jueves, noviembre 20, 2008

Lapsus


Vengo a hacerles señas desde las copas de mis árboles.
No fue más que un lapsus compañeros.

No es que le haya negado la entrada a alguno de ustedes a esta Casa del Castor.


Más bien la negué a mi misma, al tiempo, a las letras ... pues este capullito de colores no solo me consume la leche con voracidad, también me ha consumido el ser por entero, me ha hecho únicamente de ella, por completo. Por tanto estos dos meses hemos sido una sola (como lo fuimos los 9 meses anteriores)

Entonces todo lo demás se adormece, se petrifica en el tiempo y nada de lo que gira alrededor importa más en el mundo que su sonrisa rosa.


Pero el tiempo se encarga de ajustarlo todo y la vida nueva que se abre paso se encarga sola también de ajustarse al ritmo de las horas.
Es una maravilla.

Por tanto heme aquí una vez más en el correr de los días, regresando de mis vuelos migratorios, educada por el tiempo, saludando nuevos veleros (o a los mismos de siempre), accediendo a los hechizos y respirando dulces Noviembres de amapolas en flor para desenterrar nuevos y viejos prodigios.
Fue un lapsus.
Nunca nos fuimos.
Quizá nunca lo hagamos.
Quien sabe.