viernes, marzo 23, 2007

Silencio

Por estos días no me salen las letras, no me resultan, al menos no en La Casa del Castor.
Es extraño, yo, que siempre tuve tanto que decir.
Tal vez sea hora de guardar silencio, silencio absoluto, profundo y permanente... al menos mientras observo y sigo observando.
Qué hay de malo en el silencio?
A veces hace más ruido que todos los sonidos reunidos, a veces es bueno, a veces incluso hasta mejor.
Silencio, de ese que calma furias, contiene estallidos, alimenta almas.
Hay veces en que se pierde involuntariamente la razón y no queda más que abstenerse a las palabras.
Renuncio al acoso y la vigilia, renuncio a los ojos que me observan y a responder lo que no quiero responder.

Los que me conocen sabrán donde encontrarme , saben que siempre estoy en los rincones en que los ruidos del alma me resultan mejor.

Amigos míos, los espero en aquellos lugares.
Por estos días, en la Casa del Castor se disfrutará de un muy necesario silencio.

miércoles, marzo 21, 2007

Paciencia...Y qué mas?


Juro que le tenía fe.
Juro que no hallaba la hora en que los choferes dejaran de ser asaltados y se subieran payasos transpirados a agarrar a la gente pal chuleteo y heladeros lanzas, y que las micros no les pararan a los escolares y los trataran mal.

Juro que odiaba la 300 por flayte, a la 248 por tortuga, a la 422 por que no pasaba nunca, a la 204 por darse la tremenda vuelta, a la 228 por pasar tan lejos.
Pero diablos, al menos me dejaban en la pega en media hora y por $380 y si faltaba una al menos tenía a la otra o a la otra o a la otra.

Estoy con rabia, estoy con rabia por la gente, estoy con rabia por el tiempo perdido, estoy con rabia porque le tenía fe, juro que le tenía fe y la mejor disposición. Y ya no.
Han pasado los días y al menos ya no se siente tanto calor como hace un par de semanas, el aire más fresco colabora en parte con hacernos el trayecto más grato.

Siempre he sido paciente, sobre todo con las ocurrentes ideas de cada uno de estos gobiernos que nosotros mismos hemos elegido.
Pero este plan está muy lejos de haber sido bien pensado, la idea es buena, lo reconozco, sin embargo, para que una idea buena prospere todos los factores que la sostienen tienen que haber sido cuidadosamente pulidos y estratégicamente planificados. No es el caso.

No sé que va a pasar y ya no voy a seguir escribiendo por ahora porque tengo mucha rabia y no quiero desprestigiarme en este sitio con todas las palabrotas que en estos instantes me consumen.

Se me agota la paciencia y me comienza a inundar el desespero.
Amigos del extranjero, no voy a invitarlos a conocer la capital de mi país.... por ahora.

jueves, marzo 15, 2007

Su nombre era Alejandro



Alejandro. Y quedó archivado, perdido quizás para siempre en algún sitio lejano del tiempo y la nostalgia.De vez en cuando recuerdo sus ojos, muy de vez en cuando, tan solo cuando la voracidad de las actividades diarias me regalan instantes (muy pocos) para el ocio.
Sin embargo, más seguido que olvidado, repito su nombre que crece como el eco entre los vestigios de tantas paredes viejas.

El era algo así como un Terry Grandchester, el más grande de la clase, el más rebelde, el único que fumaba a los 12 años y nada le importaba, ni arrancarse por las ventanas cuando entraba el profesor de matemáticas, ni usar la corbata desatada, ni cortarse el cabello revuelto, salvaje, cuando todos los demás niños (dos años más pequeños) eramos obligados a respetar la férrea disciplina de ese colegio inmenso en medio de la ciudad.
Nada le importaba al rebelde aquel de ojos oscuros, ni el orden, ni las reglas, ni las normas, ni el rubor de mis mejillas el día en que me miró por vez primera para decirme entre caricias de durazno y un beso robado al pasar que jamás nada lo había domado de tal forma como el encuentro con mis ojos.

Tal vez es una historia ya demasiado olvidada, como tantas otras que también he dejado atrás.
Hoy recordé su nombre en el instante preciso en que un viento norte me sacudió el cabello y me remontó al instante mágico del amor primero que según dicen...jamás se olvida.
No se olvida ni con mil amores aunque ya no existan esos cuadernos viejos en los que en un otoño lejano escribías dentro de un gran corazón dibujado con tinta púrpura: "Claudia y Alejandro".

martes, marzo 13, 2007

A que hueles?


Nada, solo disparo letras el día de hoy en medio de este Santiago luminoso que no abandona el verano, que se mueve a pasos tenues entre un plan de movilización que intenta hacernos la vida más sencilla y que sin embargo, hasta ahora, se conforma con vernos sudar a toda hora del día.
Jugando a mover los dedos tras esta pantalla que me ha visto tantas veces tejer historias, ciertas y de las otras, dulces y de las no tanto, intentando entender amores extraños a los que sin embargo ni en esta vida ni en otras miles (si las hubiera) podría ser capaz de corresponder.
¿Qué quiero hoy por hoy?
¿Dejar que pase el tiempo implacable así sin más para ver como se va la vida entre los dedos y un teclado?
¿Detenerme en el instante auspicioso en que mil luces me llaman a un encuentro imaginado?
O acaso tan solo tejer entrelíneas para ver como viven y van los días en esta Casa del castor que me ha regalado el sabor de tantos momentos...
A veces no quisiera estar más encontrada, y otras tantas, como hoy, tan solo añorar la lluvia, el aroma de la madera entrando por la ventana, el batir de las alas de un cuervo sobrevolando una ciudad cualquiera recordando vidas pasadas en que lo soñaron poeta.

Dejarme acariciar por unas manos lejanas al final de un sendero cualquiera, que me tape los ojos para tan solo sentirle el aroma.

A qué hueles, me pregunto... a caricia de agua, a vaho de la mañana, a roce de espuma rompiendo en las rocas entre rugidos blancos, a arpegios de guitarra entonando serenatas.

A campanarios viejos donde convergen palomas errantes entre el doblar campanas lejanas.

A frutas frescas, pastas italianas, piedras de colores, agua, pasto, viento, lodo, a cuerpo silencioso, lejano, doliente, alejándose entre los cerros... a viento celeste despeinándote, a cielo.
A qué huelen tus manos moldeando recuerdos, diseñando cantos, resaturando viejos conciertos de otros artistas, de cientos de historias ancestrales.

A qué hueles, me pregunto, pero cierro los ojos... y te siento.



sábado, marzo 10, 2007

Asignatura Pendiente


"Tengo ganas de no tener ganas,
de comprarme un boleto de regreso al ayer"



No todo lo que escribo tiene por qué entenderlo todo el mundo, hasta la fecha con mas de 150 escritos y casi dos años de blog aún no logro comprender la finalidad completa de estas líneas, de estos renglones a veces torcidos que se llenan día a día con el andar del tiempo.
Pido disculpas ahora a quien no pueda entender este post o tal vez tantos otros anteriores en los que me he visto escribiendo sumida quizá en otros tantos desconciertos.

Un guiño insomne en Alemania, una sonrisa comprensiva en Finlandia, otro suspiro en Maipú y unos ojos atentos en tu isla lejana... es con todo lo que habré de conformarme.
Canta Ricky Martin una letra escrita por Arjona quien sabe en qué circunstancias remotas, la oigo y la repito como tantas otras veces en que también la he cantado sin prestar mayor atención a la letra.

Tampoco ahora. Solo la oigo intentando desenredar estos últimos días, verificando qué tantas ganas tengo de no tener más ganas de nada y efectivamente comprar ese boleto que me retorne al ayer... pero a cuál ayer...a cuál, si el hoy me gusta tanto.

Quizá no más que a ese ayer cercano de hace un par de años cuando abrí estas páginas temerosa de no saber para qué ni adonde me llevarían, de ese ayer en que abombada por la novedad me dejé enredar y enamorar de las letras más hermosas que había leído jamás, tal vez no quiero ese boleto y si me lo ofrecieran ahora quizá no haría otra cosa más que romperlo frente a mis ojos y solamente sonreír.

No entienden nada.
No importa.

Son mis amigos y sabrán que de cuando en cuando esta Kiantei adolece de cierta inmadurez, se le tamabalea el piso y busca escribir y soltar, dejar fluir, manar, brotar, cantar y caer ebria de todo lo que el mundo venga a ofrecerle.

¿Sonríes?

Es la primera vez que escribo para ti, no sé si lo vuelva a hacer pues ya ves, así estoy aún sintiendo las réplicas de un movimiento de tierra que no tengo claro si ha de parar aún.
Un balde de agua fría gratuito y forzado.

No me escribas por ahora, aún no pasa. Aún debo rendir exámenes para los que no he terminado de estudiar, aún tengo temas que no reviso, que no sé como empezar, líneas que no he escrito, respuestas que no se me han dado, aún tengo por ahora una asignatura pendiente.

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(Si no fuese porque tengo demasiado respeto por mis letras, este escrito lo habría mandado al diablo, del mismo modo en que te habría mandado al diablo desde el primer día negra malnacida y mugrosa si hubiese siquiera adivinado el maldito infierno por el que me harías pasar)

martes, marzo 06, 2007

Wake Up


Como cada año, como cada Marzo y como cada mañana no hay más opción que permitirle a la vida abrirse paso, desenredarse de las sábanas y bajar nuevamente al mundo, regresar a la realidad por más que cueste, caminar a pie descalzo hasta el chorro de agua y dejarse abrazar por el nuevo día que comienza.
No es fácil retornar al trabajo de cada mañana, mucho menos al día a día, a la vorágine de planificaciones, reuniones, problemas cotidianos, caracteres diversos, morales enrevesadas, calores, fríos, tacos, y encima un nuevo sistema de locomoción.
Pero La casa del Castor es el retorno al hogar donde recién abro estas ventanas y sacudo el polvo acumulado, donde puedo abrazar a mis amigos y dejarle mi cariño y mi agradecimiento a todos los que pasaron a regarme las plantas, dejarme ramos de flores en la puerta, versos rebeldes, abrazos descritos en letras que cruzaron el océano y llegaron a mi como en ondas de radio de auroras boreales.
Gracias a mis chicas de 30 y a mi boricua de profundos pensamientos, a mis amigas de siempre y a mis amigos poetas.
Heme acá comenzando un nuevo año, intentando ser siempre un poco mejor cada día aunque por Dios que cuesta e intentando también ser un poco palabra para acercarme cuanto más pueda mientras no me conozcan sus ojos.