domingo, abril 30, 2006

100

Nunca pensé que haría mi post Número 100 en soledad, al igual que el 50 en que lo celebre casi como fiesta nacional, siempre pensé que el 100 iba a ser el acabóse, con saludos de amigos, mails, cariños por montones, pero no.
Es muy grande el juego de las vanidades, es muy difícil custodiar el genio interior cuando estás frente a cientos de ojos que te adulan y miran y ensalzan, es muy duro cuando alguno de ellos dice alguna palabra o alguna frase que pueda no caer bien y la dice además frente a todos.
Desde mis primeros escritos que descubrí mi fragilidad, mi debilidad frente a la crítica, mi poca tolerancia a la opinión adversa y pese a que, transcurrido un tiempo largo la logré sostener con cierta hidalguía, constato hoy lo frágil que sigo siendo.
No sé si volveré a abrir algún día realmente las páginas de mi blog a tantos que me acompañaron, que me entregaron un abrazo a distancia y su cariño sincero, no sé si lo haga más temprano que tarde o definitivamente no lo haga nunca y solo sea para mí este espacio perdido en este universo infinito.
Este es mi post Número 100, realmente estuve muy cerca de celebrarlo con todos y en grande, pero siempre he pensado que nada ocurre por casualidad y el estar aqui hoy sola conmigo misma me ayuda a despejar tantas ideas que por más que declamé a los cuatro vientos jamás confundir, terminé enredándolas peligrosamente en las barreras mágicas de la realidad y la fantasía.
Y eso no está bien.
Creo que me falta crecer aún en esto, conocer los límites, clarificarme de nuevo, no puedo ni podría dejar jamás de soñar, solo que, no todo el mundo entiende la vida de esta forma y la cordura y la locura de pronto entonan acorde tan símiles que duelen los oídos al oír...
Afectos reales, quien puede saber que es lo real, quien tiene el derecho de decirlo, quien tiene el derecho de borrarlo todo de una sola plumada, o de un solo corte de la electricidad.
Nunca pensé encontrar príncipes azules que atravesaran montañas para llevarme a otras regiones encantadas del tiempo y la imaginación, ni aves voladoras que me mostraran lo que existe al otro lado de las nubes, ni amores ocultos en los claros de luna de mil bosques, pero... si aparecían... ¿Qué importaba darse un poco la licencia de soñar, cual es el daño, cual la confusión, cual la pérdida, no somos todos un poco Juan de marco en nuestras vidas, y si no lo somos... porqué no, porque no, porqué diablos no?
No estoy sola en esto, eso si sé, la locura de soñar no es de mi patrimonio, sin embargo, hay veces en que me siento muy sola, sin Sanchos ni Dulcineas que finjan sostener mis dulces falacias, sola en medio de mis desérticos páramos, de mis antifaces y mis yermos.
Y ya no quiero sentirme más así.
Hay un ave de cuyas alas me aferré porque sentí que volaba como yo, pero sus sueños estaban muy lejos de los míos y llenó mis días de luz y así como los llenó se llevó la antorcha sin dar explicaciones, no me puede volver a pasar.
Felíz post número 100 Kiantei,
y larga vida a La Casa del Castor.

viernes, abril 28, 2006

Días extraños

Sucedió algo extraño, de esa clase de cosas que solo suceden cuando el universo entero se confabula y no ocurren sino cada tanto tiempo, por lo general, muy largo.
Estos días han sido especiales para mi, he retomado los escritos en la casa del castor como en un intento de volver a condensar lo que intenté diluir aunque casi sin proponérmelo, tratando de retomar el rumbo inicial y que en algún momento del camino y no se porque razón perdí (la verdad, lo sé, pero intento no escarbar más en ello)
Esta mañana, llegué al trabajo como cualquier mañana, la primera mañana realmente fría de este otoño que no acierta a desaparecer del todo, recorrí los pasillos de esta construcción colonial como lo hago todos los días, supervisando de alguna manera los recientes cambios de oficinas para ver si han quedado todos realmente conformes, aún hay cajas sin desarmar y en otras ya se han acomodado perfectamente.
Entré a una de ellas de las que están listas, me asombró el gusto exquisito de la dueña para acomodar los cuadros, las fotos, el escritorio y otros adornos...
Entonces la ví, ahí sobre un estante, de pie, como en perfecto ángulo mirándome abrazados Gary Cooper e Ingrid Bergman un antiguo VHS que anunciaba haber ganado más de un Oscar.
¿Es tuya esta película Ely?
La verdad no- me dijo- estaba en esta oficina cuando llegué y ha permanecido aquí mucho tiempo, supongo que era de la niña que ocupaba antes acá, de María José y tal vez la olvidó al marcharse, llamésmola.
Aló María José? Hola amiga, tanto tiempo, mira encontramos ...será tuya...estaba en un estante...y pensamos ¿No? ¿Y no sabes de quién? ¿Mucho tiempo? Bueno gracias, seguiremos preguntando.
Y así en un recorrido de largo por oficinas y llamados telefónicos preguntamos a todos los que pensamos que podían tener algún dato de su dueño. Y nada.
¿Pero que pasa Clau? ¿Porqué tanto interés en ella? Me pregunta la Ely
Y nada, no sé, es que esto es muy raro, es como si la hubiesen dejado aquí para mí.
Mira, parece importante, te brillan los ojos y como que te emocionaste.
Es que...amiga...esto no puede ser coincidencia.
Bueno, sabes, ya hicimos todo lo que debíamos hacer, preguntamos y nadie sabe, haremos lo siguiente, con la autoridad de haberla encontrado en mi oficina, te la regalo, es tuya, ahora, si alguien aparece y la reclama la devuelves, te parece?
Claro, por supuesto, me parece, muchas gracias, no sabes lo que esto significa Ely.
Así llegó a mis manos, como hablándome desde otras épocas y en varios idiomas, esta noche la veré, tal vez no sea una gran película, pero después de verla estaré aún más segura de por quien doblan las campanas, aunque desde hace algún tiempo que ya lo sé.

miércoles, abril 26, 2006

Volver a escribir

Nunca pensé que podría volver a escribir línea alguna en esta Casa del castor que hoy parece abandonada y sola...y en paz.
No pensé que podría volver a llenar jamás de líneas este espacio sin que hubiesen cientos de ojos mirando cada uno de mis movimientos.
Hoy estoy tranquila, me siento en paz, siento que he logrado que se marchen las visitas que llegaban sin interrupción una tras otra a tomar el té, a almorzar a cambiarme las cortinas, a ensuciar mis tapices, a agredir, a no dejarme en paz.
Hoy siento que se han marchado al fin y solo me he quedado en la compañía más suave y desinteresada, en la única persona en que puedo confiar y respirar en paz.
Hoy siento que esta casa del castor tiene las ventanas abiertas y el aire circula armonioso a traves de cada uno de sus rincones...y te veo al fin...y puedo mirarte a los ojos y sentir tu sonrisa bañada de mar y tus manos que destilan poesía sencilla...y puedo sentir que me abrazas en medio de este salón ahora desocupado y fresco. Y me siento felíz
Nunca quise escribir para nadie en especial, cuando abrí estas puertas tan solo esperaba conseguir un rincón donde pudiese respirar tan solo para mi misma y hoy he recuperado este espacio en la alegría de tu sola compañía.
Ojalá todo sea cierto...ojalá todo sea falso, y que es mejor cuando solo se quiere soñar, vivir en la falacia tierna de un encuentro inexistente o en la dulce realidad de un día a día cargado de almas que no logran sostenerse.

¿Por quien doblan las campanas?
¿Por quien tañen con tanta fuerza?
Acá en mi país decimos que cuando el río suena es porque piedras trae...no sé si es la misma idea, pero no me cabe duda que cada eco no es sino la constatación de un corazón latiendo cerca o lejos, a nuestro lado o tras la pantalla, tal vez a la vuelta de la esquina o tal vez más allá del Atlántico.

Tengo otra certeza: Yo al menos no podría vivir sin soñar.
Te quiero mucho.

martes, abril 04, 2006

Diluirse era la palabra...

En la profundidad de la palabra,
tal vez nos haga falta un antifaz.
¿Cuánto podemos pecar en unos minutos?
Cuántos minutos para pecar...
Diluirse era la palabra
Te leo siempre, siempre y siempre lo haré...

...Tal vez Diluirse no sea la palabra, tal vez la palabra no sea más que valentía, tal vez no sea más que lavarse la cara y volver a sonreír, y recuperarse alegre y en la dicha de un blog lleno de color, quien sabe.

Tal vez no haga mas falta en la vida que una persona que brille solo para uno en una remota isla en medio del océano, que surja en palabras, que se hile en hechos, que no quiera mas que oir breve una voz, una voz de risa y llanto contenido, de furias celestes, de pasiones a punto de reventar.

Tal vez no nos veamos jamás las caras (quien puede saberlo), tal vez no nos oigamos jamás la voz (aunque no lo creo) pero si sabemos que nos tenemos el uno al otro no solo en la profundidad de la palabra sino tal vez más allá, en un estallido de corazones, en unos eslabones desencontrados, en un par de almas que vagan errantes arrancando de mil mundos, de amores que no han sido (y otros que han sido), de ojos que no vean.

Te leo siempre, siempre y siempre lo haré, tengas el nombre que tengas, vivas donde vivas y estés donde estés.
Este espacio está sellado, absolutamente sellado, nadie sabe ni sabrá de él (a menos, claro que surja una casualidad de esas que solo Dios sabe mandar y caiga alguien quien sabe de donde)

Kiantei no logra dormir y su antifaz le permite sonreír y respirar.
Pero este es mi espacio, simple y sencillo.
Este es mi lugar, este es mi casa, mi espacio, tu casa, nuestro lugar, en solitario.
Cuando quieras, siempre estaré.

domingo, abril 02, 2006

Saldrás de ésta, te lo aseguro

"Grave" dijo la Adriana al teléfono.
Grave, esa fue la palabra que usó.
Claro que me da miedo, como no me va a dar y se me subió la sangre a la cabeza devolviéndome el dolor que hace un rato sentía tan fuerte y que apenas se me estaba empezando a pasar con el tapsin caliente que me tomé para ver si se detiene a este resfriado de mierda que no me deja ni respirar.
Grave, me dijo y como que me dio más fiebre todavía y más me dolió el cuerpo y más me lloraron los ojos.
"Pancreatitis y complicándose" remató después como para ir complementando la información.
Y me habló seco y cortante como cuando entregan el informe de carreteras, como dueña absoluta de la información.
Y mientras buscaba el lápiz y el papel para anotar el número de teléfono del hospital y del piso de la sala me retumbaba en la cabeza la frase esa.
Mentira, no puede estar grave, mi papá es un toro, una máquina, ha salido de otras peores, y de esta va a salir, pronto, ya lo verás Claudita, ya lo verás como se para luego, como se para igual de rápido que todas las veces anteriores, la vez que lo operaron del corazón o del estómago o la vez esa que chocó con el poste frente al metro Pajaritos y casi se mató y ya ves, casi un mes le tomó reponerse y qué pasó, se recuperó.
Dale Clau de qué diablos te preocupas...
Claro está que tenía hartos años menos, harto carrete menos, y harta fuerza más, pero da como igual no?
Hierba mala nunca muere diría mi abuelita y le creo, mi papá es de esas hierbas malas que no mueren, que tienen como ángeles que igual los cuidan, que no se caracterizan por las cosas buenas que han hecho en la vida pero que ahí están, parados, firmes, duros.
Grave dijo. La palabra no se me sale de la cabeza, y es en estos momentos donde la balanza de las cosas malas empieza a perder peso.
Grave. No puede ser. Ya a estas alturas de mi vida no juzgo ni condeno.
Igual me alegra que esté la Adriana para acompañarle en estos momentos, mi mamá no tendría las fuerzas.
Voy por otro Tapsin porque el dolor de cabeza se extiende al cuerpo, a la garganta, al corazón, y ya no me importa tanto esta gripe que no me las va a ganar, ahora tengo mucho miedo.
Grave dijo.
No le creo. No me puedes hacer esto ahora.
Vas a ver como sales de esta , como siempre, como antes.
Te lo aseguro.
No puede ser tan grave.