
“Volveré también encadenada a las bandadas de pájaros.
Te enviaré postales y cartas desde la costa del olvido
traeré regalos, meteoros,
caballitos de mar,
big bans, besos,
besos, besos...”
(Kiantei, 1er Post)
Me gusta mi blog, no me cansa, al contrario, me ha llenado de alegría en todo este tiempo, me energiza, me alimenta y me permite materializar una de mis aficiones más preciadas: Escribir.
Sin embargo, creo sentir la necesidad de una distancia, porque como todo gusto excesivo, tiene también algo de vicio.
Y siempre llega un momento, mientras uno se mantiene en su sano juicio, en que se debe parar y tomar un respiro, en que se hacen balances y se repasa la historia, en que no podemos dejar que del poco dormir y del mucho leer se nos seque el cerebro...como al hidalgo caballero.
Aunque no puedo negar que me dejaría atrapar felíz en la magia de esta telaraña sin mayores contemplaciones.
Ha sido un año intenso, de letras y sentimientos, de encuentros y lejanías y siempre es bueno hacer una pausa.
Aprovecharé mis vacaciones en el trabajo para dejar un poco de lado el teclado y la pantalla, más no las palabras, que seguiré seguramente derramando mediante la antigua y romántica práctica del fiel cuaderno y el lápiz, porque ya a estas alturas, es difícil dejar este nuevo amante en que se han transformado las letras.
Las que, que por cierto, les compartiré a mi regreso.
No puedo decir que no les extrañaré, en más de una ocasión me he sorprendido soñando y soñándoles en este universo de palabras a todos juntos, los que escribimos, viniendo de tierras lejanas y cercanas a una fiesta imaginada de bosques mitológicos, de bacanales al compás de la lira, de versos y poesías, donde derramaríamos vino y nos daríamos unos a otros la uvas de las letras en la propia boca, de besos frescos y lluvias finas de polvo de estrellas, traspasando límites, bordando nuestras realidades como solo nosotros podemos hacerlo.
Seguramente en más de una ocasión sucumba a la tentación de acercarme una que otra vez a espiarles.
Evitaré hacerlo.
Dejo mi Casa del Castor a vuestro cuidado, ya saben que pueden recorrerla con calma y confianza, escudriñar cada uno de sus rincones, mientras yo no esté, recorrerla desde aquel ya lejano Julio en que comencé una mañana helada a derramar estas letras, un poco movida por la curiosidad y otro tanto por la desesperación de escribir acumulada en tantos siglos de historia, hasta hoy, donde espero que puedan encontrar más de un trozo de mí y de ustedes mismos en ella, confío plenamente en que sabrán cuidarla en mi ausencia, no olviden dejar bien cerradas las puertas y las ventanas antes de partir.
Descansarán por ahora las hadas y las musas, descansará el Señor Castor en su hogar acogedor donde siempre reina el invierno y nunca es primavera...
Y nos estaremos encontrando en los espacios tranquilos de nuestras letras regaladas y sin mayores ambiciones que vertir nuestros corazones...
Nos estaremos encontrando, más temprano que tarde, amigos míos, en las proximidades de un otoño cercano.
Hasta pronto, hasta Marzo.
Mi abrazo de siempre.
Kiantei,
de La Casa del Castor.