
Como con dolor de guata me tiene el tema, como con esos presentimientos de que se nos viene algo grande, algo histórico, que seremos testigos de una transformación no menor de la educación en Chile...
Etonces se me infla el pecho de orgullo, porque los protagonistas son nuestros hijos, mis hijos, los hijos de la democracia, los nietos de la dictadura.
Recuerdo jamás haber visto una movilización estudiantil que haya alcanzado estos niveles, ni siquiera en los años en que se municipalizaron los colegios, que fue justo el tiempo cuando yo estaba en la enseñanza media, cuando nos volcábamos a las calles para participar de las protestas hacia fines de la era Pinochet premunidos de banderas y pancartas.
Hace poco vi un documental sobre esos años "Actores Secundarios" retratando la frescura juvenil de estudiantes inspirados por grandiosos sueños, de su fuerza, de su coordenada disciplina que los llevó a agruparse y a movilizarse, de las tomas del Aplicación, de los meetings en la Alameda y de como sus sueños (nuestros sueños)chocaron estrepitosamente con el muro de la realidad de un mundo que jamás llegariamos a cambiar, de una generación de idealistas y de lo que llegaron a ser hoy en día.
Y la historia no para, puja y pulsa por seguir abriéndose paso y los jóvenes de ese entonces vimos parir democracia y la democracia de entonces nos vio parir a nuestros hijos, los que hoy se están tomando las calles, los colegios, vestidos de uniformes comprados a crédito porque de una u otra forma aunque gritáramos lo contrario nos hicimos parte del sistema.
Lo estoy viviendo particularmente de cerca, mis hijos son estudiantes de 3º y 4º medio en uno de los tantos "prestigiosos" colegios de educación municipalizada, se han tomado el colegio, se han movilizado, se han organizado y están formando parte también de los hechos que se están transformando en historia, junto a todos sus compañeros, de los otros colegios, de las otras regiones y del país entero, dándonos lecciones de coordinación pacífica, de organización, ellos...nuestros hijos.
Que envidia y que orgullo.
Ayer fuimos actores secundarios, los de los 80, pateando piedras y gritando revolución.
Hoy son ellos, los secundarios de los 2000 los Actores Principales, los protagonistas, sintiéndo el apoyo de un país entero, de las universidades, de los padres, de los profesores, hasta de los colegios de los ricos y los jardines infantiles, gritando en forma honesta y vigorosa sus honestas y elementales peticiones.
Y eso, eso, me llena de orgullo.
Actores principales.
Fuerza cabros, fuerza hijos, lo van a conseguir.