Por estos días no me salen las letras, no me resultan, al menos no en La Casa del Castor.
Es extraño, yo, que siempre tuve tanto que decir.
Tal vez sea hora de guardar silencio, silencio absoluto, profundo y permanente... al menos mientras observo y sigo observando.
Qué hay de malo en el silencio?
A veces hace más ruido que todos los sonidos reunidos, a veces es bueno, a veces incluso hasta mejor.
Silencio, de ese que calma furias, contiene estallidos, alimenta almas.
Hay veces en que se pierde involuntariamente la razón y no queda más que abstenerse a las palabras.
Renuncio al acoso y la vigilia, renuncio a los ojos que me observan y a responder lo que no quiero responder.
Los que me conocen sabrán donde encontrarme , saben que siempre estoy en los rincones en que los ruidos del alma me resultan mejor.
Amigos míos, los espero en aquellos lugares.
Por estos días, en la Casa del Castor se disfrutará de un muy necesario silencio.