Pues eso.
Se disgustó con la flor y puesto que en su interior fluía el dolor y la pena se agarró a una bandada de pájaros migratorios y huyó, se marchó abandonándola, dejándola a su suerte para olvidar y conocer nuevos lugares, sitios que le trajeran consuelo y experiencias nuevas.
Pero no se puede.
Y los errores se pagan y lo problemas se enfrentan y los dolores se viven y se sufren y se lloran pues al fin es ése el único sentido que podemos encontrarle a los dolores... el poder que tienen para hacernos más sabios y grandes.
Y hay un día para llorar y otro para pararse.
Y hoy estoy de pie porque ya gasté todas lágrimas.
Y bueno, no es un diario de vida esta casita del castor, sino de algún modo las conclusiones a las que llego de cada uno de mis momentos que hasta el día de hoy ( o de ayer o de anteayer para ser más exactos) no fueron más que de felicidad.
Pero para eso también sirve la felicidad no?
Para dar esta fuerza en los momentos de crisis, ésta fuerza que ya no sé de donde me sale y esa sabiduría para dar ese consuelo que nunca imaginé que sería capaz de dar.
"¡Ah, principito....!
Así, poco a poco fui comprendiendo tu pequeña vida melancólica.
Durante largo tiempo tu única distracción fueron la suavidad de las puestas de sol...
...Porque sobre tu pequeño planeta, te bastaba mover la silla unos pasos y contemplabas el crepúsculo cada vez que lo querías..."
Y nada, no abandonaremos ésta vez a la flor, ni haremos las maletas, le miraremos a los ojos Principito y aunque por ahora no guarden más que lágrimas dejaremos (como corresponde) que la bandada de pájaros siga su curso y nos quedaremos, enfrentando la vida en la dimensión que tiene, escrita como está en sus renglones torcidos, haciendo de las suyas y no de las nuestras aunque lo hayamos planificado diferente.
Y que vá Principito, si de ésto nos estaremos riendo en un tiempo no tan lejano, si al fin y al cabo no es un problema, porque los problemas de un modo u otro tienen solución, ésta es una circunstancia de la vida y las circunstancias, bueno.... se viven tal cual vienen, se acomodan a la vida, se aceptan con la frente en alto y el temple de acero.
Así te criamos, así será bebé, gallardo como eres, sonriendo y sin lágrimas, como hombrecito, como Principito bello, como siempre.
Te amo con toda mi alma mi dulce y pequeño principito.