
Tengo el alma concentrada en mis adentros, en mis honduras, por eso no puedo pensar en nada más, ni en leer nada (ni los diarios), ni en escribir siquiera.
Es como un estado mágico de conexión pura, cósmica, casi mitológica, una conexión con todo el ser mujer, con toda una historia anidada en milenios... vientre tras vientre hasta llegar hasta este instante mágico, único e irrepetible en que daré a luz a mi Paloma, mi Capullito bordada en hilos de tantas estirpes juntas.
Es como si todos mis ancestros me hablaran a través de este vientre florido, como si todas las voces de otras épocas y otros tiempos vinieran a celebrarme en una fiesta, como si en este acontecimiento hubiese convocado a todos los que se fueron, a los que sucumbieron a mil naufragios, a todas las hadas, a todos los goces del hondo universo.
Y ya me queda poco tiempo, quizá horas, pues probablemente este Capullito nazca en estos días, mañana...el fin de semana tal vez.
Ya todos los vientos comenzaron a agitarse en mi entorno, ya todas las brisas de esta Primavera comienzan a gritarme su nombre con fuerza cuando el invierno se bate en retirada y se depide en silbidos de nubes viajeras hilvanando en reverencia sus últimas gotas, sus últimos fríos, sus débiles hielos...
Mi amiga Pancha está en Chile, cruzó el Atlántico para venir a verme y quiero pensar egoístamente en que no emigró tan solo para abrazar su patria sino para venir especialmente a mi encuentro.
Y es un regalo que de su helada Munich llegase justo para abrazarme en estos momentos.
Y su sonrisa de ojos de cristal me habla de paz y sus manos hermanas me acunan en la víspera de la magia y el milagro de dar a luz.
Ya me queda poco, es curioso como al dejarles fluir las letras llegan solas, como hadas que duermen en la punta de los dedos y solo basta un leve toque para despertarlas de nuevo.
Es curioso como se resiste uno a ese despierte pero bue...habitan en cada rincón de los que amamos las letras y acá están, de vuelta en esta fiesta de rayos de luz marcada por la alegría mansa y tibia , queriendo y haciendo de mis dedos lo que llega de los sueños...
Capullito dormida, Vidalita, Paloma de azúcar rosa, cántaro de mis danzas recónditas...te espero entonces a tientas en cada suspiro de primavera, en el perfume de las piedras y en el lenguaje de todos mis secretos.
Te animaste, vienes, eres valiente Capullito, desafiante pedazo de luna que me habita en aguas cálidas, vienes a probar del ancho de mis alas, del abrazo inmenso de una familia cómplice en amores y luces que habitan esta Casa del Castor para aprender el lenguaje de nuestros besos y los secretos de la tierra bajo nuestros pies.
Y acá estamos para acunar tu cabeza en nuestras manos, estamos listos, preparados para amarte en cuna de estrellas y caricias de luna, está todo dispuesto...puedes llegar cuando quieras...
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