martes, enero 30, 2007

"Tiempo de Dormir..."

En el sueño cansado de mis días, al final de mi jornada, de mis cuentos, de mis historias, de mi tiempo convulso y candente de aves prehistóricas y regazos compartidos, de mis momentos ocultos y mi dulce albedrío, de mis jornadas de tabernas y amistades, de versos repartidos en amores de cinco continentes bordados en los hilos de mi nostalgia y mis deseos...
En este día, al final del camino en que me he perdido en los ojos de un mentecato de mil destellos, en los cabellos revueltos de mi príncipe lejano restaurador de valiosísimas obras de arte, perdida en los sonetos de tantos rapsodas y envuelta en hojarascas de pavoroso realismo ha llegado mi momento de descansar, de dormir, de sumirme en el letargo del placer remoto de un descanso.
He de regresar, claro está, envuelta en torbellinos, para traer de vuelta como cada año caballitos de mar, cometas y asteroides de lejanas tierras y cantos de sirenas desde las costas del olvido; para volver a tejer el sol con mi bolsa de estrellas, desatando nudos y derribando muros.
Retornaré, claro que sí, encadenada a las bandadas de pájaros trayendo canastas de moras y frutillas, hilando preguntas, respuestas y leyendas acumuladas que deshojaré en cada uno de los lunares que beso hasta poder explicarmelo todo y volver a robarles el tiempo.
Después de un largo año al fin es hora de dormir un mes entero mientras confío en sus ojos generosos que comandaran la vigilia de mi pulso y mi respiración.
Me hundo pues en el sopor dulce de mi descanso, en los brazos amorosos que me acunan y en los rumores de cada esquina coronada de encanto donde puedo estar a salvo.
Me saco los zapatos y acomodo al fin mi almohada para recostarme flotando y busco en mi propio aroma el aroma de la canela para comenzar a deshilar las nubes de mi paz.
Descansarán por ahora las hadas y las musas, descansará el Señor Castor en su hogar acogedor donde siempre reina el invierno y nunca es primavera...
Y nos estaremos encontrando en los espacios tranquilos de nuestras letras regaladas y sin mayores ambiciones que verter nuestros corazones, más temprano que tarde, amigos míos, en las proximidades de un otoño cercano porque si de algo estoy segura es que pase lo que pase ... volveré.

jueves, enero 18, 2007

Todas las hojas son del viento

En el camino al trabajo esta mañana venía sonando esta canción de Spinetta en la radio, me acordé de los Enanitos Verdes, del recuento de sus vidas, de los recuerdos, de mi vida a toda velocidad y al oír su letra con atención mientras el sol salía por la cordillera supe que hoy por primera vez en mi vida al fin puedo respirar en paz.
No puedo explicar bien con palabras lo que mi primer hijo ha significado para mi en este mundo, no puedo describir a quienes no pueden mirarme a los ojos como me he estremecido cuando le he visto dar cada paso, no puedo explicar ese caudal de emociones aquella madrugada de Octubre sola y llena de terrores en medio de una fría sala de hospital a los 17 años para verlo llegar al mundo, sostenerlo temblorosa entre mis brazos y saber desde ese segundo y para siempre que mi vida entera no tendría jamás otro norte que luchar duramente para hacerle felíz aún sabiendo que no me pertenece, que no es mío ni lo será jamás como no lo es ningún hijo de sus padres porque solo vino a través de mis venas para dejarse mecer en el viento como tantas miles de hojas que nacen y mueren cada día.
Su primer diente, su primer paso, sus primeros palotes en el colegio, su primer llanto de amor, sus primeros logros, cada momento único e irrepetible, la suma de mis nervios y mis emociones, de mi orgullo ante sus avances y de mi terror indescriptible cada día de perderlo. Y ante todo la ambición natural de que alcance aquellas metas a las que yo jamás logré (o he logrado) llegar.
Han pasado 18 años y mi hijo ha entrado a la Universidad y sabía que solo llegando este instante al fin podría volver a pensar en mi, que solo en este minuto de la vida podría recién soltarle de mis brazos para verlo dar sus primeros pasos solo.
Creo que lo he conseguido y con los ojos en lágrimas me atrevo al fin a dejarlo caminar soltado de mi mano y regresar a mi centro para aventurar mi mundo, detenerme al fin, disfrutar de la vida más lentamente, saborear cada instante, repasar mis días, continuar la tarea ahora con su hermano menor que huele tan delicioso y que con sus besitos olorosos me llena el espíritu cada día, poder dejarme caer en los brazos de su padre que me acoge y me acuna en la ternura de tantos años juntos y poder llorar de emoción en este Enero de luces y calores, de agobios y recompensas, de apuestas y ganancias para no hacer más nada por hoy que detenerme frente a la ventana y sonreír al ver las hojas que el viento jamás se cansará de mecer.

lunes, enero 15, 2007

Aplausos a una Blogstar


Cuando una estrella sale por última vez al escenario las luces se encienden, el telón brilla levantado bajo los mil focos que la iluminan, el público se pone de pie en un aplauso único e incontenible, en un aplauso de entrega y gratitud ante la belleza de su arte.
La estrella recibe su ramo de flores y lanza besos a la platea y a lo más alto del teatro, se inclina reverente, el telón se cierra y la estrella desaparece dejándonos en la piel la incontenible alegría de tanto tiempo que quedará en la memoria.
Flaca, lo cerraste. Y bien por ti pues has puesto fin a una etapa, esa que te trae de vuelta con vientos frescos de tu norte polar hasta nuestro Chile cargado de sol y poesías nuevas, te trae de vuelta a nuestros brazos, a nuestros campos de trigo (qué locura no?) al abrazo cercano, a los desafíos nuevos.
Mujer india, Indianguman, la que no sabes escribir bonito y sin embargo contagias de poesía cada sitio que pisas. Claro, estando acá ya no eres una Indian Woman, eres nuestra, así, simple y sencillamente... y eso me alegra.
En la tierra de los girasoles y las amapolas, en la tierra tuya donde podemos juntas abrir acaso mil páginas más para contarnos las historias de tantos sitios de adentro y de afuera nos hemos de volver a encontrar para seguir tejiendo las historias que nos seguirán viendo reír y llorar.
Estoy contenta por eso.
Bienvenida a la realidad.

lunes, enero 08, 2007

Cariño Botado...(y encontrado)


Mi abuelo murió mucho antes de que yo naciera por tanto casi no forma parte de mi historia.
Fue otro nombre el que escuché toda mi vida, el que llegó a ser el gran amor de su vida, y el que se perdió más tarde por esos avatares del destino en los mil recovecos del tiempo y la nostalgia y que la distancia finalmente había terminado por borrar.
Carlos Condesa era su nombre. El galán de todos los tiempos, aquel hombre que muchos años después de su viudez vino a ocupar el corazón de mi abuela y me tuvo entre sus brazos cuando yo era solo un bebé.
¿Cómo encontrarlo Don Carlos? ¿Cómo hallarlo cuando ya el tiempo ha pasado implacable, cuando ya los recuerdos se disuelven en la penumbra de los tiempos, cuando no hay datos suyos, ni indicios, ni historias... tan solo han quedado unas cuantas fotos viejas en un albúm de cartón.
Cómo darle a mi abuela el regalo de su hallazgo en las víspera de sus Ochenta años sin que las fuerzas y los estragos de la falta de tiempo nos dejen sin aliento.
Pero vivimos de la magia y creemos que cada día viene cargado de ella así como creemos en el milagro de lo no posible y en la vulnerabilidad de lo no probable.
Y partimos.
Los datos eran mínimos, un par de propiedades, algunos números y un sector en Los Andes alejado de toda consideración y de un nombre tan mítico como revelador: "Cariño Botado".
Los Andes tiene algo de Macondo, bañado por el calor soporífero de la media tarde sus calles largas están cercadas por grandes álamos que se encuentran en las copas formando un túnel natural que tramo a tramo va dejando entrar los rayos del sol, casitas de adobe a los costados del camino y lugareños amables que en la travesía nos iban inflando el corazón ante un presagio de grandes maravillas.
"Cariño Botado" se empina en la ladera de un cerro entre intrincados caminos de tierra y matorrales. Ahí, en medio de una calle angosta orillada por un riachuelo de aguas torrentosas hallamos al fin la casa con el número que llevábamos anotado en el papel.
Cuando la magia del día se vuelve el acontecimiento más maravillosamente imprevisto y cuando el esfuerzo de largo tiempo de capitulaciones se remonta a un modesto lugar en los faldeos de nuestra precordillera en un pueblito alejado del conocimiento de los hombres y los placeres de la civilización, entonces no duele permitir que los ojos lloren, que la emoción se atragante en la garganta y que cada conversación que surja brote entre risas nerviosas y el gozo de una misión cumplida.
El lugar parecía detenido en el tiempo entre paltos y gatos flojos de media tarde, entre árboles cargados de frutas y el ladrido de muchos perros que salieron a nuestro encuentro.
Y los ojos de aquel hombre aún en su postrada ancianidad eran los mismos de los de aquel galán repartido en muchas fotos que colgaban de la pared.
Vaya uno a saber que pensamientos pasaron por su cabeza que apenas sostenía algunos recuerdos, qué destellos de luz le volvieron a la mente al ver seguramente en los ojos de sus dos nietas los ojos de aquella belleza rubia que tantos años atrás le miró con el corazón cargado de amor.
Le dejamos después de un largo rato entre besos y abrazos con la promesa de llevarla con nosotros la vez siguiente y emprendimos el viaje de regreso sonriendo en la dicha de la media tarde dejando atrás la magia ardiente de aquel pueblo que en la tarde de ayer Domingo 7 de Enero nos regaló un milagro.

martes, enero 02, 2007

Amigos



Hacía rato que no lo pasaba tan bien en una celebración de año nuevo, hacía rato que la noche no se me hacía tan corta, que no veía salir el sol y las estrellas desaparecer, hacía rato que no veía a mis amigos juntos, a todos juntos ni nos abrazábamos con tanto cariño, ni les veía derramar lágrimas de alegría ni cantar a coro con las peores voces que jamás he oído.
Hacía rato que no veía a mis amigos con los ojos con los que los vi esa noche, la última noche del año, con los ojos de todo el cariño amontonado, recogido y tejido en más de veinte años de sincera amistad.
Por Dios, no había reparado en cuanto los quiero, en cuanto los he querido toda mi vida, cuánto han influido para que mi propia vida sea una vida felíz, cuánto nos hemos acompañado en tantos momentos malos y en tantos otros cientos de momentos felices.
Y me pareció verlos aquella noche como los veía en aquellos años en que nos conocimos, en los años de las peñas y de la pastoral, de las protestas y la música de los ochenta, al Iván con su guitarra, a la flaca con su jumper, al Toño con su look punky, al Chago y al Marcelo como hermanos mayores guiándonos en los años duros de nuestra juventud donde solo contábamos con nosotros mismos para salir adelante, para romper círculos, para lograr que cada una de nuestras vidas valiera la pena.
Y lo conseguimos solos, porque fuimos de esa generación que no pudo contar con sus padres para ello. Nos teníamos nada más que los unos a los otros y a pesar de los casamientos, las distancias y los nacimientos de los hijos seguimos estando juntos hasta el día de hoy.
Los vi algo viejos, han pasado los años y se nota, ellos entrados en canas y aún manteniéndose tan guapos como siempre lo han sido, con esa fuerza de hombres que la vida les ha dado, con la sonrisa serena, con el espíritu vivo, con las ganas de seguir adelante.
Ellas están hermosas, tal vez han ganado un par de kilos en estos años de familia y de vida acelerada pero siguen siendo las mismas niñas de antes, seduciendo el día a día, sosteniendo sus familias, adelantándose al futuro.
Son mi tesoro y cuánto me alegro de haberlo sabido cuidar y conservar hasta hoy.
Nunca me había querido convencer de la importancia de esta familia que escogemos, de la veracidad de la amistad sincera, del poder que un gran amigo conservado por años tiene sobre nuestras propias vidas.
Será un hermoso 2007, estoy segura de ello, porque he comenzado este año con el abrazo más hermoso que he cultivado por tantos años: el abrazo de mis amigos.

A Santiago e Isabel
Aquiles y Myriam
Marcelo y Adela
Gloria Y Lucho
Iván y Brenda
y Rodrigo