viernes, diciembre 22, 2006

Oro, Incienzo y Mirra


Regalos, regalos y más regalos...
Me gusta regalar, me gusta el rito que comienza en la cercanía de la fecha y la preocupación por quien va a recibirlo, me gusta la sensación ansiosa de ver los ojos en el momento de recibirlo, el destello en la mirada, la coloración brillante de la sonrisa, el abrazo cariñoso, el beso emocionado. Me gusta lo que lo precede en cada proceso, la intencionalidad, el cariño y el bello final del regalo ofrecido.
No es cualquier cosa, es más que enfrascarse en los calores de las fechas, en los apremios del tiempo, en la escasez del dinero.
Navidad no es tiempo de agitarse en compras vanas de último minuto ni endeudarse por el siguiente año completo.
Navidad es darse uno mismo con todo el calor generado durante el año, con el cariño guardado en 4 estaciones, con el peso de la vida que nos cansa en cada jornada y aún así sobrevivir, darse, darse de corazón en la simpleza de un regalo entregado con amor...la foto vieja de la abuela encontrada en un cajón que ahora con la maravilla del photoshop podemos restaurar, ampliar y enmarcar, el tazón con dulces, la bolsa de galletas, un poema... cualquier cosa puede ser valiosa porque lleva en sí el valor del cariño de quien la da.
Y , pues, cuando hacemos de esto un problema cualquier regalo por bello y caro perderá en sí su valor.

Deseo para ustedes una muy Felíz Navidad amigos míos.... muy probablemente no vuelva a escribir sino hasta Enero, reciban entonces mi cariño y mi abrazo de buenos deseos.
Felicidades a todos, musas, poetas, arlequines y juglares de mis días y mis tardes, no tengo más regalos para ustedes que los que ya les he ofrecido en mis páginas y en mis versos.
No hay ni habrá para mi regalo más grande que tenerlos de amigos durante ya tanto tiempo.

Besos Mentecato...que iluminas mi corazón cada vez que sé de ti.
Besos Pappardella...que vives en mis sueños.
Besos Maestro Fernando....que solo en sus versos puedo aprender a volar.
Besos Indianguman, amiga y compañera de tantas jornadas.
Besos Pancha ...que tu sonrisa es fuerza para mi.
Besos Pinkerton...poeta escondido entre sueños largos.
Besos Laurita... tan cerca aún más allá de la cordillera
Besos a ti mi boricua lejano que prometiste leerme siempre y por tanto sé que siempre estás.

Besos a todos amigos míos, regalen, regalen todo de sí sin esperar regalos a cambio que se les devolverá siempre y más en destellos inmortales de un inmenso e infinito amor.

¡ Felíz Navidad!

miércoles, diciembre 13, 2006

Malucha de Noche


"A todo sol se elevaron volantines.
Ciento veinte lavanderas, las morenas,
desplegaron al unísono sábanas blancas.Cantó seis veces el gallo
y supimos que llegabas con tu manto de estrellas.
Bienvenido Colibrí"
Anoche me desvelé, nunca me había pasado.
Hace algún tiempo estoy con un dolor agudo en la espalda que no me deja dormir en paz al menos dos noches por semana, pero lo de anoche fue insólito, pues casi no dormí y permanecí en vela desde la una hasta las cinco de la mañana. Y hoy no tengo sueño, ni una pizca y muy por el contrario, he despertado con una energía nueva que siento me ha sido regalada por quien sabe que dioses infinitesimales de miles de regiones recónditas del tiempo y la profundidad del alma humana.
Así que amanecí felíz.
En el fragor de mi vigilia me hice de un libro que había comprado algunas horas antes a la salida del metro Pajaritos, un libro que había querido leer durante mucho tiempo y que por alguna razón jamás me había decidido a adquirir: "Cartas para Tomás" de Malucha Pinto.
Para quienes desconocen el tema, la Malucha es una actriz chilena cuyo hijo, Tomás, nació fieramente afectado por un virus de los tantos miles que nos maldicen la vida y que atacó su cerebro desde las entrañas maternas y que le ha condenado a una vida que muchos consideraríamos anormal, deficiencias, postraciones y dolores innumerables en torno a la discapacidad.
Malucha le ha escrito cartas desde mucho antes de nacer, bendiciendo su llegada al mundo con palabras llenas de ternura mágica, de esperas anheladas en torno a los dones de la tierra y los misterios insondables del universo entero, versos confabulados con la magia que convoca a todos sus ancestros, desafiando los por qué, sosteniendo las miradas en los más intrincados horizontes y desbordando al mundo entero de un amor de madre que no cabe en su pecho, ni en el mío, ni en el de todas las hojas de todos los libros del mundo.
Anoche en mi desvelo recorrí en menos de dos horas todas esas páginas vertidas en un canto de amor, sollozando entrelíneas y silencios para no despertar a los bellos durmientes de mi casa que a esas horas roncaban su serenidad de mitad de semana.
Y la Malucha me inundó, me inundó hasta los bordes, hasta los espasmos, llenándome de su Tomás patuleco de lengüita colgando, me colmó de sus sabidurías remotas, de sus llantos desconsolados, de sus fuerzas sobrehumanas, de sus cansancios desfallecientes, y la madrugada de espalda dolorida se transformó en una noche de estrellas implacables devorandome en un cielo de tierra redonda y universo celeste, de astros de mil constelaciones, de vientres fecundos de aguas virtuosas, de tetas de leche abundante y dulce, de pubis chascones pariendo vida linda, vida entera a pesar de todos los males, y me llené de terrores viejos y renovados, de incertidumbres maternales, de hijos a estas alturas de la vida, me llené de virtudes distintas y de valentías desconocidas y si ha de venir un hijo así pues que venga, no habría en el mundo una mamá más amorosa para recibirlo y con más fuerza para amarlo, a pesar de los achaques.
La magia del día escribí hace algunos días... pues también hay magia en la noche, muy de madrugada, cuando menos lo esperamos, magia de insomnios celestes y cantos de gallos, de pájaros madrugadores y oscuridades brillantes antes de despuntar el alba, de vida rugiendo y cantando en la danza de todos los misterios en un día donde un dolor de espalda no ha sido más que el comienzo de un nuevo amanecer
.

domingo, diciembre 10, 2006

P A Z


Hoy murió Pinochet.
No voy a salir a celebrar por respeto no más, porque todos los muertos merecen respeto, aunque estén bien muertos.
No voy a salir a descorchar champaña y mojarme entera ni a bailar al parque forestal al ritmo de una batucada como tantos miles lo están haciendo en estos instantes por las calles del centro.
No voy a subrime al auto a tocar la bocina para festejar quizá el que haya muerto justo hoy cuando se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.
No voy a reírme en la cara de sus adherentes amontonados frente al Hospital militar mojando con sus lágrimas los posters y fotos que han traído colgados al cuello.
No voy a abrazarme de felicidad con nadie, ni le pediré al diablo que por favor no lo mande de vuelta.
No haré nada de eso porque al fin y al cabo hoy, a pesar de que no es un día cualquiera para este país, no es ni más ni menos que un día de PAZ.
De paz larga y anhelada, de paz envuelta en vientos nuevos, no de dolor, no de alegría, no de justicia, no de llanto (no hay por qué) pero tampoco de risas.
El dictador se fue al fin, sin pagar sus culpas, sin arrepentirse, sin responsabilizarse, sin mayores dolores, sin reconocer siquiera el dolor de las familias de los más de 3.200 muertos de la dictadura militar.
Hoy es el comienzo del fin.
Del fin de una era dolorosa, el comienzo de un nuevo ciclo en que uno de los último tiranos de América Latina va a quedar al fin bajo tierra.
No se puede sentir otra cosa hoy que Paz, enterrar en paz, sentir en paz, respirar en paz, evaluar en paz, escribir nuestra historia en paz.
Hoy es un día nuevo para nuestro país.
El dictador Pinochet ha dejado de existir.

miércoles, diciembre 06, 2006

La Magia del Día



Hace poco un amigo muy querido me decía que cada día tenía su magia, que nadie podía irse a la cama por la noche sin haber tenido esa dosis de magia que cada día regala.
La magia del día le llamó.
Y me impresionó esa original forma de ver la vida.
Hay días malos, claro, días en que la inercia pareciera apoderarse de todo, días en que nada de lo bueno puede superar a lo malo, días iguales a otros, a todos los demás, levantarse, partir al trabajo, mirar en la micro las mismas caras de siempre donde nadie sonríe, donde todos son iguales, donde pareciera que nada mágico pudiese ocurrir, pero ocurre. La gracia, me explicaba, está en saber esperar ese instante, reconocerlo y darle su valor.
Cualquier cosa puede venir cargada de ella... el perro que nos movió la cola, la luz del sol brillando reflejada en un inmenso cartel de propaganda en medio del centro, el rubio que nos sonrió al subir al metro, el aroma de una cabellera quedando en el sendero, el jugo del durazno chorreando hasta los codos, un mail cargado de luz, una llamada equivocada que termina animándonos la tarde, un par de palomas chapoteando en una fuente, una invitación inesperada, una mirada, una sonrisa, un beso, una canción vieja…en fin, no tiene que ser una gran cosa, no hay por qué esperar una gran noticia ni un regalo porque cada instante atesora el regalo de la magia en sí.
Claro que es maravilloso cuando esa magia consiste en un gran acontecimiento, un nacimiento, un beso largamente esperado, una declaración de amor, un poema escrito solo para uno pero, cuando no se dan las condiciones, hay que tener suficiente astucia y esperanza en que de una forma u otra cada día nos trae de regalo un misterio fabuloso.
Hace poco, caminando por el centro con mi muy querido Tontograve, oímos de pronto una de las voces más hermosas que he escuchado tejiendo en el viento un aria de ópera, la voz provenía de una de las tantas sopranos que han tenido que cantar en la calle para divulgar su arte y ganar así unos pesos, la podíamos ver desde lo alto de la escalera que bajaba al metro y como si estuviésemos ubicados desde un balcón los transeúntes la mirabamos hacia abajo y la aplaudíamos.
Mucha gente le dio dinero, Tontograve me miró y me dijo: "Hagamos un acto de magia", corrimos a uno de los tantos puestos de flores de la Plaza de Armas y escogimos la más hermosa de las rosas, regresamos a nuestra ubicación y cuando terminó de entonar los más bellos pasajes de "Madame Butterfly" le dejamos caer entre sus manos la flor desde lo alto.
Su cara se iluminó y el resto de los asistentes celebró el gesto entre aplausos y vítores.
Nos siguió mirando un rato, inclinó la cabeza hacia nosotros y nos regaló su sonrisa.
Aunque le hubiésemos dejado caer diez veces el valor de la flor no hubiésemos logrado jamás ese instante de divina luz, ese instante de magia....para ella, para nosotros, para los que ahí estaban.
Puede tratarse de lo que sea, puede incluso pasar desapercibido y confundirse con el viento, puede que nadie más pueda verlo, que no signifique absolutamente nada para nadie más que para nosotros mismos, pueden ser las palabras de una Kiantei cualquiera en un blog cualquiera, una despedida, un recuerdo, la Navidad cercana en la brisa de Diciembre, puede incluso parecer que no ha existido... pero está, aquí mismo, ahora, en este instante.
Y hoy, esta misma noche antes de dormir, si recordamos y repasamos con atención podremos estar seguros que a lo largo de estas 24 horas y por más dura que haya sido la jornada seguramente se ha presentado confabulada con el milagro, camuflada entre otros miles de instantes y envuelta en el poderío de su misterio inconfundible y prodigioso... la Magia del día.

(A Mentecato)

viernes, diciembre 01, 2006

Cuando Él escribe...


Dentro de la imaginería y el artificio que este mundo significa puedo decir que he encontrado muchos amores …amores de todo tipo, de buena y mala índole, de bellas y horribles letras, sultanes adorables y especimenes siniestros, me he divertido grandiosamente como parte de mi espíritu aventurero, de mi naturaleza ansiosa de letras nuevas y apasionantes investigaciones acerca del poder de la retórica.
He tenido el placer de leer letras cautivantes, pletóricas de perpetua y subyugante poesía, otras de magistral e inquietante factura donde el ingenio ha logrado superar mucho de lo que antes entendí como buena literatura.
He tenido la oportunidad de ser acariciada por verdaderos cantos de juglares asomados a mi balcón, rescatada por caballeros andantes de lustrosa armadura venidos quién sabe de qué tiempos remotos y arrancados de quién sabe cuántas páginas de cuentos.
He conocido el artilugio maravilloso de verdaderas máquinas del tiempo en las que me han transportado a los más infinitos lugares del cosmos y zeppelines extraordinarios que me han elevado para dejarme caer suavemente en praderas de las más tiernas y soporíferas flores.
Y lo he disfrutado…y lo sigo disfrutando puesto que la imaginación no tiene límites, ni los marca ni los restringe.
Reconozco que me he dejado llevar por prosas envolventes hasta sucumbir en los más deleznables pántanos y he sido rescatada hasta sentirme bañada en cascadas de perlas.
No puedo dejar mi naturaleza que no persigue ni más ni menos que el delicioso placer de leer y de escribir.
He evitado mezclar en ello mi vida real.
Sin embargo, no hay tropa de guerreros que me ate más fuertemente ni ejército de sombras que mejor me envenene que cuando él escribe.
Cuando él escribe...cuando abandona los pliegues certeros de su vida real, de su mundo de números e ingeniosos proyectos, de su rol de marido de miel para adentrarse en mi mundo y escribir.
Escribe poco como poco es su tiempo pero cuando lo hace no hay poción más maravillosa que la que puedo beber de la ambrosía de sus letras, no hay jugos más dulces que los que vierte sobre mis labios en deliciosa descripción de imágenes y sombras…
Es entonces cuando el candor de los caballeros andantes y de los juglares, de los hados y las aves siniestras, de los zeppelines y las magos rapsodas se diluyen en la vorágine de todas las hojarascas inventadas y el mundo se vuelve cierto y duradero, sonoro y real siempre adornado de la magia del delirante placer de sus escritos y sus letras, cuyo vicio divino y delicioso estoy segura... jamás habré de compartir.