron, su fortuna se fue extinguiendo como el humo de tantos cigarros bohemios y el Che listado sucumbió a la pena del abandono y el desamor, perdió su encanto trasandino y el brillo de su pelo engominado.
La noche interminable se hizo en la vida de este rufián y sus dedos otrora hábiles entonaron los últimos y más tristes acordes de su viejo bandoneón.

Un amanecer de un miércoles lo encontraron muerto por allá por los años 60, en una pieza de algún cité olvidado del barrio Franklin. Su corazón no aguantó más tanto desenfreno.
El más recordado conquistador de las noches de tango del Santiago bohemio dejaba este mundo sin fortuna, sin fama y sin su musa.
Cuentan que su corazón jamás pudo con la pérdida de ese amor, de ese maldito amor sostenido a la fuerza y que nunca le fue correspondido. Y así fue como terminaron sus días de gloria.

No alcancé a conocer al Che listado en persona, ya había muerto hacía varios años cuando yo nací, pero sin embargo mi mamá siempre nos contaba su historia y nuestras vidas se llenaron de las imágenes de su leyenda.
Mi mamá, que junto a su hermano fueron la única herencia que quedó en este mundo de ese amor infortunado.
El Che listado era mi abuelo materno al que nunca conocí, Don Juan Silva, creo que hubiéramos sido grandes compinches, no me cabe la menor duda...

Esta historia la escribimos a dos manos con mi hermana Carmen Gloria, un año menor que yo.
Ella llenó algunos párrafos que yo desconocía y yo aporté coloreando con algo de magia en algunos vacíos que la historia dejaba.
Es la primera vez que lo recordamos así, tan claramente, era casi un tema medio prohibido...o tal vez ni eso, tal vez solo desconocido, lejano y medio olvidado en los archivos del tiempo y la nostalgia.

Hoy lo desempolvamos y rescatamos para reconciliarnos con su recuerdo, para decirle que igual nos habría gustado conocerlo, que ojalá haya encontrado la paz en algún lugar, muy lejos claro de nuestra amada abuela, que aún vive y a la que todavía le brillan los ojos con ese mismo verdor de la juventud...
Ella aún vive y es muy felíz .

Hoy con la Gloria le sacudimos un poco su terno a rayas,
le engominamos de nuevo el pelo, le llenamos su copa
y le encendimos un cigarrillo, le pusimos su bandoneón en las rodillas
para escuchar su último tango,
y dejarlo plasmado... en estas líneas”

viernes, noviembre 18, 2005

Dios mío, Ilumíname


Me creerán que no lo tengo claro. Para nada.
A Lavín lo descarto de una, ahí no tengo dudas, pero con los otros tres me pasan cosas, debo reconocerlo.

A Hirsch, por ejemplo, lo encuentro, como dirían las abuelitas “Dijecito”, como tan renovado y sonriente, como con el pasado y el alma limpita.
Me cae bien este Tomás, siempre positivo, andando en micro, vendiendo la del combatiente, con el manifiesto comunista recalcitrante siempre bajo la axila, convocando al pueblo muy al estilo Gladys Marín, reunidos en estadios enfervorizados y llenos de banderitas negri-rojas al viento y hablando desde un podio a su multitud fervorosa como si estuviéramos en los mejores años de la lucha armada, con los panfletitos listos para ser arrojados al viento y con sus discursos comunistoides de poeta combativo.
Si lo veo con la banda tricolor?,
De verlo lo veo, pero como haciendo parodia, como auto simulándose en algún programa tipo CQC.
Igual el tipo me cae bien, pero me entra la duda.

A Lavín le tengo buena no más, creo que es un buen tipo, no creo que sea un mal gallo, tiene su familión, sus buenas intenciones y nada más.
Payaso le dicen muchos por ahí, yo no sería tan dura, el tipo ni siquiera me causa gracia.

Piñera en cambio la lleva, siempre me ha gustado, es como chistosón él, como padrino buena tela, siempre lo he encontrado muy clever (aparte de atractivo), canchero, simpático y aparte, exitoso.
Pero me detengo en él con cierta curiosidad, me cuesta verlo con la banda, lo admito, si bien no puedo dejar de reparar en sus capacidades, me intrigan enormemente sus intenciones...
Para qué diablos echarse este cacho encima con toda la plata que tiene?
Para enriquecerse más? Está claro que no, los presidentes no ganan mucho, además el tipo ya es monetariamente exitoso..
.Porqué arriesgarse en esta faena en la que puede resultar claramente perjudicado...
Tiene de verdad vocación de servicio público? Por qué no?
Y las dudas se convierten entonces en claros puntos a su favor.

Trascender, claro está, el hombre es empresario exitoso, pero qué hay más exitoso en esta tierra que trascender. Nada, ni el poder.
Aparecer en los libros de historia, sublimar el apellido, trascender, y hacerlo con dignidad, como prócer, creo que por ahí va la cosa, por ahí se me aclaran sus intenciones...
Y le creo, debo decirlo, le creo al hombre.

Y la dama, ella, la Bachelet, es como la más clara para todos no?,
es como el modelo perfecto para asumir el mando, es cercana, astuta, vivió los horrores de la dictadura, ofrece la continuidad del actual gobierno, ocupó cargos importantes...y es mujer.
Claramente esto último mirado a primera vista puede ser un argumento bastante liviano y desechable, pero sin embargo no lo es.
Y no lo es porque para muchos hoy en día es una oportunidad histórica de ver a una mujer en el poder, parecerá sectaria esta idea pero es una de las que más me motivan.
Aparte de lo anterior nada en Bachelet me resulta lo suficientemente de peso como para elegirla. Debo ser sincera.

De que tengo ganas que la Concertación descanse un rato, tengo, como para que se echen una enjuagadita a la cara digo yo, para que se limpien ciertos vicios que inevitablemente se van agarrando en el camino, como para que tomen cierto airecito y miren de nuevo la cosa como un poquito más de afuera, con algo de distancia y veamos si estos derechistas renovados se han renovado de verdad.
Me entra una curiosidad morbosa por saber si realmente este país ha sanado o no todas sus heridas, y para saberlo no queda otra que arriesgarse.

O mejor seguimos como estamos, con esta continuidad que nos acomoda tanto, con este Presi-Papá que ahora nos dejará en manos de esta Presi-Mamá pero que igual nos seguirá cuidando de muy cerquita, al calor de los tratados firmados, de las obras empezadas y de los logros alcanzados. Tampoco es malo.

Que dilema, aunque parezca lo contrario, no lo tengo para nada claro,
siempre he sido de arriesgarme y demás que ahora lo haría,
pero como que todavía algo me falta,
pero diablos, de verdad no sé que es.

miércoles, noviembre 16, 2005

Pitéate un Flayte


Ayer vi en las noticias las ronchas que ha estado sacando un programa radial que ha impulsado la campaña:
"Por un futuro mejor, pitéate un flayte"
Me reí un buen rato, es re gracioso ver la cara de un tipo enfermo de flayte con una barra cruzada cual insecticida de lo más venenoso, no deja de ser chistoso el llamado, tampoco es menos gracioso el escándalo armado por un grupo de diputados en torno a la cuestión, lo que no es gracioso es la esencia del tema.
Esperé todo el rato la definición de "Pitéate" (que nunca dieron), porque de ahí parte todo,
si pitéate fuera sácalo de tu vida, repúdialo, hazle la guerra, despréciale, aunque suene fuerte igual me sigue haciendo gracia.
Pero nunca definieron el término y para mí (al menos para mí), por lo que logro captar o he escuchado en muchas ocasiones, la palabra "pitéate" es lisa y llanamente: "Mátalo".
Ahí se pone fuerte la cosa.

No hay que ser muy clever para captar que el asunto parte como un tallón, un chiste, y que lo primero que causa es gracia, que así como hay quienes se ríen de los discapacitados y los gallegos hay otros que llaman a exterminar flaytes.
El problema es que aquí no se trata de burlas sino de muerte.
Y ahí se me cae la risa.

Tampoco me gustan los flaytes, lo admito, no me gustan estos gallos hediondos, con el pantalón a medio culo, con el chaleco enrollado en la manga a punto de dar un lanzazo, pidiéndo monedas, escuchando sound y hablando Chiguá.
Tampoco me gustan cerca de mi vida, ni siquiera verlos, pero ahí están, como muchas otras cosas con las que convivimos y que también pueden no gustarnos.

No me gusta la palabra tolerancia, es tan fea si la analizamos con calma, tolerar significa apenas aguantar,
ni siquiera aceptar sino solo aguantar, aguantar callados y con rabia, tolerar es no solo no aceptar sino además seguir discriminando.
Yo cambiaría esa palabra por respeto.

Si se trata de combatir delincuentes me sumo, si se trata de exterminio me tendrán como férrea oponente.
No importa en que siglos estamos, para el caso da lo mismo, porque también en siglos pasados aún con más racismo y muerte también hubo gente que luchó contra eso.
Lo que importa es la evolución como humanos.

Flaytes hay en todos lados, los hay re pobres pero también hay flaytes cuicos,
en general son cabros humildes que son volados y delincuentes, cabros solos o con hogares pésimos.
Hoy son ellos, ayer fueron los judíos o los chinos o los esclavos africanos, también somos los chilenos en algún país nórdico (ojo con eso, cualquier cileno por allá está expuesto a un acto racista).

Nada más que decir, lo demás es caer en frases de campaña presidencial, y para qué si todos sabemos para donde va la cosa o para donde la podemos dirigir, porque obvio, está en nuestras manos, los que tenemos hijos que educar o un blog para expresarnos.

Por mi parte, y aunque me sigue haciendo algo de gracia la cara esa del pobre negro atravesado,
no me da
ni me va a dar nunca el cuero
como para pitiarme un flayte.

viernes, noviembre 11, 2005

Amor de blog (Mi post Nº 50)

Es inevitable pensar en rostros cuando se comienza un relato en el blog.
La mente se llena de imágenes de personas conocidas o anónimas, de los rostros que están tras la pantalla, los que sonríen, los que recuerdan o se emocionan con algo que uno escribe.
Este es mi post número 50.
Comencé esto en Julio motivada en parte por el efecto Villouta y su destape en el diario y en gran medida también por la intervención de la Shibuya, genio y figura que abrió ante mis ojos esta ventana inexplorada y llena de sorpresas.

La Shibu es a estas alturas una compinche, una suerte de alter ego, un genio incomprendido cuyas letras derraman irreverencia y pasión artística, es un verdadero talento, es mucho más que la polola de mi hijo menor.
Es inevitable que piense en ella también cuando escribo, en su carita redonda y sus ojos chinos.
Pienso en mi Shimoda también, mi príncipe de la colina, amor eterno y compañero de años, el mago que cristaliza mis sueños y en sus escritos que solo vierten ternura.

Es inevitable que piense en mis bro, y en todos aquellos amigos que saben de lo que hablo cuando escribo y se lo gozan.

Pero cuando me siento frente al teclado, y por más que trate de evitarlo, en quienes más pienso es en ustedes, los habitantes de la blogósfera, los que dejan comments, los que escriben a diario o semanal o muy seguido, los que mantienen un blog con el mismo amor que yo mantengo el mío.
Cómplices de sentires y artífices de sueños e idolatrías, a veces mudos y otras muy presentes.

Pienso en esos a los que leo, cuyos blogs me sobrecogen, cuyas letras me llevan por una montaña rusa de sentimientos, en aquellos cuyas palabras me hacen temblar frente al teclado y palpitar el corazón y me hacen hundir en ensueños y calideces.

Pienso, por ejemplo, en Davinia, en sus bellos ojos de ángel que se entornan dolorosos para traspasar de sus dedos las letras a la pantalla y de la pantalla a sus corazones ausentes, allá lejos, en su España otoñal.

Pienso en Gala, en como he llegado a conectarme tanto con esta desconocida de escritura cruda y potente, en como traspasa con maestría sus dolores a las letras.

Pienso en Indianguman por allá tan lejos, despierta cuando en este lado del hemisferio todos duermen, y que en su vigilia derrama versos de tierra gélida y envueltos en nieve finlandesa.

Pienso en la Marcylor y el Esteban, encontrados como por arte de magia en este bosque paralelo, conectados por este hechizo tecnológico, haciéndonos partícipes de este romance de blog desde sus inicios, cual estrellas de una farándula sostenida solo en símbolos.

Pienso en Pepet y su elegancia de Barón europeo, enamorando corazones con sus fábulas y leyendas forjadas entre líneas.

Pienso en el Señor K y en su atmósfera seductora, en su letra maestra, filosa, soberbia y atrapante.

En el profe Carvallo, en sus correrías nocturnas deleitándonos con su chispa, su encanto de juglar moderno y sus aventuras de medio poeta.

Pienso en la Fabiola, conservando su identidad chilena más allá del Atlántico, en lo mucho que me hace reír con sus locuras, en cuan cerca nos hace sentir

En el Tontograve, y no solamente porque sea mi hermano, sino por la notable clarividencia y nostalgia con que clavan sus palabras.

Pienso en El Cuervo, en mi cuervo, en como he llegado a amar las letras de éste pájaro de ébano, en sus no comentarios, en su anonimato que despierta mil conjeturas, en esa pasión que desborda en su prosa poética y que tiene hechizadas a decenas de chicas blog. A mí.
Claro que pienso en el cuervo, mi amor a primer blog, y por cierto, el único.

He obviado a varios, y lo siento, más que nada por no hacerlo tan extenso, pero pienso también en tantos otros que me acompañan cada día y que a modo de cariño y agradecimiento les he puesto un link en mi página para poder llegar con mayor rapidez a sus hojas hermosas, Judas, Hetsah, Claudia Ángel, mi despistada, Caín, Gwaihir, Anastassia y tantos más.

Este es mi post número 50.

No sé cuando va a parar todo esto, tal vez cuando la angustia de no saber que más escribir termine abatiendo el ingenio y el temple.
Tal vez prenda un día el Pc y no encuentre más la Casa del Castor quizá por algún antojo o nueva disposición de blogger (ante esto siempre es bueno un respaldo)
Tal vez lo termine hoy mismo, con este escrito número 50, que nace como siempre, de mis cavilaciones interminables y de mi caminar junto a ustedes.
Tal vez no termine jamás porque cada día que pasa es fuente de inspiración, cada instante en sí mismo lleva intrínseco el germen de la musa dormida.

Cuando comencé este blog lo hice con un poema que escribí el año 96, “Él a veces cae”, fue a modo de ensayo cuando nadie conocía todavía La Casa del Castor y aún se puede ver al inicio de esta misma página (no hay que ir a los archivos), después de eso no he hecho otra cosa que escribir desde lo más sincero, cada letra plasmada es parte absoluta de mi ser, mis rabias, mis poemas, mis dolores, mi estrofa de Fito, mis tareas pendientes, mis años 80, los recuerdos, la guachaca que llevo dentro, mis canciones, mi amor desbordante, mi pequeño gran mundo mágico, nada prescindible, al menos para mí.

Cuando abrí este blog fue únicamente para vaciar mi alma, escribir solo para mi, pero ya veo que no puedo, porque como El Cuervo me dijo un día...mis letras no me pertenecen.

Hoy, después de tantas líneas arrojadas al viento y alojadas en la calidez de esta casa de roedor, de este amor de blog, me detengo un instante.

Hoy no hago otra cosa que pensar en ustedes, en sus rostros, en sus miradas titilantes frente a la pantalla, y reconocerme en cada uno de vosotros.
Porque hoy, con la perspectiva que me da el tiempo, y el cariño desplegado en tantos relatos, creo que seguiré escribiendo y pensando en como haré día tras día para no hacer otra cosa que cumplir sus voluntades.


Mis cariños de siempre. Kiantei

martes, noviembre 08, 2005

Siempre quise ser Mina


Yo siempre quise ser Mina

Y no me refiero a ser la huachita rica tipo sino a la heroína de Stocker redibujada por el pincel de Coppola.

Me refiero a Wilhelmina Murray, Mina, amada inmortal, musa reencarnada del más grande príncipe de las tinieblas de todos los tiempos, el conde del lúgubre castillo entre los Cárpatos, el no muerto por excelencia, el príncipe rumano conocido como el empalador, por la afición de clavar en estacas a su enemigos, transformado en leyenda por Stocker y conocido eternamente como el conde Drácula.

Después de ver la cinta de Coppola me sumergí de lleno en el relato de Stocker a fin de captar cada detalle de la historia original.
En efecto, descubrí con gran sorpresa que ha sido una de las versiones más fieles al libro, lo recoge en forma íntegra e incluso más, ya que lo enriquece con los hechos históricos en que se basó la novela original.

De esta manera, en el film aparece el príncipe rumano del siglo XV Vlad Dracul (de la orden del dragón) cuya amada esposa al suponer que su enamorado ha caído en combate se suicida tras el engaño del enemigo turco.

Estremecido de dolor, desilusionado de la naturaleza de sus luchas y ante el pavor de tal infamia decide romper con la Iglesia por la que tanta sangre derramó.
Es en ese instante cuando Drácula maldice al alto cielo y toma su calidad de ángel caído, de monstruo que pacta con el lado oscuro. Y nace la leyenda.

Siempre me gustó esta Mina ignorante de su sino, siempre me gustó esa conexión desconocida con su príncipe. Siempre me gustó esta versión fresca y llena de motivaciones pasionales que se hizo del libro.

Tal vez si Bram Stocker hubiera esperado un poco más o le hubiera dado un par más de vueltas al asunto hubiese llegado él mismo a incluir este móvil a su demonio, el del amor eterno, el que traspasa la barrera del tiempo, el que atraviesa mil obstáculos para concretarse, aún el de la muerte, el del dolor o el de su propio averno.
Sin embargo, solo lo dejó como un asesino sin tiempo, condenado a la muerte en vida.

Me gusta este amor doloroso, la imagen de este mosaico delicado y perfecto en su perversidad, este vampiro que aún con los huesos estragados por las épocas conserva esa pasión que el tiempo no corrompe.

Ningún amor de novela ha sido para mí más intenso y poético, más visceral y eterno porque ya no es de índole humana sino divina, un amor delirante dentro de un concierto fantasmal.
Mina es la musa encontrada tras siglos de búsqueda enfermiza, tras regueros de sangre derramada y de fantasmagorías alucinantes.

Ah!, cómo admiro a Mina y su poder de seducción sin tiempo, de conservar este amor estremecedor que se mantiene intacto e ingrávido, como niebla de tristes presagios.
Y en su ignorancia, en el no saberse buscada, se mantiene en una espera palpitante y llena de sentido.

El príncipe la encuentra tras sus serie de métodos sanguinarios, exquisitos, de macabros tormentos, saltando por encima de siglos de acontecimientos prodigiosos, de toda una estirpe guerrera, serpenteando por las estribaciones del tiempo y la nostalgia, transformando la sangre en un instrumento de supervivencia, en un medio más que en un fin.

Me gusta esta historia, el cuadro de una época sombría, entre brumas y consternación.
Me gusta este príncipe sin tiempo que conserva impoluto un amor desgarrador.
Me gusta esta esposa devota que no perdona, que espera ansiosa aún sin saberlo, entre sombras oscilantes, la llegada de su amado.

Siempre quise ser Mina o parecerme a ella y beber la sangre del pecho del amado como sello de un amor eterno, como compromiso infinito de un vínculo perfecto y absoluto, vivir una historia con grandes consecuencias, entre fuegos llameantes, hasta que se convierta en leyenda.

Y que nadie sea capaz de borrar sus marcas y sus huellas.
Un pacto sagrado que ni el tiempo corrompa,
aunque solo queden los últimos efluvios y vestigios
de tan grande e inmenso amor.

domingo, noviembre 06, 2005

La Banda Sonora de mi vida


Sí, ya sé que se ha hablado antes de este tema en otros blogs y no pocas veces, y es comprensible, el tema es muy inspirador.
Pero cada uno tiene su propio soundtrack, es casi como una huella digital, muy personal.

Aclaro que no se trata de canciones que necesariamente me gusten o identifiquen sino de melodías que con el solo hecho de escucharlas me transportan a sitios, a aromas y momentos que me pertenecieron.

Es un poco una invitación a recordar porque además marcaron una época y lo más probable es que al leerlas también ustedes las recuerden y se trasladen a un sitio especial, a algún abrazo perdido en el tiempo, o a algún aroma atesorado en el regazo y abandonado en la nostalgia.

Es la banda sonora de mi vida.

Mis primeros años estuvieron musicalizados por los gustos de mi abuelita, “Por el amor de una mujer” de su amado Julito Iglesias ,”Ansiedad” de Nat King Cole y los “Detalles” de Roberto Carlos.
Era el año 73 o 74, cuando iba aun hotel donde ella trabajaba, era administradora o algo así y allí, entre los pasillos de roca medieval y pequeñas cascadas de aguas en penumbras, alumbrados sola por la luz tenue de unas lámparas apostadas en el suelo oía la voz afrancesada y rasposa de Charles Aznavour y su “De quererte así” mientras jugaba con tapitas de bebidas y con unas botellitas coleccionables de Coca Cola en miniatura sentada en un piso muy alto junto a una barra.

“El Tiempo en las Bastillas” de Ubiergo me lleva a Los Vilos, a una playa maravillosa en la que recogía jaibas, a una residencial azul donde nos llevaban el desayuno por las mañanas.

“Chiquitita” de Abba, “Eres tú” de Mocedades y los “Ojos de Bette Davis sonaban en el 79, los tangos de mi papá los sábados por la tarde o la Nueva Ola de mi mamá en la Cooperativa antes del toque de gong o los tambores con los informativos noticiosos.

Era en quinto básico cuando escuchaba “Pintame con besos” de Albert Hammond, “Claridad” y “Ámame una vez más” y entraba por primera vez a ese colegio grande y desconocido que me vería crecer y graduarme.

Los Platers y el “Only you” me llevan a la terraza de la casa grande de la abuelita paterna en Conchalí donde se congregaba la familia completa a ver el Festival de Viña en las noches de verano, cuando los primos jugaban alrededor de los adultos y comíamos sandía mirando la tele que todavía era en blanco y negro.

Es la voz de Juan Carlos Duque ganando Viña la melodía de uno de los tantos veranos en Cartagena, esos veranos calientes de familia numerosa caminando en las mañanas a la Playa chica (cuando todavía no se llenaba de flaites) , bajando a la caleta o corriendo por unos campos gigantescos y dorados de pasto seco.


El 83 tenía 12 años y sonaba “Paso la vida pensando” de José Feliciano, el “Amor relámpago” de Bosé y el “Me enamoré otra vez” de la Gloria Stefan cuando despertaba al primer amor y quedaba prendada de esos ojos turquesa que se me quedaron adheridos al alma, a estas alturas, supongo, para siempre.

“La cuncuna amarilla” o “Mi lindo Globito” de Mazapán me arrastran al tiempo en que nacieron mis dos hermanos chicos, el Gonza y la Valen que llegaron casi juntos robándonos el corazón y el espacio ganado en la casa por nosotros, los tres mayores.

Dean Martín y Jerry Lewis con sus temas románticos en las tardes de cine con leche y Fortesán.

Para que hablar de Silvio en los años de la lucha armada, de panfletos y meetings, Silvio, compañero de fogatas y navegados, de los primeros amores, de encuentros clandestinos y besos apasionados, “La era pariendo”, “Hoy no quiero estar lejos”, “Nuestro tema”, “De la ausencia y de ti” y tantos otros. Lo mismo con Sui Generis “Estación” o “Rasguña las piedras”

“One more night” de Phill Collins, “Careless whispers” de Wham, “Shout” de los Tears for Fears, me sumergen en las fiestas ochenteras, en los atraques en los oscurito, en las telas amasadas, en las chasquillas paradas y los aros plásticos rosados, en tirarse de guata en el pasto de la plaza los sábados tomando helados bañados en chocolate, en el pre-juvenil de la capilla, en el cura Jaime y sus sermones amorosos cuando le brillaba la pelada de transpiración tratando de convencernos de los dogmas que más tarde dirigirían nuestras vidas.

El dolor del puerto, la lejanía, la pena de no tener a mi amor cerca se bañan de las letras de Pablo Milanés y su “Yolanda”,” Hoy mi deber era” y “Cómo esperando Abril”de Silvio, esos temas me hablan de los cerros porteños por la noche bañándose de luces, de la Universidad en tiempos difíciles, de los momentos más duros que me ha tocado vivir, a los 18 años.

Los años dorados de Mundo Mágico se movieron al ritmo de "La Bilirrubina" de Juan Luis Guerra, derramaron la magia de Xuxa haciendo de "Campeón" el himo de nuestro parque y de sus niños y llenaron de amor mis atardeceres en el mirador de Minichile cuando cantábamos "Completamente Enamorados" de Chayanne, en esas tardes de lluvia en que no abría el parque y nos dedicábamos el día entero a soñarnos actores y bailarines de un teatro cargado de aplausos imaginarios y que hoy se derrumba ante los ojos nostalgicos de todos nosotros.

Cristina y los Subterráneos (“tú por mí, yo por ti”), “Sin documentos” de Calamaro y “You” me llevan al Barrio República en el 93, a las salas añosas donde batallaba para obtener un título, a las cervezas en el parque O´higgins, a los gritos de los de abajo en el Estadio, a las calles de Renca, a las últimas locuras juveniles, a los profes soporíferos, al maestro de historia aquel que me regalaba poemas escondidos

Luis Miguel es transversal a mi vida igual que Bosé, vuelvo a aclarar que no todas estas canciones son de mi gusto, jamás he sido fans de Luis Miguel, pero el tipo es del 70, igual que yo, e inevitablemente ha crecido a mi ritmo y su voz la he oído a lo largo de todo mi camino, aluciné con su “Fiebre de amor” cuando veía Chispita con la Lucerito, la primera juventud en que coreaba “Decídete” y “No me puedes dejar así”, hasta estos días en que me derriten sus boleros que acompañan mis noches de champagne y antorchas en los veranos de mi jardín.


Era The cure el que oía en cuarto medio, con “Boys Dont Cry” , o “Close to me” cuando armábamos las últimas guerras de papeles antes de graduarnos, cuando era candidata a la presidencia del Centro de Alumnos y los patios se llenaban de panfletos con mi nombre, cuando la Orietta me trataba de cartucha y me enseñaba todas las cosas malas que según ella a esa edad debía saber y que a la postre tanto me han servido.

Hoy en día aunque intente escuchar la música que me gusta, la Billie Holiday, el jazz negro, la música del Brasil a Sanz y tantos más, me siguen bombardeando melodías que se pegotean en el oído y se quedan grabadas en el subconsciente por más que trate de impedirlo, son las canciones que oyen mis hijos : Kudai, Lucybell, Linkin Park, Miranda, Blink 182 y que forzosamente me traerán sus recuerdos más adelante, sus correrías de adolescentes, sus barbas incipientes, sus pololas atacantes (nada personal Shibuya, hablo en general)

Porque ese es el encanto que tiene la música, que no solo es arte, es vida, es como compañera de viaje, como protagonista, porque inevitablemente uno escucha de fondo música mientras sigue viviendo, la música de tantas películas, de tantos momentos, de tanta vida.

Lo único que espero es que mis días sigan siempre llenos de melodías, porque aunque uno tenga muy buena memoria, es la música al igual que los perfumes y los aromas, los únicos capaces de hacernos revivir los mejores momentos de nuestra silenciosa vida.

jueves, noviembre 03, 2005

"La Jose"


La flaca trabajaba conmigo, alcanzó a estar un año, creo.
Costó contratarla porque buscaban a alguien realmente idóneo para un cargo tan importante.
La Jose es teóloga de la Católica, teóloga de las bakanes,
con honores y todo eso, con barreras superadas,
con argumentos sólidos, con camino recorrido.
Le tenía algo de susto cuando llegó, era como tan dominada en su ámbito, había viajado por la India sufriendo las penas negras de la miseria de Nueva Dheli, entre ratas y bichos pestilentes del Ganges,
pero la flaca se ganó todo mi cariño de una, todo mi cariño y mi admiración también.
La flaca es de ese tipo de gente que te dan ganas de tenerlas cómodas y contentas siempre, para que no se te vayan nunca del lado.
Sin embargo, por más linda que esta pega sea, es un apostolado, y un apostolado que por definición exige sacrificios que a veces superan la lógica.
Cuando uno tiene familia y raíz y responsabilidades, aperra, no queda otra,
y te bancas los sacrificios y rindes más del cien por ciento si es necesario.
Pero la flaca era un espíritu libre e inquieto y sin amarras, era del viento, igual que su marido, el Edo.
El Edo trabajaba en Sonda (tamaña empresa donde también tengo a algunos buenos amigos), buena pega, buen sueldo, en fin, tranquilidad.
Un día la Jose y el Edo decidieron partir, dejar atrás responsabilidades, escritorios, procesos teológicos, carpetas y marchar...
Y dejaron todo por seguir sus sueños, por volar, por perseguir a la vida.
Partieron juntos en pleno invierno santiaguino a conquistar los paraísos brasileños, a sacar fotos, a tentar negocios, a abrirse paso en la vida, sin maletas, sin raíces, sin más razones que sus sueños.
No es mucho lo que tengo que decir de ellos, han hecho oídos sordos a mucha crítica,
han sorteado obstáculos en un comienzo que no esperaban, y están dichosos, bronceados los muy malditos, disfrutando los atardeceres del Atlántico, la caipiriña y las arenas doradas de la América negra.
Dejaron todo para perseguir sus sueños y son felices, me consta que lo son.
Es una envidia del alma, de lo más profundo de mi ser, esa envidia que brota como cascada portentosa de no atreverse a imitarlos, de no poder dejar tirado el mundo entero detrás y partir a vivir lo soñado de una vez y por todas.
Claro que ahí tendría que empezar a enumerar que es lo soñado y cuando pienso...
en realidad la vida que tengo es lo que siempre soñé...y me consuelo.
Me das felicidad flaca, felicidad que estés contenta, alegría verte bien
(bueno, hoy vino a verme y por eso me inspiré).
Lo más probable es que si yo hubiese tenido tu tiempo, tu garra, tu marido (es una forma de decir),
tu resolución, tus ganas y tu entereza para partir así, de ese modo, ta valientemente...
Lo más probable...
Es que no lo hubiese hecho,
tenlo por seguro.