lunes, octubre 24, 2005

"El Alberto y El Chocolate"




Acaballao y huaso bruto.
Insolente, desafiante...y santo.

Todos ya deben estar medio saturados con el tema.
Típico que la tele le da como bombo en fiesta.
Que las transmisiones, que los souvenirs, que la bendición, que repasar su vida...igual cansa. Cansa a tal punto de no querer saber nada más.
Y eso no es bueno.
No es bueno saturarse del tema tan pronto, porque recién comienza.

Independiente de si hace milagros o no, de su sonrisa clara, de si es el único santo con fotos reales (los demás solo tienen estampitas), de si es o no la primera canonización de Ratzinger, de si cuestionamos o no las platas del Hogar de Cristo, desvistiéndolo, desnudándolo, sacándole la sotana negra, despojándolo de la parafernalia de la hora en que vivimos, deshojando su entorno histórico y todo, nos queda un tipo formidable, un tipo bueno, bueno del alma, bueno como nunca llegaremos a ser nosotros, bueno como tal vez no nos toque conocer a nadie, bueno hasta los huesos.

De vez en cuando me toca ir a la casa de acogida de la Vega, está en la calle Olivos, entrando por Recoleta, El Alero, le llaman, acoge y da almuerzo a los curaitos de la Vega, a los viejitos hediondos y solos que nadie en el mundo recuerda, viejos que son buenos pa tomar, esa es la verdad, que no tienen donde ir a tomarse un plato de sopa, donde caerse muertos.

En el Alero las tías voluntarias les preparan comida barata y caliente y tienen frazadas y tele y unas colchonetas para dormir en la noche.

No soy de las mejores almas, tampoco hago ningún tipo de voluntariado solo voy acompañando al cura a hacerles misa una vez al mes, pero cuando entro a esa casa vieja de techos altos, a esa casa helada inmersa en el olvido, cuando cruzo el corredor y llego al patio del fondo, al patio de tierra pisada y húmeda, de nísperos, de uvitas, de limoneros y me sale a recibir la Elvira moviéndome la cola y a punto de tener sus perritos, cuando instalamos el altar en medio de una treintena de viejitos, el mundo se me vuelve cierto, y azul y me olvido de mi ropa, de mis comodidades, de mi maquillaje y mi pelo, de las compras del Súper, del pisco sour de los viernes, de lo que compraré en el Sodimac porque mis problemas se vuelven tontos en medio de su mundo de penas, de sus manos añosas, de su abandono, donde su única preocupación es tener un pedazo de pan para morder este día.

En medio de ellos está el Capitán, tiene una de esas narices gigantes, rojas y deformes de curado de años, como con hoyitos y usa un gorrro de capitán de barcaza de puerto pobre,
el Capitán es grande y le gusta jugar dominó.
También está el Lolito, un viejito octogenario que se guía solo con el sonido de la voz, porque ya no ve y le gusta que lo escuchen cuando cuenta sus historias de bares y de siglo pasado...

Y en medio de ellos está el Chocolate. Un viejito negrito y vigoroso,
cada vez que voy lo veo más flaco, tiene unas heridas en los pies a causa de atropellos, varices y heridas del tiempo y tiene que romper las zapatillas de lona para poder acomodarlos dentro de ellas y dar unos pasos sostenidos con muletas.

“Canta Chocolate” - le dice el cura, antes de empezar la misa.
Y el Chocolate obedece porque le encanta cantar:
“Juntooooos como hermaaanoss, mieeeembrooos de una Iglesia, vamos caminaaando....”

El Chocolate canta a todo pulmón con su voz trémula y canta fuerte porque eso lo hace sentir importante, canta solo y cierra los ojos como sintiéndo cada frase.
A mí la garganta se me apreta cuando lo oigo cantar, se me apreta y la voz no me sale, y miro a la Elvira langüetearse para ver si se me secan mejor los ojos, porque tiemblo entera.

Al fin todo termina y nos vamos, cuando me voy el Chocolate me abraza , como todos,
Él huele mal, huele a vinito, huele a humedad, a tiempo, me toma las manos entre las suyas de corteza de árbol y me dice:
"Que bueno verla mi linda, ojalá venga el próximo mes" y yo solo le sonrío porque la voz no me sale.

No sé si iré, y tampoco sé si él estará porque cada día se muere un viejito nuevo en El Alero.
Y nos vamos. Nos vamos raudos por Recoleta.
Yo no hago nada por ellos, ni siquiera ese día, solo estoy, solo los acompaño, les tomo las manos y me juego un dominó con el Capitán antes de la misa, sólo hago eso...y parecen llenarse de dicha.
2 lucas me descuentan de la cuenta del teléfono para el Hogar de Cristo, y a veces rabeo por esas 2 lucas, que pobreza, y nos es que duela el bolsillo, es la estupidez, es la miseria humana.

El alero cobra 30 pesos por el plato de comida y 100 por pasar ahí la noche.
A veces los viejitos no tienen para pagar y llegan con una zanahoria, una cebolla o alguna acelga que recogieron en los pasillos de La Vega y se las pasan a las tías que cocinan como aporte para la carbonadita que están preparando.
No nos quedamos a almorzar...
Y vuelvo a mi mundo cómodo y caliente y dejo atrás el Alero.
El Alero es parte de la Obra del Hogar de Cristo.
No importa si hace o no milagros, si se cree o no en él,
lo que veo es lo que hizo antes de irse, lo que nos dejó.
¡Como no va a ser Santo el Alberto!

22 comentarios:

Pamjv dijo...

Queee cierto! Cuánto nos quejamos de miles de guevas de caridad que siempre piden plata, o por la moneda que el viejito de la esquina nos robó por limpiar el vidrio del auto a pesar de haberle dicho que no.
Pero que fácil es hacerlo sin haber hecho absolutamente nada por ellos, sin siquiera pensar en el dolor y la pena que cargan abuelitos, jóvenes y niños que mueren en pobreza.

Querida Kianteis, sigue yendo a misa con esos viejitos, a veces más que aportarles algo nosotros, son ellos quienes nos llenan de alegría en esas oportunidades de encontrarlos, y tú lo sabes.

Luciana dijo...

cierto...como no va a ser santo...no es por la pulserita del mall precisamente...

Fernando dijo...

P´tas que hermosa historia.

Lejos de lo mejor que he leído en este blog, crear conciencia ayuda un monton a ver las cosas de otra forma y tratar de ayudar.

Los poemitas estan bien, pero el mundo necesita esto otro me parece.

Bien bro.. gran rumbo tomaste.

Anónimo dijo...

No es el único santo que tiene foto, juanita Fernandez, también las tuvo. Son los dos únicos santos chilenos, y los dos tienen fototafías, Santa Teresita de los Andes y San Alberto Hurtado.-

Encontrado dijo...
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Encontrado dijo...

My dear kianteis.

Lindo post felicitaciones, muy superior a otros suyos bastante prescindibles.

La seguire visitando, me gusta su estilo.

JB

Claudia Castora dijo...

Mi estimado amigo,
para mí, ningún post que he hecho es prescindible
todos y cada uno han brotado
de lo más profundo de mi ser natural.
Triviales y profundos
iracundos y poéticos
cortos y largos
Soy yo en escencia.
Pero es el lector el que escoge
y tiene todos mis respetos.

Anónimo dijo...

Querida Kiantei.

Me gustó tanto y más que sus post anteriores, de mucho sentimiento, de bien adentro, del Corazón.

Es para meditar...
... y pensar que a uno no le cargan en la cuenta del teléfono y tampoco realiza ese tipo de visitas...

Grande Kiantei la felicito!!!.

Saludos
Anónimo.

Catalina Pimentel dijo...

Mi papá es socio del Hogar de Cristo. Para la navidad le llega una carta del alguna niña o niño, siempre comienzan con un cariñoso "Tío Washington" que en los labios de mi padre suena de lo más impersonal.
Y sí, estuvo saturante la semana con lo del Padre Alberto, entre pre-vigilias, post-vigilias, vigilias. En fin, me gusta cuando la gente se une, sea cual sea el propósito es emocionante como la fuerza y las leyes del hombre son capacer de mover a una multitud con un solo ideal.
Y bueno, cabe destacar que SAN Alberto Hurtado es un ejemplo de vida.

Catalina Pimentel dijo...

¿quién será ese anónimo que se pasea por toda la familia Castor?

Claudia Castora dijo...

Ese anónimo, mi querida Shibuya, es un muy querido amigo de La Casa del Castor.
Lo reconozco por su tono.
Ya han entrado otros anónimos a este humilde blog expresando otras ideas.
Pero a él, lo reconozco inmediatamente.
Ya tendrá usted también el placer de saludarle en más de algún jolgorio de los que surgen habitualmente por aquellos lugares.
Y se sorprenderá con su simpatía, caballerosidad y sentido del humor.

Indianguman dijo...

Tus palabras se me han clavado como un alfiler tras la oreja. No creo poder sacarlas de allí nunca más. Con qué ternura, mujer, describes a esos viejitos. Alguna vez estuve cerca de otros como ellos y tampoco el nudo en la garganta me dejaba hablar. La política de cobrar en las hospederías apunta a que estos viejitos conserven su dignidad. Me parece bien... aunque espero no dejarán afuera al que ese día no tuvo los cien pesos.
En fin, bella Kiantei, te felicito en lo literario y en lo real.
Me ha dado gusto leer esto. Gracias!

Félix Escobedo dijo...

Usted debe saberlo, pero si no le cuento. Yo no soy católico, ni siquiera cristiano. Pero así y todo creo que el Hogar de Cristo es una obra maravillosa. Como pillodista pude conocer algo del trabajo que realiza la institución y gracias a eso tuve la suerte de hacer mi aporte mensual con el mayor de los gustos, sabiendo que estaba ayudando a llevar esperanza a los que no tiene nada.

A veces me pierdo un poco, pero te sigo leyendo. Un beso

Tontograve dijo...

la caridad termina cuando empieza la justicia.
San alberto Hurtado.

Lety Ricardez dijo...

Caray Kiantei, cuando escribes como hoy, me gustas más en todos aspectos, en lo literario por supuesto, pero también como persona. Este relato tiene corazón, ni duda cabe, además de méritos literarios. Te saludo con respeto y afecto

Anónimo dijo...

Por primera vez estoy escribiendo lo que te digo siempre en los pasillos donde nos encontramos. ¡Que bien escribes! Felicitaciones por el sentimiento que transmiten tus relatos.

Quiero agregar, querida Kiantei, lo maravilloso que es sentir que estos viejitos de las hospederías te abrazan y te dicen "ojalá vuelva" o lo entretenidas que son sus eternas historias que guardan entre sus recuerdos y fantasías.

Eso es lo genial de poder visitar a estos amigos. Claro, muchas veces me he preguntado de qué le sirven a los viejitos del Alero, de Aldunate o de Esperanza las visitas que les hacemos, pero con el tiempo he comprendido que lo único que ellos necesitan es que les hagan sentir importantes, que alguien se preocupa de ellos, que les pregunten cosas y que estén dispuestos a escucharlos y acompañarlos aunque sea un rato.

Querida Kiantei, estoy feliz que este relato haya motivado el comentario de tantos de tus habituales lectores. Ojalá que también los interpele y los motive a visitar algún día a estos viejitos.

Catalina Pimentel dijo...

Entonces, espero conocer pronto a ese anónimo que disfruta pasar por la Castortósfera. ;)

hm. ¿quién inventó ese garabato?

Cainista dijo...

Me sacaste lágrimas chikilla... durante un largo tiempo di una parte de misueldo para diferentes obras, entre ellas el Hogar de Cristo, cuando deje de tener sueldo, de a poco las fui sacando del pago automático.

A veces siento que es tan fácil sólo dar cada cierto tiempo para la Teleton, y nos sentimos buenas personas.. a veces sólo quieren que les tomen la mano, que nos atrevamos a salir a la calle y los miremos como lo que son, nuestros hermanos.

Una de las penas más grandes que he tenido de la beatificación de Alberto.. es que despues de tantos milagros que hizo, la iglesia solo lo beatifique despues que cumpliera el trámite de 2 "mandas"

Pero tienes razón, lo importante no es la iglesia, lo importante no son las estampitas, lo importante son los santos, esos hombres que iluminan un poco de nuestras vidas desde una esquina oscura, haciendo que esta vida sea un poco mejor.

Nos vemos en msn, para un cafe (aunke sea virtual)

NATU dijo...

verdad.
aunque no me aburre.
no veo mucha tv.
KIANTEI!!!
no te inclui en mi post
porque los que nombre son con quienes hablo (msn) y les tome mucho cariño!!!
quizas hablemos algun día para conocernos más.
un besito.

Sofía del Mar dijo...

Que conmovedor relato!.
Cuanta belleza y bondad habita en los marginados.
Eres muy linda, me gustaría hacerme un tiempo para ese tipo de actividades, debería hacerlo, y no solo proponermelo una y otra vez...
Uhn abrazo fuerte para alguien con un alma generosa y clara...

De Sófía

Encontrado dijo...

Dear kianteis

Ya se lo habia dicho yo, este es uno de sus posts imprescindibles

JB

Pilar dijo...

Que lindo te quedó este post, de todo lo que he leido estos días a propósito de San Alberto, este post sin duda me ha emocionado y me identifica plenamente. Gracias niña.