miércoles, mayo 28, 2008

De gotas de lluvia y viejas mansiones


Siempre que llueve me acuerdo de la Pamela González.
Más que de la Pamela González de lo que me acuerdo es de su casa añosa con miles de rincones, de la escalera de madera que crujía entera y de la leche con plátano que nos daba la señora Raquel, su mamá.

Cuando uno es chico y pobre hay cosas que se le quedan en la cabeza que le marcan de por vida.
La casa de la Pamela González para mi fue una de esas.
Me dejaban con ella y la señora Raquel mientras mi mamá trabajaba, entonces era como entrar a un mundo de cuentos al que yo no tenía acceso y de repente estaba ahí... al otro lado, como si fuese el ropero de Narnia.

Tenía la Pamela un dormitorio de techos altos con una cama con cojines de vuelos rosados y muchas muñecas de vestidos preciosos y cada vez que uno pisaba las reluciente tablas del piso al entrar se oía un crujir a cada tanto.

La cocina, donde nos daban leche con plátano, era un mundo mágico aparte, era muy luminosa, la recuerdo llena de ventanitas por donde se podía ver la lluvia caer.
Bajábamos la escalera de grandes peldaños resbalándonos por la baranda curva y como éramos compañeras de curso hacíamos las tareas juntas frente a la luz del ventanal mientras veíamos caer la lluvia.

Creo que dormí en esa casa varias veces pensando que de un momento a otro las escobas saldrían de abajo de la escala para recorrer los rincones y enredarse en amenas charlas con los estropajos de la cocina de palomares y convidarían al séquito de muñecas a la reunión que los utensilios domésticos suelen hacer por la noche en todas las casas mágicas.

De vez en cuando voy al sector de esa casa añosa en pleno Barrio Bellavista donde ahora muchas de ellas se han transformado en pubs o discotecas y ya nada queda de ella ni de esos años de jardín infantil cuando las calles se llenaban de hojas de plátanos orientales y pelusas mágicas.


Solo los adoquines de la vereda siguen siendo los mismos y la cercanía del cerro que de cuando en cuando nos regala el rugir del león desde su zoológico verde.
También la Pamela González con su cola de caballo atada con cintas y su sonrisa de dientes lindos se perdieron en algún rincón del tiempo y la nostalgia pues quizá nunca vuelva a saber de ella.

Seguramente su casa y su historia quedó archivada en los recuerdos de los niños que fuimos, de la Pamela, de sus primos, de sus amigos y de las que fuimos sus compañeras de curso que hoy, más de treinta años después todavía al sentrse frente a una ventana bajo la lluvia podemos escuchar el crujir de su escalera y sonreirnos con el recuerdo de los bigotes blancos de la deliciosa leche con plátano servida en la más mágica de las casonas de nuestro Santiago de otoños ya lejanos.

18 comentarios:

fgiucich dijo...

Como dice un verso por ahì: "caseròn de añejos tiempos, de sòlidos pilares..." Te cuento que la casa de mis abuelos era muy parecida a la de tu amiga Pamela con rincones llenos de secretos y escaleras de muchos escalones. Todavìa hoy, sueño con el cuartito de los trastos viejos, donde quedò perdido el sable de un tìo que le ocurriò ser milico. O el patio con sus macetones de piedra. A esa casa la llevò la piqueta, como tantas otras. Abrazos.

Anónimo dijo...

Como quedan cosas en nuestras memorias y como va cambiando la realidad contrastando cada vez mas con nuestros recuerdos...

El otro día escaneaba fotos antiguas, de cuando era chica... y resulta que la casa de mi primera infancia sólo existe en esas fotos... se cayó con el terremoto del año 85... asi como la mayoría de las casas del pueblo que ya nunca volvió a ser el mismo...

La casa quinta de mi abuela hoy es un condominio de 20 chales...
y de verdad no en esos lugares hoy no hay nada que me traiga recuerdos...
...sólo lo que se grabó en mi mente...

mentecato dijo...

Estás en un periodo creativo vertiginoso. Loada sea tu inspiración.

Un abrazo.

mentecato dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
UMA dijo...

Me traès muchos recuerdos de mi infancia, de mis dos vecinas, del mundo que figuraba de ese olor a madera añosa y perfumada...me llevaste a un mundo que tenìa lejos de mi vista, el de esas doñas buenas que me daban galletas riquìsimas con un amor de abuela.
Un besazo, Kiantei

Luciana dijo...

Estaba leyendo varios posteos tuyos, y me reía con el de las señoritas Putas, ya que a mí me pasa lo mismo con un posteo de las colegialas y los calzones...hasta el día de hoy llegan vía Google los visitantes buscando colegialitas...hehehehe.
Estoy maravillada con lo de tu retoña...¿Cómo te has sentido? ¿todo bien?
Muchísimos cariños...

Claudia Castora dijo...

Todo bien amiga mía, gracias por preguntar.
Ya son seis meses y esta bandolera se porta tan mal como la madre, jeje, pero me ha llenado de una extraña energía que hace largo tiempo no sentía.
Una maravilla.

Anónimo dijo...

Te puse en mis links...
saludos a ti y a la castorcita junior...
:*
Lau

tukota dijo...

Amo esas casas,nuestro sueño con ivan es comprar una de esas de altos techos y adornarla bien minimalista...
vivir en pleno centro, cerca de todo y de nada a la vez...lindos recuerdos, y mmmm leche con platanos me encanta...otra receta para este fin de semana...
cuidense lindas...

Anónimo dijo...

Un nostágico recuerdo en el que dan ganas de quedarse....tan lejano del Santiasco actual.
Acá en el sur aún quedan muchas casas como esas, mis recuerdos de ellas son bastante actuales y mucho más prácticos, jeje, te cuesta una milloná calefaccionarlas en el invierno..demasiado altas y demasiadas rendijas, por las que se escapan volando tus sueños :( .
besos

viviana dijo...

te dejé un regalito querida castora en mi blog...

besoss

Roberto_Carvallo dijo...

Saludos a la Castora madre y al castor retoñoooooooooo


adios
y saludos

Roberto_Carvallo dijo...

Saludos a la Castora madre y al castor retoñoooooooooo


adios
y saludos

mentecato dijo...

Por las endiabladas maromas de la cibernética, suprimí un comentario. Intentaré recrearlo...

Buen hombre dijo...

Vivir ahi es un agrado, cerca del centro.

Fufina dijo...

Si es como narnia y me recuerdo cuando alguna vez vimos en monito las cronicas de narnia y yo me escondia en el closet d ela man para ver si podia pasar a otro lado o para encontrar otro mundo o buscar en las piezas de atras esas de madera que escondian tesoros y ropas viejas en un baul gigante lleno de recuerdos un ropero que parecia mas de una pelicula de terror que de cuentos pero en fin me hiciste volver a mi in fancia lindo
gracias
fufi

Negrita dijo...

Me encanta la forma en que vas relatando tus historias, de manera que casi siento estar ahí, mirando a hurtadillas los juegos infantiles.
Las casas antiguas me encantan, tienen una magia rica, una historia en cada rincón, una personalidad propia y atrayente.
Abrazos

Carola

Unknown dijo...

que bonito, yo tambien me acuerdo de ti, Claudia, yo soy la sobrina chica de la Pame, la Hermana de Mauricio Nuñez.
Super lindo lo que escribiste, yo tambien tengo tan lindos recuerdos de esa casa.
Gracias