
Eran los Ochenta...
Todavía era chica en los Ochenta, todavía llegaba del colegio a ver Candy en el Pipiripao mientras me tomaba la leche que me preparaba mi abuelita.
Todavía era chica en el comienzo de esos años.
Pero fue en esa época que crecí y me forjé a fuego hasta llegar a ser la mujer que soy ahora.
Eran los 80 cuando nació el Gonzita, mi hermanito esperado, tan blanquito como un ángel de luz en medio del invierno, en los días en que el Mapocho se salía a recuperar el poderío de sus aguas portentosas cubriendo los cauces que la civilización le arrebató...
Fue en lo 80 cuando corría por los pasillos de la Bolsa de Comercio, por sus subterráneos, descubriendo cada lugar del viejo edificio a la espera de que mi mamá terminara su jornada laboral.
Fue en los 80 cuando me comía a besos los posters de Charlie Alberti y nos contorneábamos furiosos al ritmo de King o Dead or Alive y Los Prisioneros tocaban en el patio de la escuela cuando aún no eran tan famosos.
Cuando el Toni formaba Revólver con el Star y soñaban con fama al ritmo de los primeros acordes de Los Beatles.
Cuando todavía las micros no eran amarillas y la mía era verde y la identificaba por el lagarto Juancho...
Cuando daban Robotech y me cantaba entera las canciones de Lyn Minmei y hasta me creía ella y amaba a Rick Hunter y hasta llené el álbum de láminas.
Cuando me enamoré del Mella y de sus ojos con toda mi alma y llenaba diarios de vida con versos de amor eterno.
Cuando la Orietta cantaba “El extraño del pelo largo” y se arrancaba de clases y nos daba plata para las micros cuando la cosa iba de mal en peor.
Cuando vi por primera vez Romeo y Julieta de Zeffirelli en la Biblioteca del colegio y nunca más me separé de Shakespeare.
Cuando iba a Teatro y al Taller Literario y hasta la profe quedaba maravillada con lo que fluía de mi pluma.
Fue en los Sábados ochenteros cuando recorríamos las calles con el Esteban en busca del sagrado carrete.
Cuando cantábamos a Sol y Lluvia, a Víctor, a Silvio, a Arak Pacha envueltos en ponchos y al calor de un navegado clandestino en las peñas de la capilla...
Cuando mataron al Chino Quilán en una protesta y las calles de la comuna se plagaron de su rostro pintado en las murallas clamando justicia ...
Cuando nos pilló el terremoto en medio del Persa de Zapadores y conocimos el horror en cientos de rostros y el vaivén interminable del pavimento...
Fue en los 80 cuando vino el Papa y todo el mundo se volcó a las calles y hasta los milicos se volvieron buenos...
Cuando ganó la Bolocco y todo Chile se paralizó de la Impresión.
Eran los ochenta cuando salí de 4° y en la fiesta de graduación era la más hermosa de todas enfundada en mi vestido blanco, y al despedirnos con el Devo para siempre después de tantos años juntos nos fundimos en un largo y anunciado beso.
Fue cuando te conocí en una micro, vestida de jumper y vi tus ojos transparentes que me hablaron de amor y me contaron nuestra historia entera con la claridad de un espejo...
Cuando nos escapamos a Pichilemu con la chiva del paseo de la Pastoral y me viste nacer tuya por primera vez bajo las estrellas y junto al rumor del mar...
Cuando nació mi Bachi en medio del fragor del triunfo del NO, a punto de alcanzar la tan anhelada democracia...
Cuando vimos caer al dictador tras tantos años de angustia y tantos “Y va a caer” en el forestal o en las plazas polvorientas de nuestras calles...
Fue en lo 80 donde quedó mi infancia y mi adolescencia, entre el canto popular y el pop gringo, entre Silvio y Durán Durán, entre Soda y Madonna, entre el llanto y la alegría.
En fin, lo mío es el recuerdo, el recuerdo bonito, el que llena las horas, el que pavimenta el presente...
Y como de recordar los 80 se trata es que hoy nos vamos todos a la Blondie a carretear con Yazoo, con Soda, con Devo, a bailar hasta que nos duelan las patas y a tomarnos hasta el agua del florero. (Aquí guateé)
(Ojalá vayan los giles de mi curso, porque ya les avisé a todos y Ojalá no quedemos tan borrados como la última vez. )
Kiantei