martes, noviembre 28, 2006

No voy a volver a sonreír...


De eso estoy segura. El día que parta se me va a borrar la sonrisa para siempre.
No voy a volver a sonreír porque de su alegría se han forjado mis años mejores.
No me interesa lo que haya hecho antes de que yo naciera porque desde que yo nací nació ella también para mi.
Y ahora, mucho antes de que parta, ya extraño el aroma de su ropa y el taconeo de sus zapatos, ya necesito su andar cortito, su tacto amoroso y sus bailoteos de mambo habanero al ritmo del ronroneo de su gato, extraño ya desde mucho antes los cuentos de mi infancia adornada de caracolas de mar, la historia de las gaviotas que me enseñó a mirar y el aplauso sonoro de sus alegrías al compás de mis primeros logros.

No voy a volver a sonreír pues solo con mi pena podré tasar la medida de su ausencia y el cantar que me hará falta, porque ya me pesa la garganta de tantas lágrimas que está juntando, porque me duele con anticipación la carencia del toque de sus manos de árbol y el perfume de tanta vida que ya lleva cargando. Sé que debo prepararme pero no sé como haré para volver a sonreír
Sé que le gusta estar sola porque siempre ha sido así su tránsito, midiendo el tiempo, templando el alma, caminando de puntillas para alegrarnos las horas malas, esas en los que solo ella estaba para sostenernos, en las que silbaba de lejos para que saliéramos a su encuentro, trayéndonos sorpresas, cariño, tiempo.

Dios, no quiero ni pensarlo, cómo devolver el tiempo, cómo conseguir que no sean 80 sino 50...40...20...y sé que pudiendo tantas cosas eso es algo que no puedo.
Sé que seguirá pasando el tiempo en su inminente embestida, que no habrá nada que pueda hacer más que intentar enriquecerme en el dolor, recordar con cariño, besar sus cosas para no dejarla jamás escaparse de mi alma y en un rincón sumergida en lo más profundo de mi pena me sentaré a pensar en ella el día en que no volveré a sonreír.

viernes, noviembre 24, 2006

Hoy puedo... (24 de Noviembre)

(Campos de Amapolas, Shirley Novack)

Hoy puedo marcharme hasta el reino de las totalidades para dejar mi poesía en la lluvia, en el tejado de todas las nostalgias, más allá de las piedras que guardan la roja memoria de la vida, en las vasijas de miel cosechada, en los caminos agrietados de la tristeza, en las harinas celestes de los molinos, en el viento que dispersa el trigo y las mareas, en el vino sombrío y dulce de secretas tabernas, en el perseverante sonido del corazón que ama, en los bordes de la oscuridad antes del relámpago y la alegría...

Hoy puedo dejar que mis versos fluyan, que sigan convertidos por siempre en canciones sedantes, en sonetos, en églogas, en elegías y desborden caminos y montes escarpados, reconociendo el río sangriento que siempre ha de ser la palabra escrita y amarte cantando y contando las historias que llevo tanto tiempo diciendote al oído.

Hoy puedo construir puentes, soles, barbas con plumas de colibríes y pensamientos. El punto aparte es la constelación de todas las maravillas. El trigo no sólo sirve para el pan, sino también para sembrarlo en el corazón, en las cerraduras y las campanas. Puedo gritar poemas en mil idiomas que nadie podrá traducir, porque son nuestros más hermosos secretos. Podemos ir al pasado vestidos de arlequines. En la punta de la luna dejamos nuestro amor como una bandera de rutilantes colores.

Hoy puedo tanto como nunca antes he podido, puedo escribir desde mi tiempo felíz y cansado, desde mi aparente distancia, desde mis mundos creados y las certezas más deliciosas que me besan cada día, puedo dar gracias a mis amigos de siempre, a los de antes, a los de ahora, a las musas, a los hados de mis caminos incesantes y cantar en coplas el canto y el cuento de esta vida de mil torbellinos de colores.

Hoy puedo dar gracias por cumplir un año más.

lunes, noviembre 20, 2006

Del Gabo y otros Demonios

Con nadie más, no me ha pasado nunca con nadie más.
Esa sensación de que lo pude haber escrito yo, que cada línea de cada uno de sus relatos la pude haber pensado antes, que me habla como mirándome a los ojos, como reconociéndome, como si no fuese más que parte suya y él de algún modo parte mía.

En tercero medio me hicieron leer por primera vez los Cien años y me desconsoló tan solo mirar la cantidad de hojas, sin embargo, el instantáneo sortilegio de las calles de Macondo trayéndome aromas conocidos e instantes de infinita magia no tardó en envolverme, en transmitirme el temblor de su temperamento oceánico.

Entonces supe que yo también podría escribir, que nada es más fácil que dejarse encantar por los hechos, por las historias imaginadas o reales y dejarse llevar por los más mágicos laberintos del tiempo y la nostalgia, que todo eso servía, que no más faltaba algo de tiempo y esa dosis de pasión que todo lo consigue, que mantiene los ímpetus en sus más altos voltajes, fue cuando García Márquez tomó el tutelaje de mis demonios y me llevó de la mano por los más intrincados pasadizos del asombro.

Me decepciona en parte haber leído su obra completa y haberle pisado los talones pues mi velocidad para leerle es infinitamente mayor que la de él para escribir, como es lógico, aún así, me llena de alegría el haberlo hecho, haberle ganado al tiempo y haberme llenado a estas alturas de mi vida de todo su ámbito alucinante.
Ojalá no muriera jamás, no al menos antes de conocerle, de darle la mano, de confundirme en los crepúsculos fragorosos de las tardes del caribe contados y descritos por sus propios labios, aunque sé que es tan difícil.

Pero me conformo Gabo con que aún existas y seguirás existiendo en tu obra para contarme la historia de tu pueblo sumido en la hojarasca humeante de la más prodigiosa de las centurias, el cuento de los pequeños ahogados en la magia de la luz , o de la bella cuyo sueño contemplaste para sentir muy dentro que la decrepitud de la vejez puede vencerse ante la preciosidad violenta y serena del erotismo antes de la muerte.
Seguirás contándome por siempre tus historias de funerales grandiosos, de abuelas desalmadas, de náufragos, secuestros y muertes anunciadas y el débil llanto del amor pervertido y desconsolado que se tiñó de lágrimas en las celdas de un claustro donde convergieron todos los demonios.

Maestro, eso siento que ha sido, y a muchos puede no gustarle y lo entiendo, sin embargo irremediablemente cada vez que termino estremecida alguno de sus libros quedo con una tremenda sed , con esa sed volcánica de mundos todavía no contados, de historias a las que pude haber pertenecido, de relatos mágicos y cifrados en versos, con una sed conmovida y sedada por tantas tribulaciones capituladas por uno de los más maravillosos genios de nuestro tiempo, con esa sed deseperante de más Gabriel García Márquez.

jueves, noviembre 16, 2006

Clap, clap, clap,

"Quedamos los que puedan sonreír en medio de la muerte en plena luz..."

Es bueno CLAP.
Club de literatos asesinos y pornográficos.
Al principio no le tenía mucha fe pero se ha vuelto un blog tremendamente interesante.
Y no es porque la administradora del blog sea una de mis más
cercanas secuaces sino porque de verdad me tiene asombrada la capacidad comunicativa que ha alcanzado el bloggeo y el desparpajo de las nuevas generaciones de bloggers.
Y digo Nuevas porque todo esto avanza tan rápido que ya muchos han quedado en el camino o las motivaciones iniciales han ido tranformándose. Y ahora los de antes ya somos los viejos.
Cuando el fenómeno surgió no era difícil dividirlos en: Diarios de Vida o con ambiciones literarias, muchos lo abrieron para espantar soledades (encontraron amores y se marcharon) otros para encontrarse a sí mismos (que de tanto buscarse también sucumbieron), otros para mantener su altísimo ego siempre elevado a costa de amigos virtuales (y de paso contrarrestar sus inseguridades), otros por moda, en fin, también varios de mis amigos queridos han quedado en el camino y sus blogs paralizados en algún punto sin retorno del tiempo y el espacio.
Hoy en día de los viejos cracks vamos quedando pocos. Y de los valiosos todavía menos.
Pero me asombra esta nueva camada, crítica e informada, bestial y literaria, culta y dolorosa.
Cuando armaron CLAP no les di más de un mes de vida (como varios de sus fundadores), su amenaza primera fue acabar con todos aquellos blogs de melosa poesía (me dio susto, lo reconozco) o pseudo literatos. En el camino descubrieron su verdadera veta y su objetivo principal mutó en una muy interesante creación colectiva.
Se trata de un grupo de aficionados a las letras, mordaces, cargados de azucaradas ironías y tremendamente informados. Ya no aspiran a despedazar a nadie sino a ser un aporte desde sus trincheras.
Cada post (así como los de cada uno en sus respectivos blogs) trae el germen de las nuevas ideas, de las recomendaciones acertadas, de las nuevas generaciones de escritores audaces y medio malditos. Han captado mi atención. Los leo y los sigo.
No aspiro a convertirme en una Clap pero, chicos, al menos saben que por estos bosques de melosas intenciones tienen una admiradora que los aplaude.

lunes, noviembre 13, 2006

Avatar...


Me despedí de ese blog y no me da ni pena. Bueno, no tanto.
Lo cerré porque no tenía más nada que decir.
O tal vez no quería decir allí nada más.
Porque la tregua con la poesía fue quizá el exorcismo de un año contenido, de placeres culpables, de juegos inventados, de encuentros y desencuentros, de egos puestos a prueba, de un autoconocimiento constante y que al fin ha dado frutos, puesto que he llegado a saber lo que soy capaz de hacer y de escribir y lo que soy capaz de hacer de hacer por escribir.
Lo cerré porque alcancé la deseada libertad en el ensueño de volar y llegué a tocar la luna casi con el solo roce de mis dedos.
Quise probar que podía hacerlo y lo hice.
Pero todo en exceso puede constituir un vicio y puesto que no estoy por el vicio es que me detuve. Y me siento conforme con lo que alcancé.
No me da pena porque si he de escribir poesía lo seguiré haciendo. Aquí, allí o más allá, quién sabe, hoy en día el mundo es tan extenso y lo seguirá siendo.
A los que lo conocieron les agradezco el cariño y las visitas.
Si he de regresar o no allí es algo que todavía no lo sé, también apremia un poco el tiempo, la cantidad de trabajo, la finalización del año que como cada ciclo culmina sobrecargado de actividades.
Estoy cansada, cansada y con poco tiempo, La Casa del Castor es mi reducto, mi hogar, mi consuelo, tal vez no pueda expresar acá todos mis intensos torbellinos, pero sin duda alguna me procura una paz que me costó alcanzar, ya no me agobia ni me desespera, ya no busco temas para postear interesante ni métodos, ni artificios para llamar la atención.
Acá he logrado sembrar flores donde me puedo recostar en intensa paz, verdaderos campos de amapolas en los que puedo sumirme en sueños profundos con la convicción absoluta que podré despertar en mejor estado.
No me da pena haber culminado un ciclo porque siempre he sabido quién soy y me encanta saber que voy a seguir siéndolo, porque adoro saberme y sentirme amada acá en la vida real, donde el amor es cierto, donde los besos son reales y se dan cada día y cada mañana, donde mi Shimoda maravilloso puede enredar en sus dedos mis cabellos y besarme una a una las pecas cada mañana y decirme así mirándome a los ojos, que cada día estoy más bella, que me ama como el primer día y que nada quisiera más en este mundo que volviésemos a tener un bebito entre los brazos.
Tener un blog sirve para conocer mucha, muchísima gente pero también sirve para confundir los afectos, lamento decir que también me sucedió, lamento decir que de los cientos de amigos que he conocido tan solo puedo rescatar a un par de buenos amigos cuyas letras admiro y a dos grandes secuaces con las que logramos sostenernos, querernos y continuar dándole duro a la vida más allá de las distancias (Si, caracolas, a ustedes me refiero)
Certezas, esa es mi reflexión final, nada importa más que las certezas, que lo verdadero al fin y al cabo no es tan invisible a los ojos puesto que por los ojos vemos las transparencias de las miradas, los cariños ciertos, las confianzas ganadas, el absoluto placer de amar de verdad en la vida real, que las vidas de papel no son más que la perfecta ilusión de lo que nunca seremos ni tendremos.
Acá estoy y estaré siempre, en el avatar de mis intensidades, en mi poesía descontrolada y en la crónica de mis días, de muchos de mis mejores días en La Casa del castor.

jueves, noviembre 09, 2006

Anoche...


Anoche soñé contigo.
Vamos, qué pasa...
¿Que estás tratando de decirme?
Ya sabes que yo no creo en eso de la interpretación de los sueños y cosas asi, ni que el agua significa esto y las novias esto otro. Para mí no son más que tonterías.
Los sueños son sueños no más.
Uno sueña lo que le late y punto, lo que lleva dentro, lo que teme, lo que aguarda, lo que vibra.
Uno sueña con lo que le importa muy dentro y yo...yo anoche soñé contigo.
Y no sé por qué.
Y si estás taratando de decirme algo, que me de cuenta de algo déjame decirte que te está resultando. Y me asusta.
Y claro, como no me voy a asustar si en general nunca planifico tanto nada, en general siempre sigo lo que me dicta el corazón, guiado, claro por ese toque de razón siempre tan necesario.
Y ahí estabas.
Perfecta y redondita, deliciosa y rosadita...preciosa, porque eras niña, debo decirte, eras niña, sana y completa, risueña y despierta.
Y no sé porque eras niña si nunca me han gustado así tanto, las que me ha tocado conocer son en general unas mañosas malcriadas pero tú... tú eras perfecta, tu aroma era el de los duraznitos del verano, tu piel la de un pastelito de crema y tus ojos...tus ojos resplandecían más lindos que todas las estrellitas juntas. Tan mía.
En fin, tú a mi puedes mandar a decirme lo que quieras, en sueños, o en poemas, en cartas o en visiones, sé donde estás y cuánto me buscas, sabes donde estoy y donde estaré por si un día de estos te sales al fin de mis sueños y vienes a decirme amor, así al oído y susurrando, lo que hace tanto tiempo quiero volver a escuchar.

martes, noviembre 07, 2006

Más Susanita que Mafalda



Cuando me di cuenta me asusté. No es posible.
Estamos en el siglo XXI, las mujeres pensamos, tomamos decisiones, hacemos las tareas a medias con el marido, ¿Que qué se creen, que nos vamos a quedar sumidas en la casa, haciendo soft y colgantes de Macramé?....y el discurso feminista, y la intelectualidad y el derecho y toda esa vaina de mujer moderna, porque claro soy una mujer moderna con las cosas claras, con la opinión arrasadora, con el debate a flor de piel y la discución encarnada en la sangre...Claro, claro...eso creo, eso digo, eso pienso.
Vaya tontera.
Cuando descubrí un día sentada en la ventana (a la hora de uno de tantos balances) que no había en el mundo una cosa que hubiera hecho mejor ni más a gusto y con más amor que la de ser madre me anduve medio asustando.
Ni la profesión que estudié ni el trabajo en el que me desempeño ni las miles de tareas que me han encomendado y sonreí, le sonreí a la farsa de la vida, al autoconvencimiento, a la lucha ilógica de muchas contra la naturaleza, contra el más primitivo de los instintos.
Una vez me preguntaron si me consideraba buena esposa.
"Soy mejor Madre" le dije y se fue sonriendo, no supe si de conformidad o por si habrá entendido mi respuesta como la negación a su pregunta.
Y qué hay de malo.
Qué hay de malo en querer que sea la mejor profesión del mundo, en posponerlo todo, en sobrellevarlo estoica y dolorosamente, en que todo lo demás pase a un segundo plano (o tercero o cuarto)
Qué hay de malo en dejar de hacernos las Mafaldas para ganar en un terreno que tenemos ganado por naturaleza.
Qué hay de malo en ser Susanitas aún en este siglo si toda la modernidad de la que ahora gozamos (y que ni nuestras madres tenían) nos ayuda a sacar adelante la tarea sin tener que dejarnos a nosotras mismas de lado.
Qué hay de malo en el discurso machista si al fin y al cabo sabemos que se doblega con un beso, que se tuerce entre mil caricias terminándose por hacer a fin de cuentas lo que nosotras deseamos.
Qué hay de malo si sabemos que es la piel la que envuelve y el alma de mujer la que rige todos los códigos.
Pues nada.
Y me da orgullo por eso reconocerme al fin mucho más Susanita que Mafalda.