martes, septiembre 26, 2006

Bocetos...

"Ya encontré lo que andaba buscando", me dijo hace poco una joven promesa literaria que se ha rendido al fin al mundo blog y encontró en menos de un mes un nicho que le agradó y comparte sus intereses (aún con sus ímpetus fumigantes).
Me alegro, le respondí, dichosa tú que sabes loque andas buscando.
Yo, en este recorrido de ya bastantes meses he encontrado grandes amigos y letras geniales pero a nadie hasta ahora que comparta como yo este amor irracional por escribir.
Los que escriben lo hacen principalmente por una necesidad de expresarse, de sacar fuera los sentimientos contenidos cualquiera sean.
Yo lo hago por la maravilla que me produce un conjunto de letras, de versos amarrados armoniosamente y por lo que me sobrecoge lo que ello puede producir.
Por eso me enojo cuando cuestionan mis motivaciones y no aprecian la obra.
No importa lo que diga (no mayormente) sino cómo lo diga, las formas y no los fondos puesto que pueden ser o no irreales, puesto que puedo o no inventármelos, puesto que no son temas que necesariamente me atraviesen.

Puedo escribir, por ejemplo, sentada en la orilla de algún mar inventado la historia de un astrolabio que guía los más imaginados de nuestros sueños hasta hacerlos caer en el vacío de la ilusión que traspasa todas las fronteras.

Quizá vale la pena ponerse nostálgicos de vez en cuando al mirar las nubes de este cielo en primavera y recordar todas las formas que le dimos cuando niños y que ya no logramos ver... y armar con eso un poema.

O tal vez logre tejer la historia de nuestra estirpe que ya ha partido y describirlos colgados de las ramas de nuestro árbol genealógico para admirar con sorpresa que aún no se desprenden de ella en el secreto asombro de toda la herencia que nos han dejado y nos sonrían al pasar como lo hacen los micos del amazonas desde cada una de esas ramas...

Puedo inventar la historia de la geisha delicada que vendía su cuerpo solo para ser admirada mientras dormía.

Quizá cuente la historia del travesti atravesado por sus dolores en la efervescencia de sus noches y muera en un mar de lágrimas por el amor que nunca encontró.

Tal vez invente un cuento de navidad con tanto detalle que hasta pueda oír los villancicos aunque recién sea Septiembre.

Puedo tal vez inventar una rapsodia, una fatamorgana, un soneto, o una ilusión en las tantas calles de la habana y dejarme llevar por el magnetismo pavoroso de ese caribe bañado de versos.

O escribir para ti, una vez más, como tantas otras veces en que has inspirado mis creaciones, unas en medio de la furia y las más en medio de la magia de amarte.

Puedo hacerlo todo, inventarme un mundo de papel, hacerlo crecer o dejarlo caer o puedo morir de hastío.

Puede que a veces no sepa de qué escribir (como ahora), y sobrevivir con tantas ideas en la cabeza y sin nada de tiempo para llevarlas a cabo, pero me consuela saber que puedo seguir maravillándome de ello, aunque aún no encuentre a esos locos que compartan mis viajes y aunque apenas esboce en estas líneas los bocetos de los cuadros que seguramente pintaré algún día.

jueves, septiembre 21, 2006

Treinta y tantos...(Carpe Diem)



Uno empieza como anónima y termina dando vuelta la vida entera. No hay caso.
Me presento al fin, ésta soy yo al día de hoy en la plenitud de mis 35, extrañando mis viejos tiempos como siempre, enamorándome todos los días, viviendo sin grandes tormentos y con todas las dudas de quien se acerca a los 40 tratando de derribar mitos y sortear obstáculos.
Treinta y tantos, bombardeada con imágenes ochenteras, con avisos de “a medio camino de jubilar”, con la Katty Kowaleszko divina y regia gritándole al mundo lo maravillosas que podemos estar las mujeres en la víspera de los 40, con las metas cumplidas o al menos gran parte de ellas.
Treinta y tantos, humildemente, sin arrugas y en la lucha de mantenerme digna ante la vejez inminente, acumulando experiencias para transmitir y ser mejor persona, escribiendo, escribiendo mucho, escribiendo siempre y no como una medida de dolor sino como el gozo constante de la única fe que profeso…la de escribir.
Treinta y tantos vividos como si hubieran sido ochenta y en los que he tratado de mantenerme como el aquero que soy siempre con el carcaj repleto de flechas que saben siempre donde apuntar.
Treinta y tantos en mi Chile con su historia, en Chile con sus dolores, en Chile con sus escritores de los 2000, los de la red, los egocéntricos, los críticos, los solitarios, los que aman las letras, los de ahora, los de antes, los de Neruda, de Parra, de Huidobro, de la Mistral, Treinta y tantos en mi Chile que amo, el de los poetas y soñadores.
Y sin embargo me duele tener treinta y tantos, me duele esta edad en que quisiera a veces regresar el tiempo, pero que demonios me termino diciendo... haría todo exactamente igual. Y sé que no todos en este mundo podrían decir lo mismo. Lo que me duele supongo es el inexorable paso del tiempo, los amigos que han quedado atrás, los recuerdos y las nostalgias que se agolpan cada día en la garganta porque no hay arrepentimiento ni rencores que me permita sentir.
Carpe Diem gritaba una película de mi generación, la generación rebelde que salió a las calles a apedrear a quien se tuviera que apedrear para conseguir la vida que tenemos.
Carpe Diem... Seize the Day...Vive el día... Sé fiel a tus sueños y cumple los que has venido a cumplir, tu voluntad y no la de otros... Sé feliz en esta tierra decía Shimoda.
Pero el Carpe Diem no significa Rájate disfrutando sin importar más nada, significa ser feliz en la convicción de estar haciendo lo correcto y si lo correcto, lo que nos lleva derecho a la felicidad implica sufrir pues ese sufrir y ese cuesta arriba forma parte también de ese Carpe Diem.
Y siento que debo estar en lo correcto puesto que en esta convicción he crecido, puesto que no he hecho más que vivir mi voluntad y disfrutar cada uno de mis días llevando adelante con la lucha que eso implica, con el temor de errar, con el cansancio en la piel y los dolores que me ha llevado sostener mi propio Carpe Diem todos y cada uno de mis días de éstos costosos y abrumadores treinta y tantos.

jueves, septiembre 14, 2006

Hoy Podríamos


Hoy podría correr en medio de esta ciudad como si estuviese en mitad de un campo y respirar este aroma a Septiembre bañado de Chile y describirte cada rincón como si estuviese escribiendo un poema, un soneto… una rapsodia, y narrártelo como la lucha constante de todo lo que siento contra todo lo que vivo.
Hoy podríamos huir de todo y empezar de nuevo, de cero, ni siquiera con letras, tan solo con miradas, y pedirte perdón mil veces por haber nacido bajo éste signo de fuego, de éste fuego que me quema los dedos y me irrita la sangre, pedirte perdón por todo y por nada, por las malas palabras y esas tan bellas que nunca te dije.
Hoy podríamos correr hacia el cerro hasta caer rendidos antes de llegar a la virgen y en medio de la foresta a salvo de la contaminación cubrirte de besos, de todos los que no te he dado, de todos los que jamás te daré, de sucumbir a todas las tentaciones, de rodar cumbre abajo hasta más allá del nivel del mar e inventarme todos los poemas en las más oscuras profundidades.
Y dormir bajo algún árbol tan en silencio que podríamos hasta oír el murmullo del Parque Forestal llenándose de fondas, de volantines al viento, de chichas y empanadas, y ver desde lo alto a los mercaderes de la Plaza de Armas que por estos días han llegado trayendo toda suerte de inventos hechizantes de las más remotas regiones de América, y podríamos fumar del opio de la poesía una vez que caiga el sol y yo besarte la frente mientras me hueles el pelo y te recito versos.
Hoy podríamos mirar el Mapocho en los mil destellos del atardecer y despojarlo de toda fealdad hasta distinguir en el brillo de su torrente la magia de la poesía y la historia dolorosa que callan sus aguas.

Y sucumbir al embrujo de las calles viejas de nuestro Santiago soñado, comprar verduras en la Vega, frutos secos en Matucana, mirar los trenes desde Blanco Encalada, las casitas lindas del barrio alto, los cités olvidados de Franklin, la arquitectura antigua de Catedral…los barrios viejos, los nuevos…nuestros barrios de esta tierra que se viste de fiesta en medio de ciruelos cargados de flores rosadas…
Y podríamos comer naranjas, las últimas de este invierno, apretando suave los gajos para besarte el jugo que derramas por los labios, recobrarte de mis ausencias, olvidarnos los fracasos, recopilar las historias y encadenarnos para siempre.
Hoy podríamos perdernos y mandar todo a la mierda, comer en el suelo, llenar la tina para bañarnos en espumas y hacer el amor hasta caer dormidos en medio del agua y reírnos y hablar…y callar.
Y decirte que no te puedo arrancar del alma porque eres parte de mi historia y de mil letras derramadas, que no quiero más que sumir al mundo entero en un sueño muy profundo, dejarlos a todos detenidos hasta que caiga la noche o quién sabe…no despertarlos jamás.

Felices Fiestas Patrias!

viernes, septiembre 08, 2006

Sentirme Vivo

Emmanuel pasó de moda, hace rato, de vez en cuando lo tocan en una de esas radios romanticonas y da gusto escucharlo y recordar viejos tiempos, los de la infancia.
Hoy venía sonando en mi viaje al trabajo su tema "Sentirme vivo"...de inmediato, como rememorando un sueño y en una espiral de recuerdos los versos de esa canción se me vinieron de pronto a la memoria, la recordaba entera y me puse a cantarla como si se tratase de un verdadero himno a la felicidad.

Voy a hacer una ronda por tu cumpleaños,
un poema mil veces por año
Y así me entiendas cuanto te amo.
Silbaré como silba un jilguero en el día,
borraré todas tus pesadillas
En tu boca me refugiaré.

Y me alegré, me alegré como solo puede hacerlo el hallazgo de una canción hermosa, una de las más hermosas y poéticas que jamás he oído.
Al diablo Color Esperanza tan repetida como escuchada, y el Himno a la alegría y cuanta otra que habla de lo mismo...

Buscaré tierra nueva en el campo,
le rezaré a un santo al atardecer
nadaré mar adentro en tu milla
y de una costilla te haré mi mujer
Han crecido en tu piel girasoles,
de tu vientre nació mi motivo... sentirme vivo

Es tan fácil estar triste, amargarse por todo, aburrirse, querer mandar todo a la mierda y jamás agradecer, es tan etéreo y mal entendido el sentido de la felicidad que se nos escapan las simplezas.
Conocí a la Daniela García apenas cinco días después del accidente maldito que casi le arrebata la vida y la despojó de sus cuatro extremidades, pude entrar a su pieza rosada, perfumada y cargada de amor en que intentaba recobrarse de la más maldita de las desgracias, sentí miedo al entrar a su pieza del hospital y de verla...
Qué puedes decirle a alguien que casi lo ha perdido todo en la plenitud de su belleza y juventud... absolutamente nada, ¿Una sonrisa? quién sabe si tendría sentido. Pero ella, ella brillaba, brillaba sonriendo y todo lo que podía ser malo era luz.
Y me fui, y en el ascensor de vuelta miré mis manos y las olí y las besé y miré mis pies que caminaban luciendo sus zapatos y me alegré de tenerlos conmigo, que cosa más simple, yo tenía algo que jamás había valorado y que esa pequeña... esa pequeña había perdido irremediablemente.
Y todo lo demás en esta vida se tranformó en una estupidez.

Voy a ser el que siempre te amarre el zapato,
el que cuide de ti cada paso
el que ponga sabor a tus labios.
Silbaré la canción de recuerdo en el día
y en la noche te haré manzanilla
Para verte dormida en mi piel ...

Todo lo demás es accesorio, no puedo ser malagradecida, puedo aburrirme de la monotonía de mis días, de las obligaciones, de los malos ratos, de la falta de plata pero pese a eso hago el ejercicio cada noche de respirar, de repasar el día jamás pensando en que se me ha ido un día más de vida sino que lo he ganado, suelo mirar a mi esposo cuando se acuesta a mi lado cada noche y me dice cuánto me quiere mientras comienzan a cerrársele los ojos del cansancio, suelo besar a mis dos hijos a cada rato para que sepan que los amo con toda mi alma y cada minuto que pasa los amo más y más, suelo llamar a mis hermanos lo más seguido que puedo para tenerles cerca y jamás enojarme con nadie, suelo mirar mi casa donde he edificado mis sueños y alegrías y suelo siempre y cada noche volver a oler mis manos y a adorarlas en la simplicidad de tenerlas y dar gracias a Dios por tan solo sentirme viva.

Buscaré tierra nueva en el campo,
le rezaré a un santo al atardecer
nadaré mar adentro en tu milla

y de una costilla te haré mi mujer
Han crecido en tu piel girasoles,

de tu vientre nació mi motivo... Sentirme vivo