lunes, diciembre 31, 2007

Este Año...

Ay Dios, éste año.
Se va al fin.
No sé si al fin es muy bueno que se vaya, o no sé si al fin solo se va y lo despido.
Este año, interminable y doloroso, siniestro y encantador.
Este año ha sido una vida entera que sigue girando y en el pasar de las horas la esperanza de un nuevo comenzar.

Este Enero recibí la magia en uno de los más valiosos comentarios que he recibido en la larga vida de La Casa del Castor:
"Te invitamos a formar parte de Mujeres chilenas de 30"
Y entonces mis días vieron contención a mis lágrimas, valor a mis flaquezas, argumentos a mi sonrisa y la constatación de lo valiosa que puede ser una amistad aún a estas alturas en que uno pretende haberlo visto todo.

Este Febrero se vistió de descanso entre los calores de este valle de uvas y sandías estivales.

Este Marzo entre letras discordantes y versos desatados se entrecruzaron las llamas del infierno con lo que hay al otro lado.

Este Abril de lluvias de otoño me cantó la historia de un cuento en cien palabras y de un Cristo de ojos de cielo deambulando entre los vagones subterráneos de una ciudad que escribe.

Este Mayo comenzó el canto lejano de un Cicciolino que hizo detener mi tierra, girar mis rutas, cambiar mis tiempos y mis espacios entre el dolor más grande jamás vivido y la promesa de la sonrisa más bella tejida entre cartas de navegación, algodones de azúcar y conejos pintados en las nubes.

Este Junio de hielos y lluvias me convocaba en Tabernas de amigos, entre cantos de boleros viejos para tomarnos las manos y decir "Aquí estamos y estaremos" Y así, pese a todo y pese a los vientos nuevos, el humo y la sonrisa se hicieron certeza y abrazo.

Este Julio los dolores telúricos de esta tierra temblorosa se hicieron llanto y cadena y las voces de éstas mujeres chilenas de 30 tomaban forma, sonrisa y canto.

Este Agosto de Magia blanca se cubrieron las iglesias y los cerros y los cines y el correo y el Mapocho entero y los techos de todas las casas ante la revelación luminosa de una capital que no conocía la nieve.

Este Septiembre entre la dicha patriota y los volantines se tejieron las hebras de un capullito largo tiempo esperado, un capullito florido de ramos rosados de cerezos, un capullito anidado en el vientre entre la risa y la desdicha de su temprana partida dejó el corazón y la espera hecha río torrentoso de una pena que no pasa.

Este Octubre teñido de la sangre de tantas muejres chilenas derramadas bajo la brasa ardiente de sus propios hombres despidió a una Amapola enamorada de un ave que se hizo verso y poesía, que contuvo y desbordó y que al fin sucumbió al peso de sus propias y grandiosas certezas.

Este Noviembre saludé al centauro bajo el sol de una noche y grité a voz en cuello por la sangre derramada de un valiente bajo la luz de 3000 antorchas.

Este Diciembre abrazo la despedidad de este 2007 entre la risa y el abrazo de las mujeres más maravillosas que he conocido, alondras, nocturnas, hadas con poder de curar las heridas, luchadoras incansables por sus derechos y los de los otros, risueñas y lloronas, de regiones y del extranjero, madres, esposas, hijas, hermanas, novias y amantes.

"Somos invencibles" hemos dicho, y juramos protegernos unas a otras, nuestra amistad ha traspasado teclados, pantallas y distancias, simplemente porque nos queremos y aprendimos a aceptarnos con nuestras diferencias.
Una hermandad, una cofradía, un equipo.
Por lejos, lo mejor de todo este año.

Felíz Año 2008 a todos quienes me leen, a mis amigos tan queridos de mi Taberna, a los que dejó atrás también Amapola, a los de antes, a los de ahora, a los de siempre y a ustedes compañeras y amigas, mis Mujeres Chilenas de 30.


miércoles, diciembre 26, 2007

La Estación Fantasma.


Anoche soñe con la Estación fantasma.
Debe ser porque paso por ahí todos los días y todos los días me quedo pegada al vidrio del metro para poder verla.
Para quienes desconocen su existencia La Estación Fantasma está entre las estaciones Quinta Normal y Cummings.
Es fácil verla, sobre todo cuando sabemos que ahí está.
La primera vez que me contaron de la estación fantasma fue mi hijo Claudio.
"Fíjate - me dijo- cuando terminan las rayas blancas de los túneles aparece".
Entonces me preparé, puse las manos pegadas al vidrio para cubrirme la visión, entonces todo se oscureció y comenzaron las rayas blancas, pasaban y pasaban entre fogonazos de luces intermitentes mientras el vagón parecía estremecerse entero en tanto el tren iba cada vez más y más rápido.
Y la vi.
Apenas terminaron las rayas la vi.
Silenciosa y gigante, cubierta de telas grises para que no pudiesen distinguirla en medio de la oscuridad.
Larga, interminable, la estación fantasma se dejó ver por un trayecto que me pareció de segundos.
Luego de nuevo las rayas blancas pegadas a las paredes del túnel hasta llegar a la próxima estación.

En medio de mi sueño podía verla atravesada por los rayos del sol que se colaban por algunos agujeros y recovecos olvidados del techo del andén, como si se tratase de una Estación abandonada en medio de un mundo hace ya mucho tiempo devastado.
Podía verla brillando en medio del polvo con algunas estatuas (que bien podían ser personas momificadas por algún proceso inexplicable de carbonización) y el tren a su paso iba con una lentitud pasmosa que otorgaba aún más belleza a la luminosa aparición.

Según he oído jamás será abierta, se supone que estaba proyectada ahí la Estación Yungay bajo la plaza del roto chileno y que por alguna extraña razón el proyecto se estancó dejando los andenes intactos y olvidados bajo metros de tierra sin que nadie sepa de su existencia, salvo algunos, los que sin importar el que dirán de los pasajeros a bordo asoman sus ojos a la oscuridad y con la naríz pegada al vidrio hurgan entre la excitación y el desconcierto algún indicio de vida subterránea allí ... en la Estación Fantasma.

lunes, diciembre 24, 2007

Felíz Navidad!


martes, diciembre 11, 2007

Mi Boricua

¡El corazón me dio un salto Boricua!
Fueron las primeras palabras que dije y que me crearon el peor de los malentendidos por los que he tenido que pasar en esta travesía de retóricas discordantes.
Por buscarte entre tantas entrelíneas y recónditos rincones de letras y ciclones míticos.
Porque pensé que eras tú, tú distante y lejano apareciendo y desapareciendo entre las letras juglares de tu Olimpo de San Juan, Mágico y recortado entre la niebla de aquella Isla de encanto.
Tu Isla de encanto, sabrás ahora que se ha vinculado tu tierra a mi sangre desde muchos años antes incluso que me propusiera abrir estas páginas, que me soñe sus atardeceres rojos entre los cantos de Menudo y mis primeros besos y romances.

"Te leeré siempre, siempre y siempre lo haré" fue una de las últimas cosas que te oí decirme entre los oleajes de mis tiempos y ese acento tuyo cantado entre sones de caribes remotos.
Y sé que es así, que de vez en cuando te asomas a estos rincones de tantas puertas y de tantas ventanas a aromarte de cerezos o simplemente a disfrutar de los embriagues de esta mesa servida cuando el agobio de tu rutina y la sintonía del recuerdo te conectan con esta frecuencia.

Sé que así es porque siempre quedan migajas repartidas por el suelo, indicios de la trova que sostiene estos hilos, los tuyos, los míos y cuanto más lejos más cerca y viceversa.
Es un poco la ley de la amistad lejana, esa de no poder tocarse los dedos y aún así poder adivinarse los sabores en los versos o en la prosa.

Hoy por hoy ya no te espero, más bien nunca lo hice porque la ley de las distancias me habla solo de certezas.
Hoy por hoy la vida bella me convida hasta reírme de mi sombra, a disfrutar de los vientres fecundos, a seguir escribiendo de distancias celestes y campos de amapolas.
Mas si un día te devuelves y aceptas el destino de ser lo que de verdad eres, un poeta pintado de colores, procura golpear tres veces para saber que de verdad eres tú quien viene (y no equivocarme de nuevo), para sentir que no te has callado el llanto ni el canto, para entenderte distante entretejiendo azares de idas y retornos y al ver tus versos callados poder decirte en lo cierto que mi corazón ha dado un brinco y un salto por encontrarte de nuevo ... mi boricua.