lunes, octubre 23, 2006

El Alberto y El Chocolate

Acaballao y huaso bruto.
Insolente, desafiante...y santo.
Todos ya deben estar medio saturados con el tema.Típico que la tele le da como bombo en fiesta.
Que las transmisiones, que los souvenirs, que la bendición, que repasar su vida...igual cansa.
Cansa a tal punto de no querer saber nada más.Y eso no es bueno.
No es bueno saturarse del tema tan pronto, porque recién comienza.
Independiente de si hace milagros o no, de su sonrisa clara, de si es el único santo chileno con fotos reales (los demás solo tienen estampitas), de si es o no la primera canonización de Ratzinger, de si cuestionamos o no las platas del Hogar de Cristo... Desvistiéndolo, desnudándolo, sacándole la sotana negra, despojándolo de la parafernalia de la hora en que vivimos, deshojando su entorno histórico y todo, nos queda un tipo formidable, un tipo bueno, bueno del alma, bueno como nunca llegaremos a ser nosotros, bueno como tal vez no nos toque conocer a nadie, bueno hasta los huesos.
De vez en cuando me toca ir a la casa de acogida de la Vega, está en la calle Olivos, entrando por Recoleta, El Alero, le llaman, acoge y da almuerzo a los curaitos de la Vega, a los viejitos hediondos y solos que nadie en el mundo recuerda, viejos que son buenos pa tomar, esa es la verdad, que no tienen donde ir a tomarse un plato de sopa, donde caerse muertos.
En el Alero las tías voluntarias les preparan comida barata y caliente y tienen frazadas y tele y unas colchonetas para dormir en la noche.
No soy de las mejores almas, tampoco hago ningún tipo de voluntariado solo voy acompañando al cura a hacerles misa una vez al mes, pero cuando entro a esa casa vieja de techos altos, a esa casa helada inmersa en el olvido, cuando cruzo el corredor y llego al patio del fondo, al patio de tierra pisada y húmeda, de nísperos, de uvitas, de limoneros y me sale a recibir la Elvira moviéndome la cola y a punto de tener sus perritos, cuando instalamos el altar en medio de una treintena de viejitos, el mundo se me vuelve cierto, y azul y me olvido de mi ropa, de mis comodidades, de mi maquillaje y mi pelo, de las compras del Súper, del pisco sour de los viernes, de lo que compraré en el Sodimac porque mis problemas se vuelven tontos en medio de su mundo de penas, de sus manos añosas, de su abandono, donde su única preocupación es tener un pedazo de pan para morder este día.
En medio de ellos está el Capitán, tiene una de esas narices gigantes, rojas y deformes de curado de años, como con hoyitos y usa un gorrro de capitán de barcaza de puerto pobre,el Capitán es grande y le gusta jugar dominó.
También está el Lolito, un viejito octogenario que se guía solo con el sonido de la voz, porque ya no ve y le gusta que lo escuchen cuando cuenta sus historias de bares y de siglo pasado...
Y en medio de ellos ... El Chocolate.
El Chocolate es un viejito negrito y vigoroso, cada vez que voy lo veo más flaco, tiene unas heridas en los pies a causa de atropellos, varices y heridas del tiempo y tiene que romper las zapatillas de lona para poder acomodarlos dentro de ellas y dar unos pasos sostenidos con muletas.
“Canta Chocolate” - le dice el cura, antes de empezar la misa.
Y el Chocolate obedece porque le encanta cantar:“Juntooooos como hermaaanoss, mieeeembrooos de una Iglesia, vamos caminaaando....”
El Chocolate canta a todo pulmón con su voz trémula y canta fuerte porque eso lo hace sentir importante, canta solo y cierra los ojos como sintiéndo cada frase.
A mí la garganta se me apreta cuando lo oigo cantar, se me apreta y la voz no me sale, y miro a la Elvira langüetearse para ver si se me secan mejor los ojos, porque tiemblo entera.
Al fin todo termina y nos vamos, cuando me voy el Chocolate me abraza , como todos. Huele mal, huele a vinito, huele a humedad, a tiempo, me toma las manos entre las suyas de corteza de árbol y me dice:"Que bueno verla mi linda, ojalá venga el próximo mes" y yo solo le sonrío porque la voz no me sale.
No sé si iré, y tampoco sé si él estará porque cada día se muere un viejito nuevo en El Alero.
Y nos vamos. Nos vamos raudos por Recoleta.
Yo no hago nada por ellos, ni siquiera ese día, solo estoy, solo los acompaño, les tomo las manos y me juego un dominó con el Capitán antes de la misa, sólo hago eso...y parecen llenarse de dicha.
2 lucas me descuentan de la cuenta del teléfono para el Hogar de Cristo, y a veces rabeo por esas 2 lucas, que pobreza, y nos es que duela el bolsillo, es la estupidez, es la miseria humana.
El alero cobra 30 pesos por el plato de comida y 100 por pasar ahí la noche.
A veces los viejitos no tienen para pagar y llegan con una zanahoria, una cebolla o alguna acelga que recogieron en los pasillos de La Vega y se las pasan a las tías que cocinan como aporte para la carbonada que están preparando.
No nos quedamos a almorzar...
Y vuelvo a mi mundo cómodo y caliente y dejo atrás el Alero.
El Alero es parte de la Obra del Hogar de Cristo.
No importa si hace o no milagros, si se cree o no en él, lo que veo es lo que hizo antes de irse, lo que nos dejó.
¡Como no va a ser Santo el Alberto!

11 comentarios:

Claudia Castora dijo...

Se cumple ya un año de la Canonización del Padre Hurtado. Este post lo hice por esos días y lo republico ahora por varias razones...
porque ha sido uno de los más lindos que he hecho (sino el más) y en esos días fue uno de los que más gustó a propósito de este tema.
Porque por estos días también se me hace necesario un cable a tierra, aquel que nos habla de las grandezas y miserias de nuestro pasar por este mundo, que nos recuerdo lo importante y cómo se nos desvanece entre lo urgente y lo superfluo.
Porque durante este año fallecieron el Lolito y el Capitán en medio del abandono y la pena.
Y por último, porque por estos días ha muerto el Chocolate.
Para él está dedicado.

Alexandra dijo...

Qué lindo tu post y qué pena saber que se murió el Chocolate. Yo antes también compartía harto con gente que vivía en la calle y también varios se murieron, lo peor es que no eran viejos. Da para largo tema.

Yo no soy católica ni suelo creer en santos y esas cosas, pero el Padre Hurtado es algo especial, en él confío 100% y siempre nos está cuidando. Es como el santo de mi familia... de hecho, literalmente lo es jajaja.

Gracias por visitar el gordas y borrachas... saludos!

hetsah dijo...

me dejaste achantada (eso es una mezcla entre conmovida y triste... quizás a veces eso es la misma cosa...)

cuando estaba en el colegio hicimos la novena de navidad para los viejitos de un ancianato muy pobre en la ciudad
les llevamos regalos... una cajita decorada que contenía implementos de aseo personal...
pero a ellos no les tocaba salir
pero a ellos mal o bien alguien los bañaba
y sin embargo fue doloroso curiosear un pasillo entrecerrado y ver unos tirados en el suelo, llenos de dolor, gritando xq les dolía incluso el contacto con el agua

era doloroso cantarles y verlos sonreir
se acababa cada canción, se acababa la novena, y la vida volvía ser la misma

la vida de los que tienen mucho y los que tienen nada
de los que sufren y los que se rien
la vida

Don Mike dijo...

hOLA MISS...QUE BONITO ESCRIBE, me gusto sus post de sus 35 años, tratare de darle un vistazo a sus archivos para deleitarme con sus letras.Saludos desde MEXICO y gracias por la visita.

Rantes dijo...

se me apretó el pecho con tu post, se me apretó aun más con la noticia de las partidas.......no soy católico pero la gente buena traspasa esas cosas, don alberto es querido por eso, el une y no divide......

me siento algo emocionado, trataré de retribuir tus palabras de algún modo, quizás aparezca por ahí otro chocolate a quien regalar una sonrisa, o lo que pueda.....

saludos, chau

Rantes dijo...
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fgiucich dijo...

Tu descripciòn, mezcla de belleza y dolor, me ha dejado con una tristeza infinita pensando en esos viejitos del Alero . Cuando leì en tu post que varios de ellos ya no estàn, abandonados por la vida, se me hizo un nudo en el corazòn. Y deseo que hayas encontrado el cable a tierra, para que levantes ese ànimo, querida amiga. Abrazos.

Mar dijo...

Es tan fácil hacer cosas por otros, pero el miedo o la vergüenza o no sé k nos retiene... yo también he buscado la comodidad de mi mundo cuando me he enfrentado a situaciones km estas. Y en el camino he roto corazones también.
Gracias por postearme, te estaré leyendo.
Saludos.

Coralya dijo...

Que lindas las vivencias de la Vega. Cuando estamos ahí nos damos cuenta de todo lo que hay fuera de nuestro mundo habitual, a mi me pasó en Navidad en la Calle, les quité mi compañía a mi familia, para entregarsela a esos viejitos buenos para tomar, que están solos y de verdad no tienen con quien pasar, ni que comer en Noche Buena. Lindo, precioso tu escrito y aún más maravillosa es la obra que creó un hombre como todos nosotros, pero con la diferencia de que él fue un hombre Santo y lleno de Amor, gracias "San Alberto Hurtado", de verdad gracias.

Besos,

Coralya

Vale dijo...

Bello, bello, bello.

flakon dijo...

Hola niña...

Hace tiempo que no pasaba por su comarca...

No sabes de qué forma me toca este post, mis padres son ya viejitos y pensar que ellos pudieran pasar por esa sitaución de abandono me parte el alma. Desde chico me propuse evitar que eso sucediera, a toda costa.

Yo trabajo en el área de comunicaciones de una congregación, de los Claretianos, y acá veo a diario gente que viene a solicitar ayuda, comida, ropa, o sólo que les escuchen... y veo el esfuerzo de los curas de esta congregación por hacer de la vida de estos amigos desposeídos algo más digna, más humana.

Admiro su entrega, como la de la gente del Alero que mencionas... Obras hay muchas, personas que continúan esas obras no tanto, pero sí hay algunos que merecen todo el respeto por su vocación por el prójimo.

A mí me descuentan 3 luquitas de la VISA, para apoyar a la Fundación Las Rosas. Y me siento contento de aportar en algo a los viejitos, que de no ser por ellos no estaríamos acá hoy...

Ese es mi ínfimo pero sincero aporte, y espero que sean muchos más los que entreguen unos pesos para continuar las obras de la "gente santa"...

Un beso y gracias por tu visita...