miércoles, abril 25, 2007

Cuando yo era buena


Anoche vi una de esas tontas películas en que un niño desea ser grande y despierta siéndolo.
Y se encuentra en un mundo de adultos donde todo el éxito tiene que ver en parte con la corrupción y el engaño y a pesar de que en un principio se desilusiona, termina por contagiar de su magia e inocencia a todos los que le rodean en su nueva condición de adulto.
Sin embargo y a pesar de adaptarse y hacerse un lugar él quiere volver, retornar, siempre quiere volver a ser quien era y como al fin y al cabo no es más que una tonta película como tantas logra al fin revertir el hechizo y regresa a ser el niño que era en su inocencia y su ingenuidad.

Y nada, la película termina con una canción pegajosa y dulce y una sensación a malvavisco queda flotando en el alma tratando de pelearse con esa otra sensación, la del sabor menos dulce de saberse un adulto que se ha abierto paso en el mundo y que ha dejado atrás, muy atrás el niño que fue, un adulto que quizá tiene ya todos los vicios de los que quisiera salvarse y por más que frote una lámpara o se encierre en el closet con los ojos cerrados o derrame unos polvillos mágicos sobre su cabeza y duerma repitiendo que quiere volver a ser niño jamás regresará nunca a esa condición.

No pretendo que nadie me hable del camino recorrido y los pasos que hemos dado para ser lo que somos, tan solo intento penetrar la mirada de ojazos grandes que tenía a los tres años, a los cuatro, a los diez y ver qué tanto había dentro de lo que ahora tengo, qué tanto queda de lo que antes fui... tal vez algunas ideas sobre el mundo y las personas, tal vez unos cuentos viejos que todavía atesoro, tal vez nunca fui tan inocente o el mundo nunca llegó a ser tan malo y al mirarme de nuevo al espejo me sigo viendo la misma, tal cual... eso quisiera pensar.

Supongo que no sirve preguntarse desde cuando empezamos a ser egoístas o ambiciosos, cuándo fue el día en que comenzamos a mentir o a dejarnos sucumbir a tantas tentaciones, cuándo fue la primera vez que deseé que alguien desapareciera de este mundo...
Y ahora, a pesar de que sé que jamás volveré a tener esa mirada intento e intentaré en lo que me quede de tiempo recordarla incesantemente no solo para aferrarme al recuerdo sino para amarrarme a la certeza de que en el fondo seguimos siendo lo que fuimos y que en esencia nada nunca nos podrá jamás cambiar.

lunes, abril 23, 2007

Santiago en 100 Palabras



Me publicaron y estoy felíz.
Nunca pensé, en vista que llegan miles de participantes, pero ahí estaba, en la página 75 y casi llegué al techo del salto que pegué porque nadie nunca me avisó.
No gané ningún lugar pero estar entre los 100 mejores me deja de verdad muy felíz.
El mío no es mejor cuento que muchos, nació de un hecho puntual que viví en una estación de Metro hace ya bastante tiempo y como rayo de luz se me ocurrió transcribirlo. En ese minuto lo escribí como post en La Casa del Castor
Para el concurso lo adapté a microcuento y lo mandé.
Me publicaron en la edición de este año:
"Santiago en 100 palabras: Los 100 mejores cuentos"

Estoy muy contenta, sin embargo, lo que me pone más felíz es saber que en tantos rincones de esta ciudad la pluma vibra, la poesía fluye y los contadores de cuentos se multiplican en milagrosa avalancha para contarse historias al oído, para desencadenar la magia, para enaltecer el arte y conseguir sin más recurso que el noble poder de la palabra al fin y al cabo tan solo comunicarse .
Aquí se los comparto:
"Cristo en el Metro"

Vi a Cristo en el Metro, es lindo y de mirada celeste.
Tiene el pelo largo y rubio. Miraba los avisos del carro como mirando las estrellas. Seguramente nadie se dio cuenta que era él. Solo yo.
Nadie lo mirtaba. Solo yo. Nadie tiene idea que anda dando vueltas por las estaciones del Metro y que para camuflarse usa una mochila verde y un beatle rojo.
Y que va a la Universidad, seguramente a la Usah porque ahí se bajó.
Cuando se fue me cerró un ojo.
Seguramente me tiró una bendición"

lunes, abril 16, 2007

La Esencia de la Creatividad


Jean Baptiste Grenouille poseía el talento del olfato.
Tenía la facultad de percibir todos los aromas del mundo y apoderarse de ellos de tal modo que fuese capaz aún con los ojos cerrados de hacerlos transitar por todo su cuerpo y así, fragmento a fragmento separarlos uno a uno para disfrutarlos en su esencia más primitiva hasta lograr el éxtasis absoluto del disfrute alevoso del más dulce de los placeres a los que puede acceder un ser humano... las esencias, que no son otra cosa que el alma de cada cual.

Sin embargo, aunque podría haberse quedado en el instinto remoto de regocijarse en las fragancias quiso descubrir el sentido de su talento y en la aplicación de todos los instrumentos para sacarle al fin a su inusual don algún provecho.
De este modo determinó que era el único hombre en el mundo capaz de crear la perfección:

Un perfume.

No un perfume cualquiera sino la combinación de los aromas más puros y exquisitos de toda la faz de la tierra...
Para eso se instruyó en las artes de la perfumería, se educó en los conocimientos más acabados de la destilación, se aplicó con determinación hasta estar seguro de poseer todas las herramientas que harían de él un maestro.
Y lo consiguió.
Y el producto de su creación resultó ser la esencia por excelencia, el aroma de los ángeles, la fragancia que nos han negado todos los dioses y que al más tenue de los contactos con el olfato es capaz de elevarnos hasta una condición etérea, mecernos al viento, regalarnos la magia, la brisa, el perdón, el éxtasis ... la gloria.

No es la historia del asesino la que me conmueve, ni la del París inmundo y atrapante en su decadencia en el que transitan los hechos... lo que me conmueve hasta el sollozo es la capacidad de reconocer aquel don escondido y menospreciado que podemos estar gestando en nuestro interior y que no somos capaces de ver, de exaltar, de examinar en todas sus fases.
Lo que me conmueve es cuando se confabula el universo entero en torno a la magia noble de ensalzar aquello para lo que hemos nacido.
Entonces el sentido de la vida se quita todos sus velos y aparece frente a nosotros en toda su magnificencia, como si siempre hubiese estado allí, frente a nuestros ojos dispuesto a ser admirado, contemplado y enaltecido, dispuesto a ser devorado con nuestra existencia terrenal y puesto en marcha.

Crear, crear en toda su magnitud, descifrar nuestros códigos más secretos, desmenuzar todo el potencial puesto en nuestras manos, en nuestros sentidos, en cada célula de nuestra piel y dejarlo ser, entretejerse, salir a flote.
Nuestra capacidad creadora es infinita, mágica, intransable, intransferible.
Sea cual se a nuestro talento nuestra misión es ser capaces de reconocerlo y dejarlo batir sus alas para ser gestores y creadores aunque nos cueste la muerte de aquel fruto de nuestra creación que nos llevará a la cumbre de todos los poderes:
El mejor de nuestros perfumes.

martes, abril 10, 2007

Repartiendo Magia

"En el mismo instante, en un restaurante cerca del Moulin de la Gallette, el viento se colaba como por arte de magia bajo un mantel haciendo bailar las copas sin que nadie lo viera..."



A veces siento que hay personas que han nacido con el corazón más grande.
No digo bueno ni mejor, digo grande.
Grande casi literalmente, grande con esa capacidad de ser felices solo asistiendo al milagro de la felicidad de otros.

Grande con más amor para dar del que legalmente les está permitido entregar, eso quiere decir, trascendiendo familia, amistades, parentelas... amor rebosante y verdadero cruzando fronteras y razas, grande abarcando terrenos grandes.
Como los misioneros en tierras inhóspitas, por ejemplo, como los santos (quizá).

A veces siento que el amor que hay dentro del pecho es infinitamente mayor que el que estamos condenados a dar por opción o por papeles.
A veces siento que estoy parada al borde de un acantilado con la certeza absoluta que si doy un solo paso más seré capaz de volar.
Un momento de mi vida en el que soy capaz de todo y en el que el corazón ya no me cabe dentro del pecho, que puedo amar a mil por hora sin importar nada más, por el solo y simple ejercicio de amar, tan solo porque creo que amar es bueno para el alma.

Hace unos días vi Amelie por primera vez.
Fue como asistir al prodigio de una criatura adorable cuyo solo y simple sueño consistía en intervenir estratégicamente en la vida de los demás con el fin de hacerles la vida más amable y feliz.
Amélie, una estratega de la magia (en un Paris que si ya es bellísimo, en esta historia roza lo mítico), que se inventó juegos en las nubes, que lanzó por satisfacción piedras al Sena, que observó a la gente y dejó volar su imaginación me habló del lugar en el que me gusta estar, el mundo entero como un solo torbellino de magia insuflada a los pulmones.

Hay muchos que creen que no se puede, pero se puede.

Es cosa de detenerse y observar, de hacer el ejercicio de escucharse el propio corazón, tan atentamente y en tanto silencio que el bombeo llegue a inundarnos por completo y todo nuestro cuerpo sea un solo latir, un solo sonar de tambores, hasta sentir como el corazón crece y crece de tal modo que se logra amar a una furia y a una velocidad indescriptibles.
Entonces se engarzan prodigiosamente el gusto de reconocernos humanos contradictorios e imperfectos pero conocedores de todos los secretos de la vida y el poder absoluto de hacer crecer el corazón a voluntad para destinarlo al solo placer de repartir magia.
¡Qué sería de nosotros sin las nubes!

Parece una locura.
pero se puede.
Estoy segura que se puede.

lunes, abril 09, 2007

Libertad

Cuando uno escribe es inevitable pensar en los ojos que le seguirán con atención.
Y en esa lógica es tremendamente difícil escribir en libertad.
A veces uno escribe para si mismo, se deja envolver por la magia del día, el estado del tiempo, el clima, los ánimos y entonces las letras florecen como testimonio auténtico del pasar de los días.
En otras ocasiones, al pensar en los ojos tras la pantalla y lo que ellos provocan se lanzan misiles teledirigidos con la sola intencion de llegar directamente a un blanco.

Sin embargo no hay valor más dulce y sonoro que el ejercicio de escribir en libertad, en la libertad de crear sin pensar en mas allá, sin sentirse atado, perseguido, acosado, juzgado, malinterpretado...
Escribir, escribirlo todo, que don tan maravilloso, soltarse las amarras, volar sin tajamares de racionalización, sin ataduras, sin esperar reacciones ni aventurar respuestas...volar al escribir, escribir al volar, hacer volar techumbres, barajas, sombreros, relojes con las alas extendidas como arcoiris embriagados en luces.

Tan solo destellos.
Letras que se atropellan, que van y vienen, poesía que se ahoga y se contiene en la garganta, que más da que haya mil ojos tras esta pantalla cuando el punto aparte no es más que la constelación de todas las maravillas.
Solo escribiendo en libertad podemos gritar en todos los idiomas vestidos de rutilantes arlequines.

No volveré a sentirme con las manos atadas ni con mil ojos siguiendo la huella de mis pasos, que más da, si es el silencio al fin el que resguarda y fiscaliza nuestra libertad.
Tan solo destellos que pueden apagarse un día y reinventarse al otro, nacer y morir en una página de bosque para resucitar quizá nunca quizá siempre en alguna vieja taberna donde solo convergen los amigos.
El día a día se teje entre sueños y en la punta de la luna podré clavar mi amor entero como una bandera de rutilantes colores y donde me pondré en el andar de cada día la armadura que proteja al escribir mi tan ansiada libertad.

jueves, abril 05, 2007

Se ha ido

Lo visité un par de veces, me gustaba su foto porque lucía guapo.
Era de esos bloggers que te los encuentras en varias partes y nunca visitas, pero recuerdas su nombre, su avatar y hasta el nombre de su blog.
Ayer estuve con mi querida Hetsah (de Colombia) y me contó.
"Se nos fue un blogger, falleció este Domingo, yo le quería entrañablemente"
Entonces sus ojos se llenaron de lágrimas y yo no pude sino contener la voz, me traspasó en el dolor y no solo porque se apaga una luz tan joven en este mundo sino por la constatción dolorosa del cariño real que se genera en este universo.

Se ha ido Hugo y su página sigue y seguirá estando ahí, abierta, online, recibiendo comentarios quien sabe si para siempre.
Llevo casi dos años en la blogósfera y he tenido la oportunidad de conocer tanta gente, tantos amigos, tantos conocidos y otros tantos cuyas letras sigo aún en el silencio, somos parte de sus vidas y han llegado a ser parte de las nuestras.

He sido testigo de romances fugaces y otros tantos más duraderos, he visto en el transcurso de este tiempo nacer varios cachorros Blogger... Amandita (de la Pancha), Máximo (de Marcylor y Esteban), Vicente (de la Eterna Despistada), he visto blogs que han muerto y han resucitado, otros que se han ido para siempre, grandes amigos, avatares de la vida que va y viene, peleas furiosas y amores porfiados que no cesan, que no callan y no paran.
He visto la vida misma en una amplitud grande, abierta, me ha gustado, claro que sí, ya a estas alturas más que una moda, escribir es parte de la vida.

Hoy estoy triste, en varias ocasiones imaginé cómo sería cuando uno de nosotros partiera para siempre, su espacio detenido, el recuerdo intacto, sus letras abiertas a todos, como un regalo, como una parte suya que nunca, jamás se irá.
Un abrazo a la lejana distancia querido Hugo, en la más cierta de las cercanías, porque si algo lindo nos dejaste es tu presencia entre nosotros para siempre.