Nunca pensé que haría mi post Número 100 en soledad, al igual que el 50 en que lo celebre casi como fiesta nacional, siempre pensé que el 100 iba a ser el acabóse, con saludos de amigos, mails, cariños por montones, pero no.
Es muy grande el juego de las vanidades, es muy difícil custodiar el genio interior cuando estás frente a cientos de ojos que te adulan y miran y ensalzan, es muy duro cuando alguno de ellos dice alguna palabra o alguna frase que pueda no caer bien y la dice además frente a todos.
Desde mis primeros escritos que descubrí mi fragilidad, mi debilidad frente a la crítica, mi poca tolerancia a la opinión adversa y pese a que, transcurrido un tiempo largo la logré sostener con cierta hidalguía, constato hoy lo frágil que sigo siendo.
No sé si volveré a abrir algún día realmente las páginas de mi blog a tantos que me acompañaron, que me entregaron un abrazo a distancia y su cariño sincero, no sé si lo haga más temprano que tarde o definitivamente no lo haga nunca y solo sea para mí este espacio perdido en este universo infinito.
Este es mi post Número 100, realmente estuve muy cerca de celebrarlo con todos y en grande, pero siempre he pensado que nada ocurre por casualidad y el estar aqui hoy sola conmigo misma me ayuda a despejar tantas ideas que por más que declamé a los cuatro vientos jamás confundir, terminé enredándolas peligrosamente en las barreras mágicas de la realidad y la fantasía.
Y eso no está bien.
Creo que me falta crecer aún en esto, conocer los límites, clarificarme de nuevo, no puedo ni podría dejar jamás de soñar, solo que, no todo el mundo entiende la vida de esta forma y la cordura y la locura de pronto entonan acorde tan símiles que duelen los oídos al oír...
Afectos reales, quien puede saber que es lo real, quien tiene el derecho de decirlo, quien tiene el derecho de borrarlo todo de una sola plumada, o de un solo corte de la electricidad.
Nunca pensé encontrar príncipes azules que atravesaran montañas para llevarme a otras regiones encantadas del tiempo y la imaginación, ni aves voladoras que me mostraran lo que existe al otro lado de las nubes, ni amores ocultos en los claros de luna de mil bosques, pero... si aparecían... ¿Qué importaba darse un poco la licencia de soñar, cual es el daño, cual la confusión, cual la pérdida, no somos todos un poco Juan de marco en nuestras vidas, y si no lo somos... porqué no, porque no, porqué diablos no?
No estoy sola en esto, eso si sé, la locura de soñar no es de mi patrimonio, sin embargo, hay veces en que me siento muy sola, sin Sanchos ni Dulcineas que finjan sostener mis dulces falacias, sola en medio de mis desérticos páramos, de mis antifaces y mis yermos.
Y ya no quiero sentirme más así.
Hay un ave de cuyas alas me aferré porque sentí que volaba como yo, pero sus sueños estaban muy lejos de los míos y llenó mis días de luz y así como los llenó se llevó la antorcha sin dar explicaciones, no me puede volver a pasar.
Felíz post número 100 Kiantei,
y larga vida a La Casa del Castor.
domingo, abril 30, 2006
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4 comentarios:
Nada de soledad, aqui esta petra del norte!! jajaja
Las criticas...sabes, es gracioso, a mi no me molestan para nada, al contrario, bienvenidas, si se hacen con buena intencion, que uno se da cuenta a esta altura. Siempre escucho la de los amigos y la de aquellos a quien yo respeto literariamente. Y no siempre puedo estar de acuerdo, pero siempre aprendo algo.
Un beso Kiantei, y feliz 100
Al post 100 no llegaron muchos invitados, pero está lleno de sentimientos y afectos.
Eres la creadora y la gestora de esto.
Felicidades!!!
Saludos
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LaRomané
Y yo también, al pie del canión, que le llaman. Para volar contigo.
¿Sabes Kiantei? Yo no sé que hago aquí... pero tu blog parmanece enlazado al mío. Con un pulso reflejo di clik y vine a parar acá... y por alguna razón, ahí permaneces en el silencio.
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