Jean Baptiste Grenouille poseía el talento del olfato.
Tenía la facultad de percibir todos los aromas del mundo y apoderarse de ellos de tal modo que fuese capaz aún con los ojos cerrados de hacerlos transitar por todo su cuerpo y así, fragmento a fragmento separarlos uno a uno para disfrutarlos en su esencia más primitiva hasta lograr el éxtasis absoluto del disfrute alevoso del más dulce de los placeres a los que puede acceder un ser humano... las esencias, que no son otra cosa que el alma de cada cual.
Sin embargo, aunque podría haberse quedado en el instinto remoto de regocijarse en las fragancias quiso descubrir el sentido de su talento y en la aplicación de todos los instrumentos para sacarle al fin a su inusual don algún provecho.
De este modo determinó que era el único hombre en el mundo capaz de crear la perfección:
Un perfume.
No un perfume cualquiera sino la combinación de los aromas más puros y exquisitos de toda la faz de la tierra...
Para eso se instruyó en las artes de la perfumería, se educó en los conocimientos más acabados de la destilación, se aplicó con determinación hasta estar seguro de poseer todas las herramientas que harían de él un maestro.
Y lo consiguió.
Y el producto de su creación resultó ser la esencia por excelencia, el aroma de los ángeles, la fragancia que nos han negado todos los dioses y que al más tenue de los contactos con el olfato es capaz de elevarnos hasta una condición etérea, mecernos al viento, regalarnos la magia, la brisa, el perdón, el éxtasis ... la gloria.
No es la historia del asesino la que me conmueve, ni la del París inmundo y atrapante en su decadencia en el que transitan los hechos... lo que me conmueve hasta el sollozo es la capacidad de reconocer aquel don escondido y menospreciado que podemos estar gestando en nuestro interior y que no somos capaces de ver, de exaltar, de examinar en todas sus fases.
Lo que me conmueve es cuando se confabula el universo entero en torno a la magia noble de ensalzar aquello para lo que hemos nacido.
Entonces el sentido de la vida se quita todos sus velos y aparece frente a nosotros en toda su magnificencia, como si siempre hubiese estado allí, frente a nuestros ojos dispuesto a ser admirado, contemplado y enaltecido, dispuesto a ser devorado con nuestra existencia terrenal y puesto en marcha.
Crear, crear en toda su magnitud, descifrar nuestros códigos más secretos, desmenuzar todo el potencial puesto en nuestras manos, en nuestros sentidos, en cada célula de nuestra piel y dejarlo ser, entretejerse, salir a flote.
Nuestra capacidad creadora es infinita, mágica, intransable, intransferible.
Sea cual se a nuestro talento nuestra misión es ser capaces de reconocerlo y dejarlo batir sus alas para ser gestores y creadores aunque nos cueste la muerte de aquel fruto de nuestra creación que nos llevará a la cumbre de todos los poderes:
El mejor de nuestros perfumes.
16 comentarios:
Ya quisiera tener su seguridad para descubrir a que estamos llamados, porque él no dudó, solo se dedicó a aprender y desarrollar lo que él cría verdadero... sabía que hoy postearías... te estaba esperando! besos...
"El perfume"
Buen libro.
Salu2
Te he matado con las ultimas peliculas, ajajja
deberia ser tu dealer oficial.
Simplemente precioso.
Besos.
El camino de la creación: ese intrincado laberinto donde se manejan aquellos que pueden sentir intensamente, explotar de angustia ante un dolor, ver la luminosidad de la vida en una flor, emocionarse en un amanecer, poder amar. Has elaborado una reflexión muy, pero muy clara. Abrazos.
Este escrito es de un bello aroma. Como el que se respira donde el castor. Es tu espacio, un lugar del que la creatividad no se ausenta. Rescatar la esencia. Como lo hace el perfumista.
Un abrazo querida.
interesante el rojo, ya lo imagino golpeando al viento.
cariños....gracias por tus palabras...el universo conspira......
respecto del post...mmmm...dicen que en la puerta del oráculo estaba escrito: "conócete a ti mismo"...
pienso que no hay obra creadora mayor que esta...: conocernos a nosotros mismos...
el proceso de síntesis que luego habrá de resultar, no puede sino dar cuenta de toda nuestra capacidad interior por desarrollar nuevos mundos, sutiles y grandiosos, más aún cuando son para regalar...
buena provocación querida Castora....
para otro día quedará la conversa sobre aquellos que, bajo este mismo paradigma, crean, pero para si mismos....
Como me gusto este libro ! y que pereza me da ver la pelicula..el director no podrá crear lo que yo imaginé leyéndolo.
Bello e intenso texto el tuyo sobre la creación
Saludos de alcachofa
Belo trabajo. Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
Has siempre.
Qué curioso, ayer justo estaba viendo la sinopsis, que venía en el DVD de Babel.
Y qué bien despegarse de Jean Baptiste y pensar en lo mismo que decía la parábola de los talentos...
De todas las habilidades la creatividad se lleva todos mis aplausos, puedo captar cuando alguien es original y especial, adoro y me inspira la creatividad en las personas incluso mas que la inteligencia.
Un Beso.
Extravié el libro algún día. Fue una mañana de lluvia.
Aún busco todos los perfumes.
Un abrazo.
ese libro fue el mejor que leí el año pasado, o uno de los mejores. y la peli debo verla sí o sí.
si la tienes me la prestas?
Interesante tu articulo..
Te confieso algo, durante años busqué "de lo estaba hecho", rescatando esos pequeños dones, algunos algo tontos, otros extraordinariamente inutiles, mi capacidad de saber la hora exacta (hasta q lo perdí), de adaptarme, de detectar esos sutiles olores en el viento para saber lo que venia...
Sabia que iba a necesitar algunas cosas cuando descubriera el sentido de la vida, iba a necesitar amigos verdaderos y algunos conocimientos prácticos, estudíe latín, teatro, aprendí de religiones y artes marciales. Lei cientos de libros de las más diversas naturalezas.
Construí redes de amigos, las enriquecí con lo que sabia, mire asombrado como las semillas que plantaba se convertian en hermosas flores, cada palabra que puse, cada consuelo que cambío una vida...
Entonces me sente a pensar, ¿cual sería el sentido de mi vida?
Y descubrí que, sin buscarlo, lo habia encontrado.
Un beso
Caín
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