"Cerraron las cortinas,
juntaron esa puerta
trataron de encontrar una salida…
pero la madrugada
traía entre sus alas
al indeseable sol de la partida…"
("Los Ojos de Rodrigo" Fernando Ubiergo)
6 años tenía Rodrigo cuando su cara se me empezó a aparecer por todas partes.
Yo tenía 8, fue en el invierno del año 79.
Nunca vi a tanta gente convulsionada con una noticia, ni siquiera en los primeros años después del golpe militar donde todo se mantenía en un hermético y macabro silencio.
Me acuerdo haber visto a Don Francisco en la tele casi llorando para pedir que lo devolvieran, y por primera vez en mi vida empecé a escuchar las palabras atroces que se me quedaron grabadas en la mente: rapto, secuestro, extorsión, rescate, conspiración...
Entonces las calles comenzaron a llenarse de su rostro, las ventanas de las micros, los almacenes, los taxis, los patios de los colegios, el consultorio, los edificios, todo estaba tapizado con su sonrisa de ángel, con su pelito rubio cortado a lo príncipe y su polera de rayas.
Y Rodrigo entonces comenzó a ser parte de nuestras vidas, no hablo de la mía solamente ni la de mi familia, sino de las vidas de todos y cada uno de los chilenos que seguimos con angustia dolorosa los días atroces de la desaparición del pequeño Rodrigo Anfruns Papi.
Desapareció esa tarde de la casa de sus abuelos, la policía entera fraguaba hipótesis, los días pasaban y la dolorosa angustia que vivía la familia la vivíamos también cada uno de nosotros, impotentes sin poder ayudar, sin tener como ayudar, escuchando versiones, rezando, intentando verlo o aún imaginarlo en las calles, en las plazas, en cada lugar donde andabamos, Rodrigo en algún lugar, Rodrigo perdido, Rodrigo vivo, Rodrigo jugando, Rodrigo sufriendo, Rodrigo no aparece, Rodrigo, Rodrigo, Rodrigo...
El sentimiento fraterno que me nació hacia este pequeño aún en mis cortos años se condolía más con el sentimiento de una madre que el de una hermana , aún siendo casi de su edad en esos días en que apenas se dormía de la angustia, en el invierno más helado que he visto pasar, en la mañana en que lo encontraron muerto, vejado, torturado y con la terrible incertidumbre de su muerte que hasta el día de hoy no se dilucida.
Nunca le creí a Tuane(*) sus conjeturas, ni sus reflexiones, ni sus argumentos, no porque dudara de sus investigaciones ni de sus potentes artificios de sicólogo criminalista experto y docto, no porque mi mente no le creyera, sino porque mi corazón nunca le creyó.
Nunca me tragué la historia del pequeño apenas más grande que él que lo llevó a un sitio eriazo y le asfixió hasta matarlo cuando se opuso a su agresión sexual enterrándolo sin misericordia en aquel terreno baldío en el que tantas veces rastrearon los perros , en el que tantas veces hurgaron cada recoveco centímetro a centímetro sin hallar siquiera una pista que los llevara a algún indicio cierto o relativo.
Y no me equivoqué.
A esta altura ya pocos le recuerdan y los que aún no le olvidamos tampoco olvidamos la pena y el desespero de esos días de terror.
Al menos para mí Rodrigo no ha pasado, seguramente ya nunca pasará, porque conforme han transcurrido los años de cuando en cuando su recuerdo se levanta en nuevas pistas y nuevas esperanzas de saber la verdad, hablándonos desde su sitio celeste, no dejando que su recuerdo se borre tan fácil, acompañando la memoria de tantos miles más que cayeron en las conspiraciones oscuras del período más triste y doloroso de nuestro país, porque Rodrigo fue uno más, y su madre lo tiene claro, y su país lo tiene claro, y yo lo tengo claro y su gente lo tiene claro, la misma que sufrió el dolor de perderle y que lo mira aún sonriente suspendido en sus 6 años, con su polerita de rayas y su melenita de trigo, sonriente, en el país donde nunca más se repetirá su muerte.
(*)Hernán Tuane Escaff, Sicólogo criminalista, autor de "Rodrigo, una interpretación criminológica", de 1983
11 comentarios:
Esperemos que ahora que no hay impunidad, se sepa la verdad, la justicia tarda pero llega, RODRIGO se lo merece, su familia, para terminar el duelo tambien
Un abrazo
Luunna
Justicia..
Una palabra que se ocupa poco y se habla mucho..
saludos amiga
EXITO
coti
En Colombia estuvo trabajando un tal que secuestraba niños, los violaba en los cañaduzales y luego los mataba, despedazandolos o simplemente enterrandolos.
No recuerdo la cifra exacta pero fueron en total más de cien
se me hace un nudo en la garganta insoportable
duelen los niños muertos, no nacidos, violentados, prostituidos, abusados, duelen todos a la vez
comparto contigo la marca a fuego que esta tragedia dejo en mi mente aún infantil.
Terrible
abrazo!
La locura no tiene límites y jugar con la vida de un niño es un crímen imperdonable. Cuando leo sobre secuestros y desapariciones, me entran ganas de que exista la pena de muerte. Una historia tristísima. Abrazos.
Tampoco yo me la creí. Recuerdo que inmediatamente escuché rumores que habían sido unos tipos de la Dina, porque un pariente estaba metido. Y chutas...al final...el rumor resultó ser la verdad y la verdad aparente, un conventilleo de viejas.
Lamentable muerte de un pequeño inocente que no tenìa la culpa de absolutamente nada.
Una víctima más, de tantas de aquella época.
Cariños
que haremos con los jueces
cuando no sepan aplicar la justicia?
robert
Sabes, es de las cosas que pasaron en mi infancia que se me quedaron a fuego.
También el susto al ruido de los aviones y helicopteros cuando los milicos buscaban algo o alguien.
Y eso que yo vengo de una familia de derecha.
Pero soy criada en dictadura y lo siento. En mis miedos irracionales, en la desconfianza, en el deseo de éxito para estar segura.
Me ha conmovido mucho este post.
Los Niños son los Angeles caidos del cielo, y la muerte de uno de ellos siempre deja al mundo con menos luz de amor.
Pero a pesar que el tiempo pase, la justicia siempre llega, porque Dios nunca olvida a sus angeles.
Este post me ha llegado al corazón.
bertono76@hotmail.com
Hola... No sabes cuanto e buscado algo que em acerque a la familia de Rodrigo ya sea a su hermana o a su madre, sucede que soy escritora y yo solo supe de lo acontecido con Rodrigo hace un par de años.
Esto em conmovio a tal punto que llego a mi corazon y desde ese entonces tengo un poema de regalo para la familia de Rodrigo, si tu tuvieras algo de informacion acerca de a quien podria yo hacerle llegar este humilde presente, e todo caso si sabes de como ayudarme o alguien lee esto y puede ayudarme se lo agradeceria.
escribir a Gladys.gara@gmail.com
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