Anoche vi una de esas tontas películas en que un niño desea ser grande y despierta siéndolo.
Y se encuentra en un mundo de adultos donde todo el éxito tiene que ver en parte con la corrupción y el engaño y a pesar de que en un principio se desilusiona, termina por contagiar de su magia e inocencia a todos los que le rodean en su nueva condición de adulto.
Sin embargo y a pesar de adaptarse y hacerse un lugar él quiere volver, retornar, siempre quiere volver a ser quien era y como al fin y al cabo no es más que una tonta película como tantas logra al fin revertir el hechizo y regresa a ser el niño que era en su inocencia y su ingenuidad.
Y nada, la película termina con una canción pegajosa y dulce y una sensación a malvavisco queda flotando en el alma tratando de pelearse con esa otra sensación, la del sabor menos dulce de saberse un adulto que se ha abierto paso en el mundo y que ha dejado atrás, muy atrás el niño que fue, un adulto que quizá tiene ya todos los vicios de los que quisiera salvarse y por más que frote una lámpara o se encierre en el closet con los ojos cerrados o derrame unos polvillos mágicos sobre su cabeza y duerma repitiendo que quiere volver a ser niño jamás regresará nunca a esa condición.
No pretendo que nadie me hable del camino recorrido y los pasos que hemos dado para ser lo que somos, tan solo intento penetrar la mirada de ojazos grandes que tenía a los tres años, a los cuatro, a los diez y ver qué tanto había dentro de lo que ahora tengo, qué tanto queda de lo que antes fui... tal vez algunas ideas sobre el mundo y las personas, tal vez unos cuentos viejos que todavía atesoro, tal vez nunca fui tan inocente o el mundo nunca llegó a ser tan malo y al mirarme de nuevo al espejo me sigo viendo la misma, tal cual... eso quisiera pensar.
Supongo que no sirve preguntarse desde cuando empezamos a ser egoístas o ambiciosos, cuándo fue el día en que comenzamos a mentir o a dejarnos sucumbir a tantas tentaciones, cuándo fue la primera vez que deseé que alguien desapareciera de este mundo...
Y ahora, a pesar de que sé que jamás volveré a tener esa mirada intento e intentaré en lo que me quede de tiempo recordarla incesantemente no solo para aferrarme al recuerdo sino para amarrarme a la certeza de que en el fondo seguimos siendo lo que fuimos y que en esencia nada nunca nos podrá jamás cambiar.
Y se encuentra en un mundo de adultos donde todo el éxito tiene que ver en parte con la corrupción y el engaño y a pesar de que en un principio se desilusiona, termina por contagiar de su magia e inocencia a todos los que le rodean en su nueva condición de adulto.
Sin embargo y a pesar de adaptarse y hacerse un lugar él quiere volver, retornar, siempre quiere volver a ser quien era y como al fin y al cabo no es más que una tonta película como tantas logra al fin revertir el hechizo y regresa a ser el niño que era en su inocencia y su ingenuidad.
Y nada, la película termina con una canción pegajosa y dulce y una sensación a malvavisco queda flotando en el alma tratando de pelearse con esa otra sensación, la del sabor menos dulce de saberse un adulto que se ha abierto paso en el mundo y que ha dejado atrás, muy atrás el niño que fue, un adulto que quizá tiene ya todos los vicios de los que quisiera salvarse y por más que frote una lámpara o se encierre en el closet con los ojos cerrados o derrame unos polvillos mágicos sobre su cabeza y duerma repitiendo que quiere volver a ser niño jamás regresará nunca a esa condición.
No pretendo que nadie me hable del camino recorrido y los pasos que hemos dado para ser lo que somos, tan solo intento penetrar la mirada de ojazos grandes que tenía a los tres años, a los cuatro, a los diez y ver qué tanto había dentro de lo que ahora tengo, qué tanto queda de lo que antes fui... tal vez algunas ideas sobre el mundo y las personas, tal vez unos cuentos viejos que todavía atesoro, tal vez nunca fui tan inocente o el mundo nunca llegó a ser tan malo y al mirarme de nuevo al espejo me sigo viendo la misma, tal cual... eso quisiera pensar.
Supongo que no sirve preguntarse desde cuando empezamos a ser egoístas o ambiciosos, cuándo fue el día en que comenzamos a mentir o a dejarnos sucumbir a tantas tentaciones, cuándo fue la primera vez que deseé que alguien desapareciera de este mundo...
Y ahora, a pesar de que sé que jamás volveré a tener esa mirada intento e intentaré en lo que me quede de tiempo recordarla incesantemente no solo para aferrarme al recuerdo sino para amarrarme a la certeza de que en el fondo seguimos siendo lo que fuimos y que en esencia nada nunca nos podrá jamás cambiar.
15 comentarios:
Niños niños, nunca mas vamos a poder volver a ser.
Pero hay algunas personas (como yo) que todavía tenemos alma de niños.
Recuerda que la edad no esté en los años que cumplimos.
Besitos
pd: Estaria bueno que me pasaras a visitar, hace tiempo que no se te ve por el castillo.
La niña K, anda por ahí.Siempre queda en un recodo del alma. A veces vuelve, precisamente para recordarnos lo que fuimos alguna vez. Para enfrentarnos con ese sentir carente de defensas.
Un abrazo a tu niña de ojos grandes.
mi problema es que aún no dejo de ser tan niña
quizás tan boba
mi valor siempre se me antoja ante todo pura ingenuidad
Por suerte (màs que por desgracia) guardamos en algùn rinconcito esa mirada de niño que brota, de vez en cuando, para hacernos mirar al mundo con otra òptica. Una muy buena reflexiòn. Abrazos.
Menos mal que existe una evolución en nosotros, que nos hace crecer, entender, volar de una manera diferente a cuando éramos niños.
Te dejo la lectura de mis ojos en la tarde.
Vos sabés siempre ver el vaso medio cheno nina no me vengás con reproches ahora, no?
Perdon, y eso...cuando fue?
jaja.
Petra
nice picture
simpre será necesario volver a mirar con la claridad de los niños...dicho acto, querida mía, no sólo es una idealización retórica, es un deber para los que aman la vida...
bonitas letras...salud!
siempre traigo en mi bolsillo un viejo dibujo para confirmar que no he perdido la inocencia, si todavía veo una boa tragando a un elefante estoy bien, mas si lo que veo es un sombrero sería preocupante...
un gran abrazo amiga mia, cuídese mucho....
chaito
Que lindaaaaaa!!! y ante todo sigues siendo buena, te lo digo yo.
Besos,
Coralya
Los cabros chicos la llevan !
Cliché: Son el futuro.
Acción: Somos nosotros.
"Estudié toda mi vida como adulto para aprender a pintar como niño"
- Pablo Picasso
Dejo un abrazo desde Buenos Aires.
MentesSueltas
Es bonito soñar, pero debemos ser conscientes de que estamos durmiendo.
Todos quisieramos volver a ser niños/as pero desgraciadamente no es posible; lo que sí es posible es soñar, pero sabiendo que estamos durmiendo.
Somos lo que el martillo y el yunque han hecho de nosotros pero, gracias a Dios o al azar o a la Providencia o a lo que sea..., el martillo y el yunque no han podido con nuestros sueños. Ni podran mientras vivamos si no los matamos nosotros.
Un beso de sueño kiantei.
Es increíble como pasan los años, cada vez más pronto, a medida que uno tiene más.
Hoy, al iniciar mi jornada, como esos pensamientos con los que a veces se despierta sin saber por qué, recordé algo ya olvidado: que cuando mis dos hijos mayores debían postular a varios colegios de enseñanza media, por haber cursado la básica en un colegio que sólo llegaba hasta ese nivel; cuando trataba de averiguar por teléfono, las condiciones de postulación, me decían entre otras cosas: "debes traer tus notas de octavo". Por teléfono, no me creían que era mamá de los postulantes. Eso ha cambiado, menos mal, porque era incómodo. Al leer este "blog" me sentí sintonizada.
Hace pocos días, al pasar por fuera de Curicó, recordé cuando tenía ocho años y le creía sencillamente a Lala, la empleada de mi casa que contaba que Curicó era la ciudad más hermosa del mundo y que el paseo del cerro Colón era también el más maravilloso del mundo.
Tambien, me hace recordar el cántico que dice: "Déjame nacer de nuevo, ¡Oh Señor! / No importa la edad que tenga, tú no lo tienes en cuenta ..." Aunque el modo es diferente, es una limpieza de alma.
Y del poeta del trompo de siete colores: " ... y qué suavidades tiene la ruta que el alma inventa, para volver a su infancia que se quedó en una aldea".
Y a pesar de los cambios, seguimos siendo las mismas personas: uno misma.
Un cariñoso abrazo.
Hay veces que los cambios son para mejor. La infancia también puede ser una prisión oscura, y la adultez, la anhelada liberación.
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